Fidel Castro estuvo al borde de la muerte en 2006 tras sufrir una hemorragia intestinal a los 84 años a bordo de un avión que cubría la ruta Holguín-La Habana. Tuvo que aterrizar de urgencia para ser atendido, según revelaron cables del Departamento de Estado de Estados Unidos recogidos por El País.
Un año después, el 14 de marzo de 2007, Michael Parlmy, entonces jefe de la misión diplomática estadounidense de La Habana, informó a Washington de que el mandatario cubano estaba en estado terminal, pero su muerte no iba a ser inminente. Finalmente falleció el 25 de noviembre de 2016. Aún no estaba terminada su tumba.
Al menos en 2009 ya estaba en marcha en Cuba el plan de construcción del monolito en el que más tarde se sepultaron, en una urna de roble, las cenizas de Fidel Castro, en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
El proyecto, encargado por Raúl Castro al arquitecto Eduardo H. Lozada León y a su esposa, la arquitecta Marcia Pérez Mirabal, estuvo supervisado por el comandante de la revolución Juan Almeida Bosque, hasta que éste falleció en septiembre de ese año.
El monumento contempla algunas de sus propuestas, como la de imitar en el cercado que rodea la piedra la parte superior de la tumba de Martí.
Le sustituyó como asesor el general de Cuerpo de Ejército Ramón Espinosa, veterano de las guerras de Angola y Etiopía, ex jefe del Ejército Oriental y viceministro de las Fuerzas Armadas (FAR). Él fue quien supervisó el montaje de la famosa piedra que guarda las cenizas del exmandatario cubano.
La construcción del singular panteón comenzó en 2010 y culminó el 4 de diciembre de 2016, diez días después de la muerte de Fidel Castro. El diario local Sierra Maestra ha hablado con Antonio Samuel Matos Díaz, un trabajador de la Unión de Construcciones Militares, que estuvo al frente de la ejecución del proyecto, pese a que no es escultor. También fue el encargado de sellar la tapa de la piedra, hecha con mármol verde de Guatemala, que lleva inscrito el nombre de "Fidel".
"Fue un largo camino de seis años, que nunca se divulgó porque hubo mucha discreción y una alta compartimentación. Ni familia ni mis compañeros de trabajo conocían de mi tarea”, explica Matos Díaz al periódico oficialista.
El momento más tenso de la obra lo sitúa en el 1 de mayo de 2013, cuando tuvieron que sacar el pedrusco de granito que constituye la pieza principal de la tumba de Fidel Castro del macizo La Gran Piedra. Lo encontraron en el Prado de las Esculturas. Allí lo había visto el general Ramón Espinosa. Tras retirarla, tardaron un mes y 28 días en limpiar la roca de unas 49 toneldadas y otros tres años en pulirla, según publica Juventud Rebelde.
La muerte de Fidel Castro sorprendió a Matos Díaz, aunque asegura que ya casi todo estaba hecho. Estaban listos la tapa verde de mármol de Guatemala, los tornillos embellecedores, los portaflores y los balaustres.
Los trabajos se habían retrasado porque Antonio Matos Díaz había sido operado de una hernia 13 días antes de la muerte de Fidel Castro. Convaleciente acudió a sellar la tumba del dictador, rodeada de mármol crema extraído de yacimientos de Bayamo. También de piedras chinas pelonas de la desembocadura de los ríos que corren por La Plata y El Uvero. En las jardineras tiene sembrado café y helechos de la Sierra Maestra.
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