Contrariamente a lo que me ha sucedido con otros atletas, con los que he compartido desde su niñez, a mi entrevistado de hoy lo conocí de jovencito, el día que se retiraba del deporte activo el bicampeón olímpico y de la Copa del Mundo, Alberto Juantorena, domingo 31 de marzo de 1985.
Con el estadio Pedro Marrero completamente abarrotado, en el ideal escenario que brindaba el Torneo Internacional Barrientos In Memoriam de ese año, y tras dar su última vuelta al óvalo, el Elegante de las Pistas entregó su camiseta a un chico delgado, de mediana estatura, moreno, que según todos decían, podía ser el relevo del santiaguero: el camagüeyano – matancero Robertico Hernández.
“¿Recuerdas ese día? Sin embargo, tú no te sabes bien la historia.”
Se encuentra en mi casa, con su característica amplia sonrisa, tan amable y caballeroso como siempre, y aunque quiero empezar por su infancia, me picó el interés.
¿Cuál es la historia que desconozco Robert?
“Ah. Que Alberto iba a despedirse corriendo, pero al comprobar quién empezaba a ser yo, desistió.”
No entiendo. Explícate.
“Fácil. Juantorena se estaba preparando para competir en ese Barrientos, o sea, despedirse corriendo, y tres meses antes Alberto (quien era entrenado por Eneas Muñoz), le pidió a mi preparador, Leandro Civil, dos corredores para que le sirvieran de liebre en su entrenamiento, en dos tramos.
“Ante esto, Leandro se ríe y le dice: 'deja eso, yo tengo un negrito ahí que va a empezar y a terminar contigo él solito'.
“A todas éstas Alberto no quería, pues pensaba que yo iba a explotar, mientras estaba feliz de poder correr junto a él. Civil le dijo que confiara, que ningún daño me iba a hacer y que sí le iba a aguantar el paso, y si se descuidaba yo le ganaba.”
¿Y qué pasó?
“Él se lo tomó muy en serio y me ganó por una centésima: un minuto 00,64 por un minuto 00,65; cabeza con cabeza.”
El pasado y el futuro se unieron en ese imaginario estambre. No hubo necesidad de despedirse corriendo. Ya el gran bicampeón tenía un relevo…¡y qué clase de relevo!
“Tras la llegada a la meta y recuperarse, Alberto Juantorena le preguntó a Leandro: '¿de dónde lo sacaste, qué le estás dando?' Y ahí mismo él decidió no competir en su despedida, no por cobardía sino porque ya estaba ahí su relevo, que era yo.”
Esta periodista recuerda aquel día como si fuera hoy. Robertico emocionado, sin palabras, sudando, nervioso, recibiendo su camiseta de manos del más grande, del más elegante, del virtuoso Alberto Juantorena, y ante el aplauso de los miles de aficionados que repletaban las gradas.
“Pero ahí no queda la anécdota, pues yo ese mismo domingo rompí el récord para el Barrientos que estaba en su poder al detener los relojes en 45 segundos 14 centésimas”.
Robertico se regodea en la historia. Sus ojos de iluminan, en su rostro se amplía la sonrisa. Buen inicio para nuestro diálogo.
“Yo nací el 6 de marzo de 1967 en Florida, Camagüey; somos tres hermanos, hijos del matrimonio de Verónica y Genaro. Tengo una hija de siete años que, créemelo, ¡va a ser grande! Es la más veloz del aula y entre las de sus edad, la que más corre. No me ciega la pasión pues le gana a sus compañeros varones.
“Tiene un somatotipo ideal: fibrosa, veloz, extremidades largas. Camina y corre como yo. Si tú la ves, dices lo mismo. En ella cifro todas mis esperanzas de mi continuidad.”
Retomemos tu niñez.
