“Le dieron el creíble”. La frase se ha vuelto recurrente entre familiares y amigos de cubanos que cruzan la frontera y se entregan a autoridades migratorias estadounidenses.
Antes de enero de 2017 la entrevista de miedo creíble era apenas un trámite irrelevante para los cubanos: la política “Pies secos, pies mojados” garantizaba la entrada legal que exige la Ley de Ajuste Cubano para acogerse a ella, por lo cual los cubanos prácticamente no tenían fronteras para acceder al país.
Desde el final de la Administración Obama todo cambió. La Administración Trump no ha revertido la derogación.
Pero ¿qué es la entrevista del miedo creíble y por qué, a pesar de aprobarla, la mayoría de los solicitantes luego reciben órdenes de deportación en un porciento abrumadoramente alto?
Para el abogado de inmigración Wilfredo Allen, el miedo creíble es apenas el comienzo de un largo camino procesal que, en estos días, con una administración claramente opuesta a la inmigración (incluida la legal), presenta dificultades enormes.
“Lo primero que hay que entender es que miedo creíble es una cosa, y Asilo Político es otra. Recibir el miedo creíble no garantiza de forma alguna la aprobación de la categoría de asilado político.”
El proceso para solicitar Asilo Político en Estados Unidos está conformado de dos maneras: 1) Solicitud afirmativa de asilo 2) Defensa de asilo. El primer caso, utilizado mayoritariamente por los cubanos que se entregan en la frontera norteamericana, implica que el solicitante voluntaria y personalmente se declare un perseguido en su país de origen y pida a las autoridades estadounidenses su protección. El segundo caso, la defensa de asilo, es un recurso que intenta detener la democión o deportación del país una vez que el inmigrante ha sido detenido, con frecuencia en redadas del ICE y procedimientos similares.
Ambos casos encaminan al solicitante al mismo punto: convencer a un juez de inmigración de que el individuo debe ser protegido en Estados Unidos porque de regresar a su país, su vida corre peligro.
Sin embargo, no todos los peligros califican.
“Usted debe demostrar persecución basada en motivos políticos, étnicos, religiosos, raciales o de nacionalidad”, explica Wilfredo Allen. “Ser parte de una etnia específica que sufre persecución incluso de muerte por otra etnia en el poder, como sucede en muchos sitios de África y Asia, es una razón de peso. Ser un perseguido, en Cuba, por militar en partidos políticos opositores, haber sido encarcelado por esto, es un motivo de peso. Pero argumentar que usted pasa hambre, o que no tiene futuro, o que no tiene trabajo, definitivamente no aplica para recibir Asilo Político. Decir que su familia nunca estuvo con el gobierno, no califica. Hay que demostrar persecución verdadera”.
Argumentar que Cuba, o Venezuela, son dictaduras, no califica como evidencia. “Usted puede vivir bajo una dictadura y no ser hostigado directamente”, explica Allen. “Si vivir bajo una dictadura fuera suficiente, Estados Unidos debería conceder asilo a millones de cubanos, venezolanos, norcoreanos, etc.”
El miedo creíble, en cambio, posee un listón muy bajo de exigencia.
“Casi cualquier persona con habilidad de argumentación puede pasar el miedo creíble. Basta con que pueda afirmar y justificar que tiene miedo. Y el miedo sabemos que algo subjetivo. Hay personas que temen a cucarachas, otras a los perros. Resulta tan subjetivo si usted le teme a algo o a alguien, que esa entrevista suele ser relativamente fácil de pasar.”
Sin embargo, algunos cubanos ni siquiera el miedo creíble lo reciben. ¿Por qué?
“Porque dicen que son emigrantes económicos”, argumenta el abogado. “Dicen a los oficiales que ellos salieron de Cuba no por miedo a nada sino para vivir mejor, tener mejores salarios. Automáticamente se están poniendo la soga al cuello”.
Normalmente entre la aprobación del miedo creíble y la denegación del asilo transcurren tres cortes donde el aplicante apela hasta tres veces para intentar probar su caso. Los abogados coinciden: solo casos sólidos, con pruebas testimoniales, fotográficas, publicaciones verificables que documenten la persecución que el aplicante denuncia, son las que llegan a buen puerto. El resto, es rechazado.
Aunque no hay estadísticas conocidas sobre los números de asilos denegados a cubanos, la evidencia empírica apunta a porcientos aplastantes: casi ninguno lo obtiene. En centros de detenciones de Louisiana, Texas y Florida, las órdenes de deportación se suceden ininterrumpidas.
Casi todas, luego de que el detenido recibiera “el creíble”.
La actual administración norteamericana ha batido récords de deportación de cubanos, partiendo de la colaboración de la isla. En 5 de los 8 años de Administración Obama se deportaron 341 personas hacia Cuba. Hasta agosto de este año (último reporte ofrecido), con menos de 2 años de presidencia de Donald Trump, el número de cubanos deportados ya iba por 431.
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