Cuba es el país de América Latina con mayor carga impositiva. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los impuestos representan en la Isla el 41,7% del PIB nacional. Le siguen de lejos Brasil (32,2%) y Argentina (31,3%).
El economista cubano Elías Amor explica en esta entrevista con CiberCuba cómo repercute esa presión tributaria en la economía del país y asegura que, en su opinión, los números de la OCDE deberían revisarse al alza. Él estima que los impuestos representan en Cuba el 70% del PIB del país.
Teniendo en cuenta lo que pagan de impuestos, "a los cubanos les salen muy caros los productos de baja calidad y racionados que perciben en la canasta", dice el también presidente del Observatorio Cubano de Derechos Humanos.
CiberCuba: ¿Cómo se explica que un país en crisis tenga los impuestos más altos de la región?
La explicación reside en el sistema jurídico e institucional que rige la economía cubana, basado en la planificación central de la economía, la ausencia del mercado como instrumento de asignación de recursos y la concentración de la propiedad de los medios de producción y activos en manos del Estado. Con este diseño, de naturaleza estalinista y que se encuentra obsoleto, en Cuba la carga impositiva es de las más altas del mundo si se tiene en cuenta que los ingresos del estado son prácticamente la totalidad de los que se generan en la corriente circular del PIB de cada ejercicio. En tales condiciones, la situación de crisis tiene poco que ver con ese diseño del sistema económico. En los tiempos de la subvención soviética, Cuba tenía este mismo modelo, y la crisis era de otra índole. Llegó el Período Especial y se comprobó la pérdida de tiempo. Con los ingresos petroleros de Venezuela, acabaron las vacas flacas, pero desde 2016, con el descenso de los envíos, vuelven los problemas de liquidez. La estructura del sistema tributario impide que la economía genere riqueza. Están atrapados en un círculo vicioso de ideología comunista.
Los expertos hablan de Cuba como "un caso aparte". ¿Es real la carga ipositiva del 41,7% en la Isla?
En efecto. Cuba es un caso aparte en el mundo, porque ese porcentaje estimado del 41% que calcula la OCDE me temo que no representa realmente el total de la recaudación estatal en la economía cubana. Pensemos que todas las empresas y los activos en Cuba pertenecen al Estado y éste, por tanto, detrae recursos de las mismas en función de sus necesidades. Un alquiler que paga un trabajador por cuenta propia al Estado por un pequeño local es un ingreso del Estado. En tal caso, los recursos que se obtienen en la economía actúan como impuestos que pasan a las arcas del Estado.
De igual modo, el Estado tiene que inyectar en sus empresas recursos financieros para mantener, por ejemplo, los precios de la canasta normada. Los ingresos de las actividades no tributarias y los gastos de las no presupuestadas representan un caso único en Cuba, que se debe tener en cuenta para determinar el peso de la actividad estatal en la economía.
Por ejemplo, los ingresos no tributarios, básicamente los aportes de las empresas estatales y las tarifas de los servicios mercantiles, representan el 27% de los ingresos totales. Los gastos de las actividades no presupuestadas suponen el 37% de los gastos corrientes. Se trata de un caso único a nivel internacional, que ofrece una idea del alcance de la intervención estatal en la economía cubana. En tales condiciones, ese porcentaje de la OCDE se tendría que revisar al alza, y se podría estar hablando de unos ingresos estatales por encima del 70% del PIB.
Usted defiende que Cuba descapitaliza las empresas al no aplicar impuestos progresivos. ¿Hay algún otro país que lo haga? ¿Qué perjuicios tiene para las pequeñs y medianas empresas que los impuestos sean iguales para todos?
El Estado es dueño de las empresas y activos de la economía, y por tanto, detrae recursos sin dar explicaciones. Son los ingresos no tributarios a los que hacía referencia antes. Con esta práctica, descapitaliza sus propias empresas. En el presupuesto esta actuación recibe el nombre de “aportes de las empresas estatales”, pero es una extracción obligatoria, que no tiene carácter progresivo, y que se establece a partir de la titularidad que ostenta el Estado, sin más. Lo normal, en el resto del mundo, es que las empresas paguen al Estado a partir de los beneficios obtenidos (diferencia entre ingresos y gastos) pero en Cuba el Estado no se resigna a esperar y detrae directamente de los ingresos. Si se adoptase este modelo, en el caso de Cuba implicaría que el valor añadido de las empresas sería mayor y podría ser destinado para otros fines técnicos y productivos o las inversiones, evitando la descapitalización.
China y Vietnam privatizaron las empresas estatales y hoy son competitivas y no necesitan subvenciones. Cuba debería ir por la misma vía si no quiere entrar en una crisis permanente de liquidez como la que ya presenta.
Los trabajadores por cuenta propia afrontan un escenario tributario todavía peor. El régimen no quiere que acumulen riqueza y crezcan. Esto lo ha puesto en la nueva Constitución. Por ello, toma decisiones absurdas como por ejemplo, el impuesto que pagan los arrendatarios de tierras (que no son los dueños de las mismas) por dejarlas sin cultivar un período de tiempo. Este tipo de prácticas no existe en ningún país del mundo, salvo Corea del Norte e incluso están viendo la posibilidad de implementar medidas como las del Doi Moi de Vietnam. Cuba se queda sola a nivel mundial con su “socialismo” y el monopolio comunista.
