Doce años después de que Raúl Castro sentenciara en Camagüey que un vaso de leche tenía que dejar de ser un lujo para los cubanos, los agramontinos han comenzado a producir Miragurt, un alimento elaborado a partir del aprovechamiento de los residuales de la leche.
Como la producción lechera en Cuba no da las esperadas señales de recuperación, con el nuevo sucedáneo esperan paliar las necesidades alimentarias en la más ganadera de las provincias cubanas, donde al igual que en los restantes territorios de la isla “el vaso de leche de Raúl” sigue siendo una utopía.
Según la información ofrecida al periódico Adelante por Alexis Gil Pérez, director general de la Empresa Provincial de Productos Lácteos, el Miragurt es un alimento muy nutritivo elaborado a partir de residuales como el suero.
La bebida fermentada, en la que se trabajó aproximadamente 20 años y fue desarrollada por el Instituto de Investigaciones agropecuarias Jorge Dimitrov y la Empresa Láctea de Granma, integra en su formulación original maicena, almidón, sagú, arroz e incorpora probióticos como Lactobacillus acidophilus y Streptococcus thermophilus.
El semanario camagüeyano explica que quienes han degustado el Miragurt, no notan mucha diferencia entre este y el tradicional yogurt de sabores. El artículo periodístico indica que durante los meses de enero y febrero se produjeron 32 toneladas, mientras que para marzo esperan triplicar esa cantidad, a fin de continuar su comercialización con las empresas de Comercio, organismos como Educación y otras entidades estatales.
Particularmente en febrero, se alcanzaron dos toneladas de sueros saborizados y tres de requesón, a partir de la leche de soya, mientras que en marzo trabajan en la obtención del llamado ‘matrimonio’, a base de queso fundido con mermelada de frutas en potes. El semanario informó, asimismo, que “gran expectativa genera un producto parecido a la crema de bombón, elaborado con subproductos de soya”.
En su momento Adelante publicó íntegramente en sus páginas el discurso pronunciado por Raúl Castro el 26 de julio de 2007, en la Plaza Ignacio Agramonte de Camagüey, donde improvisara aquella premonitoria sentencia que, 12 años después, ha devenido en la principal promesa incumplida por el General de Ejército durante su presidencia.
“Hay que borrarse de la mente eso de los siete años, llevamos cincuenta años diciendo que hasta los siete años; hay que producir leche para que se la tome todo el que quiera tomarse un vaso de leche, y hay tierra para producirla aquí”, publicó textualmente el periódico agramontino en su momento, citando a Castro.
Una década después la industria ganadera, que antes de 1959 fuera boyante en territorios como Camagüey, continúa aletargada y solo a algunos enfermos y niños menores de 7 años se le asigna leche por la libreta de abastecimiento.
El país debe adquirir en el extranjero la mitad de la escasa leche que se consume en la isla, y un ciudadano cubano precisa invertir tres días del salario promedio para comprar una bolsa de leche en polvo en las tiendas recaudadoras de divisa.
Según expertos en la materia, solo con la eliminación del férreo control y las absurdas prohibiciones estatales que hoy pesan sobre el sector ganadero, se podría esperar el repunte de una de las primeras actividades económicas desarrolladas en Cuba. Mientras tanto, y a falta de leche, el Miragurt ocupa titulares triunfalistas.
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