Difíciles de imaginar son las historias de los migrantes cubanos que atraviesan la selva de Darién, con el objetivo de llegar a Estados Unidos. Tal es el caso de Gladis Pérez Molina, a quien se le presentara el parto cuando llevaba casi seis horas de camino entre Caná y Metetí, en Panamá.
"La madre gritaba y su angustia se nos contagió a todos", comentó a Diario de Cuba José Lino Asencio López, uno de los 53 presos políticos liberados en 2015 como parte de las negociaciones entre la administración del entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el Gobierno de Raúl Castro.
"A hombros la cargamos durante ocho horas más hasta Metetí. Solicitamos una ambulancia, pero llegó 10 horas después, cuando la mamá ya había parido con la ayuda de una enfermera cubana", agregó.
Gladis y Lino Asencio forman parte de la pequeña caravana de 16 ciudadanos procedentes de la Isla que atravesaron el territorio venezolano para escapar de Trinidad y Tobago y finalmente, arribar a su destino final: Estados Unidos.
En este grupo también se encuentra René Gutiérrez, un adolescente de 14 años de edad que ha pasado los últimos 24 meses de su vida en albergues, trabajando para comer y protestando por sus derechos.
René, soportó una ardua travesía que le obligó a deshacerse de sus abrigo y algunos recuerdos para “poder subir lomas y atravesar pantanos”. Incluso llegó a atestiguar la presencia de cadáveres en medio del camino.
"Después me tocó soportar el fuerte frío de la noche, pero uno en la selva solo vive el momento", declaró al medio.
Según relata el joven, al llegar a Puerto Obaldía y divisar a los oficiales del Servicio Nacional de Fronteras de Panamá (SENAFORT), sus esperanzas se reavivaron. Lamentablemente, esta alegría duró muy poco.
"Nos dijeron que no podíamos pasar, que teníamos que seguir por la selva. Y nos mintieron, por eso solo descansamos una noche. Nos dijeron que llegar a Caná máximo tomaba un día, pero fueron cinco", narró. "Lo más duro fueron las noches; no dormíamos porque los animales merodeaba los campamentos".
Luego de cinco días llegaron cansados y sin alimentos a Caná y a pesar de las pésimas condiciones lograron arribar a Metetí, después de que un guardia del SENAFRONT les avisara que quedaba una hora de camino.
Reportes de Diario de Cuba indican que una vez en Metetí, Gladis, su bebé y esposo fueron trasladados hasta Ciudad de Panamá.
En Metetí existe una base militar del SENAFRONT y un refugio donde los migrantes deben esperar largos períodos antes de poder continuar su travesía. El albergue ha sido comparado un “campo de concentración”, puesto que los indocumentados reciben un único alimento al día -arroz con pescado enlatado- y los enfermos no tienen asistencia médica.
Una vez que las autoridades migratorias hayan verificado la información de los viajeros, se les permite continuar hasta Chiriquí, un punto fronterizo a menos de una hora de Paso Canoas, Costa Rica, que solo permite el tránsito de 50 personas por día.
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