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La situación de desamparo que sufren los ancianos en Cuba se ve reflejada en el aumento del número de ellos que acuden al suicidio para escapar de su tristeza, su pobreza económica, su enfermedad o simplemente su soledad.
Los efectos de la profunda crisis económica que cada día se agrava más, caen sin piedad en el sector más débil, aquellos que en su juventud o mediana edad se sacrificaron por un proyecto social que prometía ser maravilloso, y que hoy los ha abandonado.
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Según el sitio Cubanet, ellos constituyen un alto porcentaje de las cerca de 4.000 personas que se quitaron la vida entre 2016 y 2017, de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
La depresión severa es una de las causas más frecuentes por las que acuden los ancianos a las clínicas de Atención al Adulto Mayor y a las consultas de psiquiatría en los hospitales.
Muchos de los cubanos más longevos sufren un deterioro de salud propio de la edad. A ello se suma a menudo la pérdida de familiares por la muerte o la emigración, y si se añade que su situación económica es más precaria (pues sus jubilaciones son más bajas), todo ello es un buen caldo de cultivo para el surgimiento de la depresión.
En la capital se constata una evidente relación de causa-efecto entre esta enfermedad y el suicidio.
“Son casi siempre ancianos que viven solos o que no reciben atención en el entorno familiar, con una situación económica difícil”, reveló Rosario, una trabajadora social que atiende los municipios Centro Habana y Habana Vieja, que no quiso profundizar más.
La triste situación en zonas rurales, al menos en algunas provincias como Granma y Guantánamo, pudiera ser incluso peor, si se analiza la proporción con el número de habitantes de La Habana.
Un joven médico que cumple el servicio social en el primero de estos territorios y que no reveló su identidad, explicó que la decisión de los ancianos de acabar con sus vidas, es algo muy común en el campo cubano.
“Una situación que es muy similar a la de Guantánamo, porque estuve de prácticas allí cuando estudiaba (…), sobre todo en hombres más que en mujeres (…). Según un estudio basado en los registros en Cuerpos de Guardia y hospitales, hubo unos 2.000 casos solo en 2016, muchos de los cuales no terminaron en muerte, pero ya de por sí hablan de la realidad en esas provincias”, recordó el especialista.
"Influye mucho la situación económica que cada día empeora más, esto no es La Habana, y la falta de atenciones, el abandono familiar, pero también el institucional, (…) no existen proyectos dirigidos a los más viejos ni programas sociales que alivien la poca capacidad para enfrentar una realidad difícil donde el dinero es el centro de todo”, expresó.
Aunque los últimos tres años no se han actualizado las cifras, las estadísticas del gobierno muestran una caída en los indicadores de asistencia y seguridad social desde el 2006 al 2014.
En ese último año funcionaban en el país 120 hogares de ancianos, de 142 que existían una década atrás, todos con serias dificultades con el suministro de insumos.
No hay que olvidar que la Instrucción General de Economía No. 178 del 23 de Octubre de 1984, del Ministerio de Salud Pública, establece la obligatoriedad de los ancianos de entregar prácticamente todo el monto de sus pensiones al Estado, con el fin de contribuir a los gastos del asilo.
Igualmente, según la información de la ONEI, si en 2006 un total de 143.483 miembros de la tercera edad se beneficiaban del régimen de la asistencia social, en 2011 la cantidad había descendido a unos 63.383. Todos recibían una pensión media mensual de un poco más de 300 pesos.
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