¿Cuáles serían los impuestos justos en Cuba?
Un sistema tributario justo, en cualquier país, se debe basar en la suficiencia, equidad, progresividad y capacidad para mejorar la distribución de la renta sin discriminar a nadie. El sistema tributario cubano no cumple ninguno de esos principios porque además no tiene raíces democráticas. Ningún economista cuestiona la importancia de contar con unos ingresos estatales para financiar servicios públicos. Este modelo es aceptado por todos, cualquiera que sea su ideología. Se podrá pensar en impuestos más altos o más bajos, pero los impuestos deben estar ahí. En Cuba, la justicia tributaria exige empezar por eliminar los ingresos no tributarios, así como también los gastos de la actividad no presupuestada, es decir, aquello que permite al Estado intervenir de forma directa en las empresas y activos de la economía. Esto representa alrededor del 35% del presupuesto total, que si dejase de existir, se introduciría en forma de mayor valor añadido para las empresas y los activos de la economía. De igual modo, muchas de las figuras tributarias directas e indirectas se tienen que revisar, porque han mostrado ser ineficientes y generar distorsiones en su aplicación, como la Seguridad Social o el impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo, entre otros.
¿Qué pasaría si se bajan los impuestos en Cuba?
Si en Cuba se bajasen o en su caso eliminasen, los ingresos no tributarios y los gastos de la actividad no presupuestada, los trabajadores de las empresas estatales podrían percibir salarios más elevados, acordes con su productividad y con ello se estaría creando la base para un mercado de consumo con poder adquisitivo creciente que podría pagar los precios de los bienes producidos por las empresas sin necesidad de tanto subsidio o apoyo financiero. Éste sería el momento para introducir el IVA, impuesto del valor añadido, un impuesto sobre las transacciones que existe en numerosos países del mundo, y que tiene un gran potencial de recaudación, suprimiendo las obsoletas levas sobre circulación y ventas o servicios, que tienen un efecto regresivo sobre amplios segmentos de la población.
Cualquier reforma tributaria en Cuba debe ser democrática, negociada con los agentes económicos y sociales y fruto del consenso político. Su diseño debe ir dirigido a ayudar a las empresas para que crezcan, sean prósperas y generen empleo, una vez se privaticen plenamente, a crecer y desarrollar para que la economía mixta sea una realidad y el Estado pase a desempeñar las funciones que le corresponden. Además, los ciudadanos deben continuar recibiendo los servicios públicos, pero han de tener información de que estos se mantienen y financian gracias a sus impuestos. En una economía, nada es gratis, por mucho que el régimen castrista se empeñe en lo contrario.
¿En qué emplea Cuba lo que recauda en impuestos teniendo en cuenta que Educación y Salud están crisis?
Educación y sanidad representan actualmente el 51% del presupuesto del gasto corriente. Otra cosa es la gestión de ese dinero, que deja mucho que desear. Hacer recaer sobre el Estado toda la prestación de estos servicios es una grave irresponsabilidad, porque genera una serie de demandas insatisfechas que, a la larga, impiden a los gastos adaptarse a las exigencias de cada momento. Posiblemente, habrá que orientarse hacia una mayor participación público y privada en los servicios públicos, como ocurre en todos los países del mundo, lo que permitiría liberar recursos para otras actividades, como las inversiones.
La alternativa es privatizar las empresas y dejar que produzcan libremente orientadas por la demanda del mercado. Ese es el gran paso que se tiene que dar en la economía cubana.
Entonces, hay que prestar atención al importe de la actividad no presupuestada, que son los recursos financieros que el Estado comunista canaliza a las empresas de su propiedad para que puedan producir a precios bajos, los que se fijan en la canasta normada. Interesa destacar que el importe de estos gastos es un 25% superior al que representan Educación y Sanidad. A los cubanos les salen muy caros los productos de baja calidad y racionados que perciben en la canasta.
El Estado comunista subvenciona a sus empresas, poco competitivas e ineficientes, para que produzcan a precios bajos. Esto es insostenible, y debería ser objeto de discusión. La alternativa es privatizar las empresas y dejar que produzcan libremente orientadas por la demanda del mercado. Ese es el gran paso que se tiene que dar en la economía cubana.
Además, no deja de ser significativo que en los últimos años, el número de empresas estatales se ha reducido continuamente, dentro de la política de eliminación de empresas con pérdidas (desde 2012 el número de empresas ha disminuido casi un 20%), pero así y todo, los gastos que se destinan a la actividad no presupuestada, han experimentado un aumento del 120% en el mismo período, frente a solo un aumento del 15% del total del presupuesto estatal.
Es evidente que estas empresas sirven al Estado para recaudar cuando precisa liquidez, pero tienen un elevado coste para los cubanos por esas inyecciones de recursos que, si no tuvieran que realizarse, se podrían destinar a otras actividades necesarias para el país, como las infraestructuras.
El Estado comunista, con su obsesión por el control económico de las empresas y activos, está cavando su propia tumba económica, y ya no da para más. China y Vietnam privatizaron las empresas estatales y hoy son competitivas y no necesitan subvenciones. Cuba debería ir por la misma vía si no quiere entrar en una crisis permanente de liquidez como la que ya presenta.
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