Concebida para reconocer el trabajo de los diseñadores cubanos, la Semana de la Moda, en esta cuarta edición, rinde homenaje a una figura insigne vinculada a este mundo que rige la apariencia y el modo de vestir. Este reconocimiento destacó, en ediciones anteriores del evento, el trabajo de Rafael de León, Carmen Friol y Frank Ferriol.
Por primera vez la Semana incluye un evento teórico en la sede de la Alianza Francesa de Prado. En las conferencias se trata la imagen del hombre y su relación con la sociedad y la historia, los medios de comunicación y los gustos personales, sus contradicciones y aciertos a la hora de vestir.
Más de 45 desfiles conforman el programa de pasarelas en el Pabellón Cuba. Entre estas pasarelas hay cuatro dedicadas a la moda infantil, cuatro a los trajes de baño, vestidos de novia y ropa masculina, y muchas otras enfocadas en confecciones textiles, bisutería, joyería y artículos de piel. El desfile inaugural de la Semana de la Moda fue aplaudido por unas 500 personas, y ocurrieron unos nueve desfiles, todos ellos concebidos con la finalidad de rescatar el papel del sastre y del modista.
La actual edición está dedicada a los 500 años de La Habana y los 40 años de la creación del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), además es parte de los festejos por el reconocimiento que mereció la urbe de Trinidad, declarada Ciudad Artesanal del Mundo. De acuerdo con tales homenajes, la Semana de la Moda comenzó con una exposición curada por el centro de artesanía del FCBC para mostrar la maestría artesanal trinitaria.
Las Semanas de la Moda siguen siendo espectáculos vistosos y atractivos para los habaneros, mayormente desacostumbrados a este tipo de pasarelas. Este año participan 72 creadores procedentes de ocho provincias, y aunque existe el talento, y los deseos de hacer, existen muy pocos medios o publicaciones dedicadas a la orientación, y de este modo se ha erosionado muchísimo el buen gusto a la hora de vestir.
Por lo demás, buena parte de las prendas exhibidas son de un precio inalcanzable para el bolsillo promedio. O simplemente los posibles consumidores desconocen dónde y cómo se pueden adquirir, y optan por abastecerse de la ropa de pésima calidad y gusto que venden en la mayor parte de las tiendas en Cuba, o la que importan particulares desde Panamá o México.
De todas maneras, las Semanas de la Moda valen en tanto contribuyen a mejorar el gusto de los espectadores, y cimentan un respeto imprescindible por los diseñadores cubanos que desde hace años trabajan, con recursos mínimos, para mejorar la manera de vestir de los cubanos. Estas jornadas intentan recuperar la época cuendo existía el Centro de Orientación para la Moda, los vistosos estampados de Telarte o las ligeras piezas que vendían en la Plaza de la Catedral.
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