El piloto Orestes Lorenzo, exoficial de la Armada Cubana, que escapó de la Isla y que en 1991 se plantó de nuevo allí con una avioneta para rescatar a su mujer y sus hijos, en lo que se conoce como "El vuelo del amor", ha regresado a Madrid, la capital de España, 26 años después de que se hubiera encadenado a la reja del popular parque del Retiro, para protestar contra el Gobierno de Fidel Castro, que hostigaba a su familia en La Habana.
"Hace 26 años pasé ocho días en este lugar sin probar alimento. Me inspiraba el amor a Vicky, Reyniel y Alejandro. El amor venció a la maldad y una felicidad infinita me ha acompañado desde entonces", escribió Orestes Lorenzo este viernes en su muro de Facebook.
El post lo acompaña de varias imágenes. En unas está él, encadenado al Retiro, joven y triste, junto a una foto de su familia. En las que se tomó este viernes en el mismo lugar se le ve feliz, junto a su esposa, María Victoria Rojas, la mujer con la que ha compartido su vida.
Orestes Lorenzo escapó de Cuba en una aeronave de la Armada rumbo a los Estados Unidos, adonde llegó para empezar una nueva vida. En 1991 protagonizó la hazaña de volver a la Isla, burlando al Gobierno de Fidel Castro, para rescatar a sus hijos y a su mujer, quienes estaban sufriendo el acoso de las autoridades cubanas.
En una de las pocas entrevistas concedidas, Orestes Lorenzo comentó que hizo su "vuelo del amor" porque llegó a la conclusión de que no podía vivir sin su familia y no podía "tolerar la humillación de una separación impuesta".
Después de intentar sin éxito todo tipo de alternativas para que el Gobierno cubano dejase viajar a su mujer y sus hijos, el piloto decidió ir a buscarlos en una avioneta.
Para ello planificó la operación asumiendo que las posibilidades de éxito eran muy pequeñas. "La probabilidad de éxito en la operación de recoger a Vicky y los niños tendía a cero", ha reconocido el piloto.
A través de unas amigas mexicanas que viajaban a Cuba, Orestes envió a su esposa instrucciones precisas sobre la operación. Éstas incluían el plano de la carretera donde los recogería y el código de comunicación que ambos utilizarían para organizar el viaje.
Un minuto era el tiempo máximo que la familia podía permanecer en tierra cubana, el mínimo retraso daría a los aviones de guerra cubanos el tiempo necesario para derrribar el avión.
Ya de regreso a Estados Unidos, la familia contactó con las autoridades en La Habana para enviarles un mensaje que Orestes ha querido mantener en secreto.
A su llegada a Estados Unidos la noticia recorrió el mundo y fue discutida en las Naciones Unidas, donde el embajador cubano se burló del piloto calificándolo como "el superman sin alas".
Orestes vive feliz con su familia en Orlando junto con sus hijos y sus nietos.
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