“Ah, pues de niño a mí no me pasaba por la cabeza ser deportista. De pequeño, como con siete años, mi familia se traslada a Limonar, Matanzas . Estando ya en la provincia yumurina me descubre el mismo que vio por vez primera a Javier Sotomayor, el profe Carmelo Benítez.
“Empecé con mal pie con él pues a mí no me gustaba la Educación Física y es entonces que Benítez me dice que si no asistía a sus clases no iba a pasar de grado. Así fue que él me conoce, ve en mí algo que nadie antes había observado: mi forma de correr.
“Me llevó al área especial de la Escuela Primaria Inti Peredo, donde estudiaba Sotomayor, un año antes que yo. De esa área especial fui captado para la EIDE Augusto Turcios Lima, en la capital matancera. Allí estudié del quinto grado hasta la Secundaria.”
¿Juegos Escolares?
“Competí en dos de ellos. Mi mejor resultado fue una medalla de bronce en el relevo 4 x 75 metros. ¿Sabes quiénes integraban la posta? Javier Sotomayor y Marino Dreke, dos saltadores de altura, Carlos Manuel de Céspedes y yo. ¡Tremendo piquete!”
Sí, mucho piquete, pero repetiste un grado y eso te costó salir de la EIDE y por poco…¡adiós al atletismo!, ¿no?
“Pues sí, tienes razón: repetí el noveno y fui baja de la EIDE. En ese tiempo, mi mamá se muda para La Habana, específicamente para el Vedado, cerca del estadio Pedro Marrero y día a día yo iba ahí a ver cómo entrenaban los atletas de la preselección nacional que se alistaban para competir en los Juegos Panamericanos de Caracas 83. (Recordemos que esa instalación era donde se preparaban nuestros campeones antes de 1991)
“Fue así, sentado en las gradas, que me vio Lázaro Lugones, conocido por Isasi, quien era entrenador de fondo de la EIDE matancera, que había sido convocado para trabajar en la ESPA.
“Isasi me dice: 'Niño, ¿qué haces aquí?' Y le digo que suspendí y nos mudamos para la capital y entonces me pregunta si quiero seguir en el deporte, a lo que respondí afirmativamente.”
¿Y qué pasó entonces?
“Mi mamá y yo nos personamos en la ESPA nacional, entonces en Playa, y conversamos con Isasi. Él no entrenaba velocidad pero quedó en hablar con Leandro Civil (el que llevara a Ana Fidelia Quirot a sus dos títulos mundiales) que era de medio fondo, 800 y 1500 metros, para que me viera correr.
¿Cuál fue su valoración?
“No me quiso. Dijo que yo era muy pequeño y gordito. Me aceptó por puro compromiso con el profe Isasi, y tras los primeros test…¡un desastre! Yo no podía con el kilometraje necesario para el medio fondo.
“Un día Leandro me informa que íbamos a hacer pruebas de velocidad y todos se quedaron mudos conmigo. En tenis, sin pinchos, en pista de arcilla, detuve el cronometro en 10,4 segundos. Ahí Civil vino, me abrazó y dijo: '¿de dónde saliste?'”
Me imagino: debes de haber provocado una revolución.
“Imagínate que él pensó que yo me había robado la arrancada, que corrí 90 metros en lugar de 100. ¡Qué se yo! Revisó todo, busco otro cronómetro y me dijo: 'corre ahora'.
“Corrí y repetí el 10,4. Fue entonces que me afirmó: 'tú no eres corredor de largo aliento; tú eres velocista'”.
¿Cuál fue tu reacción?
“Quedé choqueado, no lo sabía, no lo esperaba. A partir de ahí, cambió la preparación y aunque pensó en cederme al profesor Irolán Echevarría que guiaba la velocidad, se quedó conmigo hasta mis últimos días como atleta.”
Qué bonita historia pero, ¿no hubo problemas teniendo en cuenta que Leandro no era entrenador de velocidad?
“Claro que hubo pero Isasi me preguntó y yo decidí por Leandro Civil y créeme no me defraudó aunque reconozco toda la valía de Irolán.”
