Aunque en Facebook y otras redes sociales algunos prefieren decir que ha fallecido la olvidada cineasta cubana Marisol Trujillo, aquí preferimos asegurar que ha muerto la muy recordada autora del extraordinario documental Mujer ante el espejo (1983), Gran Premio de dirección en el Festival Internacional de Cine de Arte, en París; Premio Colón de Oro en Huelva y Premio Especial en el Festival Mundial de Televisión de Sapporo, en Japón.
Graduada en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, Marisol Trujillo (nacida en 1946), colaboró en la crítica de cine en publicaciones cubanas como Unión, el periódico Granma, la revista Mujeres y el suplemento cultural El Caimán Barbudo. En 1971 comienza a trabajar en el Centro de Información del ICAIC, y a colaborar con la revista Cine Cubano.
Se vinculó directamente a la producción como guionista de diversos documentales de variada calidad entre 1973 y 1976, y luego pasa a ser asistente de dirección en filme como la superproducción El recurso del método, de 1977. Poco después le permiten debutar, impulsada sobre todo por Sara Gómez, con Lactancia (1977) en el cual destaca lo que sería su preferencia temática en los próximos veinte años: la mujer y su interacción con la sociedad, o la familia como núcleo fundamental de toda realización.
Marisol Trujillo no dirigió en exclusiva documentales relacionados con el mundo femenino. También podía cambiar el registro y consagrarse, como lo hizo, a realizar varias monografías documentales sobre artistas cubanos de la plástica: Mariano (1980), Paisaje breve (1984) y Motivaciones (1988).
Su fascinación por este mundo del arte y sus protagonistas se trasluce también en El sitio en que tan bien se está (1978), A escena (1980), Canción feliz (1983), la ya mencionada Mujer ante el espejo y Oración (1984), notable reconstrucción del mito Marilyn Monroe mediante la manipulación de imágenes de archivo (edición de Miriam Talavera), con el sonido del poema homónimo de Ernesto Cardenal). Su último filme fue Arte y desechos (1994).
En una entrevista con Teresa González Abreu para la revista Cine Cubano, Marisol describió sus experiencias en el cine: “Trabajar casi siempre con hombres y lo que ello puede significar para una mujer, la única mujer que (por ahora, espero) dirige cine en el ICAIC, no fue tan difícil. Y es que cuando se dirige cine, sea hombre o mujer, lo que hay que hacer es acortar las distancias. Para mí lo importante es que la gente crea en lo que hace. Lo difícil, en realidad, radica en poder trasladar esa pasión tuya a lo que se va a hacer, y a quienes lo van a realizar”.
Según han relatado algunas cineastas y estudiosos del cine cubano, Marisol tenía el proyecto de realizar un filme de ciencia ficción, protagonizado por un niño que se llamaba Ociel, que tenía encuentros con extraterrestres. Se le dio luz verde a la preproducción, pero la cineasta comenzó a mostrar síntomas de desequilibrio nervioso, hubo problemas en el equipo y ella terminó apartándose del cine, frustrada y desilusionada.
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