Varios accidentes provocados por el mal estado de las aceras han enviado al salón de operaciones –o al camposanto, por derivación– a medio centenar de transeúntes de Caibarién en apenas cinco años.
El portal Cubanet ha tomado testimonio a una enfermera del Cuerpo de Guardia del hospital local, quien confiesa con vergüenza: “Qué no habré visto yo pasar por mis manos”.
La publicación denuncia la triste historia de una anciana de 77 años, Herminia V. González, quien falleció por complicaciones postoperatorias tras una fractura de cadera, provocada por una caída en la acera.
Está el episodio vivido por un octogenario que cayó un enorme agujero y, por la conmoción del golpe, no pudo siquiera quejarse. O el horror que padeció una menor de edad, Teresita Rivas, que cayó sobre una cabilla –hay varias junto a las vías- y esta le atravesó la zona de la clavícula.
“Durante la década de los 90 –señala el reportaje de Cubanet– se ‘acometieron tareas priorizadas” en el sector comunal, de la mano de instituciones adscritas al gobierno de turno, presidido por la también remediana Cristina Mendiondo. Algunas obras constructivas contaban con un ambicioso proyecto, pospuesto e incumplido, con el agravante de que ya no existían recursos para llevarlas a término con mínima calidad”.
Al final, todo quedó en la colocación, a modo de aceras, de unos moldes de hormigón de escasa calidad, que terminaron deteriorándose.
Asimismo, como muestra de que la inconstancia y el abandono son la norma, se emprendió la construcción de una explanada monumental, para lo que derribaron docenas de árboles, pero la obra quedó inconclusa por la consabida falta de recursos.
Ni siquiera la antigua calle mayor de Caibarién, una de las más transitadas de la localidad, ha quedado a salvo del deterioro, y se ha vuelto un lugar donde cualquiera puede hacerse daño.
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