Tal vez la película más popular de Tomás Gutiérrez Alea sea Los sobrevivientes, una de las comedias cubanas más populares de todos los tiempos, estrenada en 1979. El filme cierra una trilogía de películas históricas que se inicia con Una pelea cubana contra los demonios (siglo XVII) y siguió con La última cena (siglo XVIII).
En la sinopsis se cuenta la historia de una familia de la alta burguesía cubana (los Orozco) que decide recluirse en su mansión e ignorar la marcha de la Revolución, porque para ellos duraría solo unos días y ellos necesitan conservar sus privilegios y estatus. Al igual que en Memorias del subdesarrollo, el director se asoma al telescopio de la burguesía para contemplar los problemas de la Isla.
A continuación, diez razones que han convertido a Los sobrevivientes en un clásico:
1. Es cierto que el filme se burla de la ridiculez pequeño burguesa, pero sobre todo salta a la vista la burla del empeño inútil de ciertos seres humanos, y procesos sociales, por aislarse, encerrarse para tratar de evitar los cambios y conservar sus valores y esquemas.
2. Luego de la reflexión sobre las manipulaciones del poder en su anterior La última cena (1977), el director discursa nuevamente sobre este tema a partir de mostrar la corrupción de la autarquía, su doble moral e ineptitud.
3. Al igual que otras obras del director, se mueve orgánicamente entre la comedia y la tragedia, porque el absurdo y la sátira se ven acompañados por momentos dramáticos y de humor negro, inspirados sobre todo en el cine del maestro Luis Buñuel (El ángel exterminador, Viridiana).
4. Muy pocas películas cubanas han logrado mostrar, con tanta eficacia artística, la alienación o enajenación colectiva por la actitud retrógrada de sus dirigentes, todo lo cual desemboca en decadencia y retroceso.
5. La eficacia dramática del filme descansa en el diseño de personajes, por la capacidad de estos para ilustrar una sociedad subdesarrollada y empeñada en encerrarse sobre sí misma: el poderoso que quiere conservar a toda costa su estatus, el intelectual que es consciente de lo que ocurre pero está atrapado en su cobardía, el trepador que aprovecha el caos para dominar a la comunidad con el pretexto de salvarla…
6. Para que tales personajes lograran un impacto en el público hacía falta la intervención de grandes intérpretes: Enrique Santiesteban (conocidísimo en Cuba por interpretar al déspota caricaturesco de San Nicolás del Peladero), Reinaldo Miravalles, Vicente Revuelta, Carlos Ruiz de la Tejera, Ana Viñas, Germán Pinelli…
7. Filmada en la enorme casa de Flor Loynaz, luego sede de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, la película está privilegiada por una fotografía que convierte la casa con sus jardines y sus rejas, en una cárcel, de la cual tratan de escapar algunos de sus habitantes, a pesar de todos los riesgos que signifique el exilio.
8. La dirección de arte enfatiza el deterioro causado por las circunstancias de aislamiento y de impotencia en este núcleo amurallado, que se niega a aceptar los cambios, de un modo similar al apartamento de Sergio en Memorias del subdesarrollo o al poblado donde se ambienta Una pelea cubana contra los demonios.
9. La metáfora central sobre las consecuencias del encierro se consigue gracias a la habilidad para crear atmósferas, situaciones, diálogos y citas que se comunican con otros filmes del autor: en los cuadros de los antepasados de la familia aparecen El Conde de La última cena y el Evaristo de Una pelea cubana contra los demonios.
10. Luego de su estreno en 1979, la cinta recibió importantes galardones como la distinción de Filme notable del año en Londres, tercer premio en Huelva, y el premio Caracol (en su primera edición) de producción, escenografía y guión, entre otros. En la edición 38 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano se exhibió como parte de la sección Clásicos restaurados junto con Memorias del subdesarrollo y Una pelea cubana contra los demonios.
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