Regulan la venta de alimentos en Cuba: "La cosa está mala y se pondrá peor"

La decisión de regular y controlar la venta de “determinadas mercancías” no resuelve las verdaderas causas del desabastecimiento en la isla.

Colas en Cuba © CiberCuba
Colas en Cuba Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

La más triste frase que he escuchado en las últimas semanas ha sido sobre el papel higiénico. “No hay papel sanitario ni en los centros espirituales, pero, de todas formas, ¿para qué lo necesitamos si no hay qué comer?”, dijo a mi lado una señora, unida a la extendida opinión popular de que “la cosa está mala y se pondrá peor”.

De ahí que la decisión de regular y controlar la venta de “determinadas mercancías”, ante “determinadas escaseces”, no resuelve las verdaderas causas del desabastecimiento en la isla.


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Si bien las autoridades han atribuido las tensiones financieras que atraviesa el país al recrudecimiento del bloqueo de Estado Unidos, para no pocos cubanos “el pollo del arroz con pollo” está en que “nos aferramos a un modelo económico ineficiente, improductivo y profundamente dependiente de otros”.

Según expone el cuentapropista Yoel, de 31 años, “el gobierno plantea que hemos tenido que buscar nuevos mercados más distantes y, por tanto, más costosos, y que eso ha impactado en los niveles de abastecimiento a la población, pero todos sabemos que las causas del desastre que estamos viviendo no son solo las expuestas. La falta de autocrítica es evidente.

“El bloqueo (embargo), está bien, tiene una cuota de responsabilidad, es innegable, pero que no se siembre maíz para alimentar a los animales, que se mantenga la prohibición que impide a los productores de ganado vacuno sacrificar sus reses, que no se encuentren estímulos para lograr que nuestros campesinos produzcan más, que de manera bochornosa estemos importando azúcar porque no somos ya capaces de producirla, no es culpa del bloqueo.

Basta ya de justificaciones. Hay que aterrizar, pero ahora mismo, porque no aguantamos más experimentos. Lo que nos está pasando una vez más afecta a los más desdichados, los que trabajan, y evidencia la inoperancia del sistema. La comida, que es el reto diario del cubano, se pierde casi totalmente o se acaba delante de nuestras narices después de haber recorrido kilómetros para encontrarla. La decepción hace olas”, asegura el propietario de un restaurante en Habana Vieja.

En palabras de la dependiente Marisol, de 53 años, “a pesar de que hay escasez de muchos productos y otros que se decía que a estas alturas estarían estables, siguen perdidos, la gente se queja, pero a nivel de pasillo. Andamos como corderitos en vez de tirarnos a protestar en la calle. Una sola persona no puede corregir el país, pero sí millones. Tenemos que dejar de ser simples observadores del caos y reaccionar. En Cuba, o contribuimos todos o nos jodemos todos.

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“Es positivo que se tomen medidas para garantizar un acceso más equitativo a los pocos productos que tenemos. Pero, además, deberían permitirnos importar alimentos libres de impuestos, sin que tengamos que pagar más de lo que ya pagaron en el exterior, siempre que no representen un riesgo para nuestro país.

“Por otro lado, no tenemos solvencia económica y estamos buscando productos en mercados lejanos que nos brinden crédito, mientras miles de dólares terminan en la zona franca de Panamá provenientes de ciudadanos cubanos que importan de manera personal muchísima mercancía. ¿No podría el Estado usar un mecanismo similar?”, plantea.

Desde la óptica de Antonio José, de 38 años, lo que hay es que acabar de darse cuenta de que el estafador no es el culpable del desabastecimiento crónico que hay en Cuba. “Han tenido hasta la cara de decir que en este primer trimestre de 2019 hay productos como el aceite, el huevo, el arroz, entre otros, cuyos abastecimientos se han mantenido estables e incluso se han incrementado, pero no sé dónde.

“La escasez en Cuba se mantiene invariable, mientras aumenta el temor de la población que no ha tenido más que comprar al por mayor siempre que puede. No podemos ver como algo normal que los productos se acaben en horas por la venta descontrolada y la compra excesiva, pero es algo que le toca resolver a los dirigentes y no lo hacen.

“Si los que deben controlar y los expertos que buscan soluciones no son capaces deben ser cambiados. Creo que hace mucho tiempo son más las limitaciones que nos ponemos nosotros mismo o las ponen las altas esferas del Estado”, afirma el ingeniero industrial que trabaja en una agencia turística.

A tenor con lo que denuncia un forista de Cubadebate, “mi padre y yo tenemos tierras ‘ociosas’ hace ya casi diez meses, y debido a una enorme cantidad de trámites burocráticos por parte de la cooperativa que supuestamente nos tiene que hacer los contratos y los trámites del banco, aun no se ha podido producir nada significativo. ¿Cómo es que se quiere aumentar la producción de alimentos, con esa cantidad de burocracia y papeleo?”.

“Para una distribución justa y racional”, el gobierno cubano ha aprobado la regulación de renglones básicos como el pollo, el huevo y la salchicha, así como otros de aseo e higiene, pero ha enfatizado en que ninguno se incorporará a la canasta familiar normada.

Únicamente el huevo, el arroz, los frijoles, el chícharo y las salchichas serán comercializados a través de la libreta de abastecimiento de forma controlada para “evitar el acaparamiento y de acuerdo con la disponibilidad”, mas la venta se hará en los establecimientos de productos normados, pero con precios liberados.

Al respecto, explica la maestra retirada Emma, que “hace falta que pongan más cosas por la libreta de abastecimiento, en tanto dure esta situación desfavorable, para que el trabajador promedio tenga la posibilidad de acceder a productos de primera necesidad sin tener que comprarlos a los revendedores.

“Hay que pensar en los ancianos que viven solos y no pueden recorrer cinco tiendas o estar dos horas en una cola o ir de una punta a otra de la ciudad para comprar alguna mercancía. Y también en el resto de la población activa que no puede abandonar su puesto de trabajo para salir a buscar pollo. Lo que necesitamos, en tanto el gobierno no cambie sus niveles de ineficiencia, son productos controlados o regulados, no subsidiados. Que cada cual compre lo que pueda.

“Ante una situación tan mala, sería incluso razonable que, al menos de forma temporal, llevaran a las bodegas nuevamente artículos como pollo, aceite, detergente, jabones y pasta dental, no solo arroz, frijoles y perritos calientes. No serían productos dirigidos, pero estarían al alcance de todos”, destaca la profesora.

Asimismo, el médico Ernesto, de 29 años, considera que “no se puede negar que volver a usar las bodegas y la libreta de abastecimiento para aguantar la crisis es un retroceso, pero no podemos seguir viviendo para hacer colas, yendo de un lugar a otro para ver si alcanza lo que venden y depender de los revendedores. Ahora sí que se salvaron los bodegueros porque al paso que vamos la libreta va terminar siendo un tratado. Es penoso que el consumo de alimentos dependa de la bodega, pero es la manera que tiene el pueblo de tener los suyo seguro en un almacén y comprarlo cuando disponga de tiempo y dinero, algo que les sobra a los revendedores y a los jefes.

“De nada vale que el Ministerio de Comercio Interior defina estas políticas, si ante la escasez estamos administrando la crisis en vez de producir más. Además, en ningún momento hablan del aceite, que es el producto que más problemas está generando problemas”, concluye.

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