¿Cómo te incorporas a las competencias en el equipo nacional?
“Fue en la primera confrontación del año 1983 cuando corrí 47 segundos 40 centésimas en los 400 lisos. El único juvenil que llegó antes que yo fue Eulogio Mordoche, que fue la única ocasión en nuestras vidas que pudo ganarme.
“Esa actuación me reportó poder participar en el CREAR, un campeonato juvenil con sede en Ciudad de México. Allí obtuve 4 medallas de oro: 100, 200, 400 y el relevo corto. Fui seleccionado el más destacado de la lid. Leandro no cabía en sí de júbilo.”
¿Y qué pasó en el Mundial Juvenil de Atenas 86?
“Chica, increíble lo que pasó. Yo era el oro más seguro de Cuba, en los 200, y por esas cosas inexplicables de la vida, la dirección de la delegación no me avisó cuando llamaron a los corredores.”
¿Por qué? No entiendo.
“Yo tampoco, porque mis posibilidades de oro eran en el doble hectómetro. Fíjate que finalmente quedé segundo en los 400, aunque el campeón, el australiano Murphi, hizo el mismo tiempo que yo: 45 segundos 64 centésimas.”
A la hora del recuento, ¿a quién agradeces?
“Isasi (Lázaro Lugones) me ayudó muchísimo, me redescubrió, puso empeño en mí, confío en mí. Si no hubiera sido por él yo jamás habría sido atleta.”
¿Nunca te resultó un hándicap tener una cadera más alta que otra? Todavía recuerdo verte sangrar porque te cortabas con los pinchos.
“Contra, ¡qué memoria tienes! ni yo me acordaba de eso. Y no, no me afectó el desnivel de mis caderas, es fallo de fábrica, jajá. ¿Sabes quién fue el único que se dio cuenta que yo cojeaba al correr, además de ti? Fidel.
“Él preguntó, le explicaron y hasta la Adidas me hizo un soporte pero nada, lo deseché. No me sentía bien si no corría cojeando.”
¿Cuándo pasas al equipo grande?
“En 1985.”
¿Hasta? ¿Año del retiro?
“Hasta 1997 aunque en el 98 me hacen el retiro oficial en el estadio Panamericano, en un certamen Barrientos In Memoriam. Fue una linda tarde y la ceremonia fue emocionante.”
Hazme un recuento de tu activa vida profesional.
“Empecé pronto, pues tras salir de la edad juvenil, en 1985 participo en los Juegos Mundiales Universitarios de Kōbe, Japón, donde obtuve el oro formando parte del relevo 4 x 400, y plata en los 400.
“Estuve en los Juegos Centrocaribes de México 90 con saldo de dos preseas doradas en 400 y 200. Una lesión me impidió correr el relevo largo.
“Asistí a dos versiones de Panamericanos: Indianápolis 87 y Habana 91. Medallas de plata y bronce en la cita estadounidense y oro en la cubana (también se lesionó) fue su resultado.
“Y por supuesto, lo más impactante de mi carrera: el segundo lugar en los maravillosos Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Tú estabas allí, fuiste testigo de nuestra preparación, de nuestro hacer diario para poder materializar esa hazaña.
“Leandro Civil y Amarilis Hernández combinaron sus esfuerzos; date cuenta que yo era alumno de Civil y mis compañeros, de la profe Amarilis”.
¿Cómo fue la fase previa a Barcelona?
“Primero hicimos una base de entrenamiento en la altura azteca que resultó muy beneficiosa; de ahí tomamos parte en la tradicional gira por Europa, aunque en eventos, individualmente. Hasta llegar a la Ciudad Condal no pudimos entrenar el relevo.”
¿De quiénes se cuidaron específicamente?
