El pueblo de Joturo Abajo, en la provincia oriental de Santiago de Cuba, es una localidad aislada y prácticamente abandonada, lejos de la escuela y los puntos médicos. Así lo presenta la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) en un reciente reportaje.
Entre las dificultades del “día a día” que tienen que afrontar sus residentes está el problema del transporte, un servicio casi inexistente. Caminos llenos de huecos y baches, por los cuales no pueden transitar vehículos o tractores.
“El camino está malo, mira ese camino como tiene huecos ni el caballo puede pasar por ahí”, declaró uno de los vecinos del área.
Este triste panorama obliga a que los niños de Joturo Abajo tengan que caminar, diariamente, entre 8 y 10 kilómetros para llegar a la escuela. En total, al día pueden haber viajado a pie distancias de hasta 20 kilómetros.
“Están yendo a pie y la mitad de las veces no van porque no hay transporte”, explicó el santiaguero.
Una de las estudiantes de la zona informó que las autoridades habían quitado los ómnibus o “guaguas” por el mal estado de los caminos. Vías las cuales, supuestamente, se encuentran reparando desde hace algún tiempo.
Como los alumnos deben ir a pie y enfrentarse a largas distancias, se ven obligados a levantarse entre las 4 y 4:30 de la mañana para poder llegar a tiempo a la escuela. No obstante, muchas veces solo reciben una hora de clases.
De acuerdo con el reporte de UNPACU, los niños de Joturo Abajo presentan déficit de aprendizaje. En la escuela del apartado territorio solo hay un maestro que tiene que atender entre tres y cuatro grados.
“Vienen a las 8 y se van a las 9 (...) qué aprenden esos muchachos”, se cuestionó el vecino.
Para el padre de familia, residente de la localidad, se necesita que el maestro de clases, por lo menos, dos veces al día, durante la mañana y luego en horario de la tarde. “Tenemos que darle almuerzo porque necesitamos que los enseñen”.
Otro de los graves faltantes en Joturo Abajo, es la de un médico propio de la localidad. Existen en el área una serie de menores asmáticos, lo cual condiciona que los padres siempre tengan que tener preparados caballos para “correr” en caso de un posible ataque de sus hijo.
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