Como cada año miles de cubanos peregrinaron este domingo al Santuario de San Lázaro buscando solucionar sus problemas de salud o esperando la prosperidad económica.
A alguno de ellos se le pudo ver ascender por la colina que lleva hasta la pequeña iglesia situada en El Rincón, localidad situada a 17 kilómetros al sur de La Habana.
"Tengo dos promesas, una la hago por mí y otra por mi hija", aseguró uno de los devotos mientras se arrastraba por el suelo.
Se trata de rituales de admiración y devoción por San Lázaro que combinan la religión católica con las tradiciones afrocubanas.
"Para mí el Dios del cielo es Babalú Ayé. Lo quiero y lo protejo como creo que él lo hace conmigo", explicó otra creyente.
La realidad es que muchos de los peregrinos que acuden al lugar religioso sufren enfermedades. Las promesas les hacen ir de rodillas, llevar una cruz o, incluso, algún bloque de cemento en la espalda.
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