Considerado décadas atrás comida de gente humilde de las zonas costeras, el pulpo es hoy exquisito manjar que se vende más caro que la carne de res, en el llamado mercado negro o informal en la región oriental del país, como consecuencia directa del desarrollo de la industria sin humo en la región, mientras que los pescadores que lo capturan tienen que traficarlo en un ambiente de multas y decomisos.
Restaurantes privados y turistas extranjeros, que codician su carne por ser un plato exótico y muchísimo más caro en sus países de origen, son los principales responsables de que hoy la libra de pulpo tenga un precio de 50 pesos, más costoso que la carne de res, esta última que tradicionalmente ha sido inalcanzable para la mayoría de los cubanos y que de manera informal se vende a 35 CUP la libra.
“En los años más duros del período especial yo compraba pulpo a 10 pesos la libra o, incluso, a menos si conocía al pescador, era una fuente segura de carne en una época que comer carne y tenerla de forma segura, era un lujo que pocas familias tenían.
"Pero esa realidad cambió cuando empezaron a llegar los extranjeros, más o menos a partir de 1997 empezó a subir el precio, y me dicen los pescadores que es porque es muy cotizado entre los turistas de otros países, que lo buscan y más cuando es bien fresco”, asegura Nancy que vive en la zona costera de Santiago de Cuba.
No obstante, el principal mercado, o al menos el más seguro de cuanto pulpo se captura, son las paladares o restaurantes privados, más que los turistas que tratan directamente con los pescadores, pues estos negocios venden el delicioso platillo a un precio que oscila los seis y ocho CUC, o incluso más.
Según Nancy, las paladares llegan a pagar hasta tres CUC la libra de pulpo, “por eso hasta comprar el pulpo en 50 pesos se vuelve a veces difícil. La gente prefiere viajar a la ciudad y que te lo paguen más caro. Pero bueno, hasta ahora, lo logro conseguir cuando tengo deseos, a 50 pesos”.
“Y son los turistas los que más lo compran” asegura la dueña de una paladar mientras explica que ella tiene contratados los servicios de un intermediario, que busca el sabroso molusco en toda la zona costera, quien compra todas las mañanas varias libras de este alimento que, sin embargo, no se vende en todos los restaurantes privados.
Y mientras el pulpo es un manjar cuyo precio provoca que solo pueda ser degustado por bolsillos extranjeros o nacionales pero bien holgados, una realidad distinta y mucho más convulsa viven quienes los capturan en el mar.
“El pulpo es de las cosas que no se pueden pescar y mucho menos vender, pero si te llevas por las cosas que se pueden pescar no vives como pescador. Esa es la verdad. De todas formas, uno tiene que saber a quién venderle, y cuándo puede pescarse. Con los años he aprendido a saber qué momento es mejor. Durante la temporada alta de turismo, la policía está más para eso. Y bueno, si te pones de suerte le regalas un par de pescados, pulpos, o algo de lo que cojas, y se hacen los de la vista gorda”, asegura un viejo pescador.
Durante la temporada alta de turismo, la policía está más para eso. Y bueno, si te pones de suerte le regalas un par de pescados, pulpos, o algo de lo que cojas, y se hacen los de la vista gorda
El pulpo, la langosta, el buen pescado y los camarones, figuran entre las bondades del mar que más seducen a quienes visitan los restaurantes privados, pero también están dentro de la larga lista de alimentos prohibitivos para muchos cubanos y que, además, convierten a los pescadores en víctimas permanentes del asedio de los policías.
En ese rejuego de oferta y demanda, de precios que cada día suben más, y el campo de ajedrez que es evitar policías e inspectores, las principales víctimas suelen ser aquellos que antes consumían estos frutos del mar, y que hoy suelen ser completamente esquivos para los bolsillos humildes, que en Cuba es igual a decir quienes viven solamente de su salario.
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