“De los estadounidenses, por supuesto; bueno, los que ganaron ampliamente. Nosotros establecimos récord nacional en semi finales (2, 59, 13 que es el actual primado cubano) y pasamos a la final con la mejor marca pero Estados Unidos, como se sabía, puso a sus principales hombres en la final.
“Fue así que sin mucha dificultad aquellos monstruos: Andrew Valmon, Quincy Watts, Michael 'El Pato' Johnson y Steve Lewis sacaron una gran ventaja y las postas de Cuba y Gran Bretaña lucharon con denuedo por la plata.”
La estafeta cubana estaba formada por Lázaro Martínez, Héctor Herrera, Norberto Téllez y yo. A mí me entregan ahí ahí , o sea, cerradito el cambio, pero me las agencié para superar al corpulento pero muy veloz John Reggie, que era un nato corredor de 200.
“No puedo expresarte lo que sentí. Aparte del nacimiento de mi hija, es lo más grande que me ha pasado. Nos abrazamos, lloramos, reímos. Éramos atletas, entrenadores y tú también, saltando, bailando. ¡Experiencia única!
“Puedo decirte que esa medalla y las tres ocasiones consecutivas en las que fui seleccionado entre los 10 mejores atletas del año (1988, 89 y 90) son mis recuerdos más imperecederos en el deporte.”
Después quedaron sextos en los Olímpicos de Atlanta 96, lo que ya quisiéramos hacer en Tokio 24.
“Eran otros tiempos. Éramos muy técnicos, teníamos mucho interés. El relevo en Atlanta lo integramos Jorge Luis Crusellas, Omar Mena, Norberto Téllez y yo. Lo principal del 4 x 400, a diferencia del de 100, es que todos los corredores tienen que ser buenos en la vuelta al óvalo.
“Fíjate que en el corto lo mismo corre un vallista, que un saltador de longitud, que un especialista en 200.”
¿Y tus andanzas por las Copas del Mundo?
“Asistí a la de Canberra, Australia, en 1985. Integré el equipo América y quedamos sextos. Cuatro años después en Barcelona, la actuación fue excelente: dos títulos en los 400 y el relevo largo. Allí estaban todos los buenos corredores del mundo de ese momento y yo gané con 44 segundos 58 centésimas .“
¿Quiénes estaban?
“Uff. Estaba el entonces mejor corredor estadounidense, Antonio Pettigrew, que quedó segundo; el corredor de Costa de Marfil, Gabriel Tiacoh, que representaba a África, fue el bronce; además estaban el alemán Tomás Shoelerberg por Europa y el australiano Alvin Daniels por Oceanía.
“Estaban todos, que no te quepa duda, los mejores de los cinco continentes. Recuerdo con mucho agrado esa competencia.”
También asististe a un Mundial Bajo Techo y uno al aire libre.
“Sí, plata en Indianápolis 87, primer mundial oficial en pista cubierta: 46 segundos 9 centésimas. Primer cubano medallista en este tipo de evento, que por cierto, es muy difícil. Aquella pista inclinada, el peralte que parece te vas a caer. Además, en Cuba no existen esas salas, vamos casi directo a competencia.
“Al aire libre fue en Roma 87, donde ganamos bronce en el 4x400 con uno de los mejores tiempos de esa especialidad: 2 minutos 59 segundos 16 centésimas, que marcó récord nacional hasta que lo rompimos en Barcelona 92.”
En tu poder está la plusmarca cubana de los 400 metros. Un excelente crono por cierto.
“Sí, 44,14. Lo materialicé en el Grand Prix de Sevilla en 1990. Enloquecí cuando vi el crono en la pizarra del estadio. Yo estaba muy bien en ese año, ganaba y perdía con los grandes. Te cuento una anécdota.
“Yo estaba en el Grand Prix de Lausana, almorzando junto a mi entrenador, Leandro Civil, y en ese momento llega la delegación de Estados Unidos que venía encabezada por el Pato Johnson, a quien unos periodistas preguntaron qué pensaba de la carrera conmigo.
