Algunas de las historias de los migrantes hondureños que forman parte de la caravana que marcha a Estados Unidos, han sido recogidas en este reportaje de Univisión Noticias.
Todas tienen como causa común el desespero de los hondureños por huir de la pobreza, el hambre, las drogas y la violencia que imperan en el país centroamericano.
Una de las mujeres que la semana pasada quedó varada en el puente fronterizo de 610 metros que une México y Guatemala es Zulema, quien cargaba a su hija pequeña en los brazos.
“Mis hijos no tienen nada, por eso es que yo esto acá. Yo ya no quiero estar en Honduras, porque no tengo ni una cama ni una estufa para cocinar, no tengo nada”, dijo entre lágrimas.
Tras la estampida que se produjo al romper las vallas, algunas familias se dispersaron. Es el caso de Marta, quien pudo pasar a territorio mexicano con su bebé en brazos, pero perdió a sus otros dos hijos en la muchedumbre.
Para Berta Hernández, quien viaja con su esposo y sus tres hijos, lo que vio fue algo desgarrador.
“Duele bastante, porque son niños inocentes que no saben lo que están viviendo”, afirmó.
Berta y su pareja están huyendo del hambre, pero sobre todo de las pandillas, que les exigían a ambos 5.000 dólares, y amenazaron con “desquitarse” con su hija pequeña, que está en el kinder si no pagaban.
Para ello lo peor de este viaje ha sido “dejar a nuestra familia, a mi madre, mis demás hermanos”.
Pero no se arrepiente: “Venimos confiando en Dios que esto va a ser lo mejor para nuestros hijos, y primero Dios nos va a ayudar”.
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