“Contestó que yo era buen corredor pero que él sería fácilmente el ganador. Leandro escuchó eso y me lo dijo para incentivarme, lo cual logró”.
¿Y qué pasó? ¿Le ganaste?
“Bueno, no, pero llegamos cabeza con cabeza a la meta. El Pato era el mejor del mundo, por mucho. Al concluir la carrera, se me abalanzó y me dijo: 'Hernández you are crazy men'”.
¿Por qué loco?
“Porque yo no planificaba tramos, yo arrancaba y corría pa'lante como caballo desbocado. Era cierto que a veces me faltaban las fuerzas para rematar pero era mi estilo.
“El Pato en una ocasión me dijo que yo era el látigo de los sprinters norteamericanos, excepto para él. Jajá”.
Robert, detrás de ti se estableció Norberto Téllez, plata junto a ti en Barcelona 92, cuarto en Atlanta en los 800 y segundo en el Mundial de Atenas 97. Pero de él hacia acá no ha surgido nadie más que se parezca a ustedes dos y mucho menos a Juantorena.
¿Qué pasa entre los 100 y 800 en Cuba?¿Ves futuro?
“Chica, yo no veo futuro. Los muchachos no tienen el espíritu de los de mi época: Alberto, el Chispa, Fidelia, Ana, Soto. Entrenan sin esa pasión.”
Pero yo considero que la entrada de Yipsi Moreno como comisionada ha dado un impulso al atletismo en general. Ahora mismo, este fin de semana se va a efectuar el Fortún In Memoriam precisamente para corredores de 100 hasta 800.
“Sí, no lo niego. Es una de las nuestras, estamos muy contentos. Ella misma me llamó para que me sumara a la profe Eloína Kerr, Lulú, que es la entrenadora principal de los ochocentistas y el relevo largo. (Yo trabajo desde que me retiré en la Dirección Municipal de Deportes del Cerro y estoy en el estadio en prestación de servicio).
“Y ahora, integrado de lleno a esta labor, me decepciono. Si los escuchas en pleno día: 'estoy cansado, no puedo más' y hasta ahí las clases. Yo estoy con ellos, nadie me puede hacer un cuento. A mí me gusta decir la verdad y por eso te lo digo.¿Que son todos? Quizás no, pero sí es la mayoría.
“Ahora hay un grupo de cuatro muchachos y el único que puede llegar es Lescay, que se recupera de una hepatitis, en 400, y Skayers en 200, aunque ya ronda los 30 años. Él rompió el récord nacional de Silvio Leonard en los 200 con 20 segundos 2 centésimas, y es el único que por ahora pudiera echar abajo el mío en 400.
“Da gusto verlo correr, cómo se desplaza, si quisiera bajaba de los 44 segundos. ¡Si quisiera!”
Ya sé que inauguraron la pistilla anexa y que muy pronto estará restablecida la principal con la puesta de la pizarra electrónica. Esto, junto al gimnasio de primer mundo del que ya gozan, puede influir muy positivamente en el ánimo de los jóvenes atletas.
“Es cierto, es mucho lo que se está haciendo. Siempre hemos contado con el respaldo de Alberto y ahora con Yipsi, quizás se pudiera. Pero, lo primero, es levantar el corazón, el entusiasmo, los deseos de hacer, de llegar. Hay buenos exponentes en saltos y lanzamientos pero en la velocidad, no.
“La época mía se caracterizaba por el amor a la camiseta, a las 4 letras. Ahora, que reciben el 80 % de las ganancias, andan desganados. Ojalá el nuevo estado de las pistas y el gimnasio, la cercanía de los Panamericanos y el próximo año de las Olimpíadas les dé un nuevo aire triunfal. Cuba lo merece. Yo voy a poner todo mi empeño en trasmitirles mis experiencias y enseñarles la grandeza del deporte rey.”
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