3G ni 4G; G-2, ETECSA y Marabú

La escasez de tarjeta se produce justo a raíz del twittazo que inundó a ETECSA de peticiones de rebaja en los precios de su servicios monopólicos en la isla, donde es la única empresa autorizada a prestar servicios de comunicación telefónica.

Cubanos miran sus celulares en Paseo y Malecón © CiberCuba
Cubanos miran sus celulares en Paseo y Malecón Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

Las redes cubanas siguen siendo lentas e ineficaces en coherencia con el Estado que las promueve y comercializa; pero sin perder los reflejos represivos y ahora mismo es casi imposible comprar tarjetas NAUTA en La Habana, donde se producen largar colas en las oficinas de ETECSA para recargar el saldo de los teléfonos móviles mediante el raspadito del sombreado de los códigos que aparecen en cada tarjeta vendida.

La escasez de tarjeta se produce justo a raíz del twittazo que inundó a ETECSA de peticiones de rebaja en los precios de su servicios monopólicos en la isla, donde es la única empresa autorizada a prestar servicios de comunicación telefónica.


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La súbita “desaparición” de las tarjetas NAUTA no afecta a las recargas que se hacen desde el extranjero para los saldos de clientes cubanos, a través de la página web de la propia compañía telefónica y otras plataformas adheridas al sistema de ETECSA que ofrecen sus servicios a los cubanos emigrados, uno de los pilares de la cuenta de resultados de la entidad al servicio del castrismo y de su aparato de Contra-Inteligencia.

Aún cuando ETECSA podría alegar varias excusas para intentar explicar la escasez de tarjetas NAUTA en su red comercial; la práctica revela los métodos del castrismo: palo cuando la masa se porte mal y zanahoria a precio de caviar si se porta bien, aunque sea fingiendo.

La escasez es, principalmente, capitalina, porque CiberCuba comprobó con algunas personas de Tunas, Holguín, Camagüey, Villa Clara, Artemisa y Pinar del Río que en sus localidades las tarjetas NAUTA se venden con la normalidad habitual; de ahí que sea fácil colegir que los habaneros hayan sido los que más secundaron el twittazo, al que se sumó Yoani Sánchez. Un gesto que le valió una catarata de insultos y ataques de los compañeros consagrados a custodiar la cuenta de resultados de ETECSA.

Con datos del twittazo en la mano, ETECSA debe haber decidido castigar a los capitalinos, sometiéndoles a grandes colas para comprar una tarjeta de recarga de saldo en sus teléfonos móviles, en otro ejemplo de práctica comercial desleal con sus clientes y agresión sin sentido a los cubanos descontentos con sus precios.

Con datos del twittazo en la mano, ETECSA debe haber decidido castigar a los capitalinos, sometiéndoles a grandes colas para comprar una tarjeta de recarga de saldo en sus teléfonos móvile

En las democracias burguesas, la gente protesta habitualmente por los precios de la luz, incluso, se agrupa en asociaciones de vecinos para negociar mejores precios con las compañías y a ninguna empresa se le ocurre restringir su acceso a los kilowatts.

En el ámbito de las telecomunicaciones existen varias compañías que compiten entre sí por dar mejor servicio a mejor precio a los ciudadanos y cuando han pactado precios de ofertas y servicios, han sido denunciadas y sancionadas por el Estado español, por ejemplo.

Tampoco existe en Cuba la figura de Protección al Consumidor o Asociaciones de Consumidores que velen por las buenas prácticas comerciales de empresas de servicios, incluidos los pequeños comercios ni mucho menos la institución de Defensor del Pueblo, nombrada directamente por el Parlamento y que se ocupa de defender a los ciudadanos ante los excesos del propio Estado.

En cambio, en el paraíso proletario, los obreros y campesinos sufren las imposiciones de las empresas –casi todas en posición de dominio monopólico- en cuanto a servicios, tarifas y reclamaciones.

En el paraíso proletario, los obreros y campesinos sufren las imposiciones de las empresas en cuanto a servicios, tarifas y reclamaciones

Ahora que el tardocastrismo está dando agua al dominó legislativo debía establecer entidades de protección de los derechos del consumidor y legislar a favor de la agrupación de consumidores, aunque les llamen usuarios, que es el vocablo favorito del léxico revolucionario para evitar aludir al consumo.

La sociedad cubana es adulta y la mayoría de los cubanos dedican parte de sus ingresos a sostener a ETECSA para estar comunicados porque la red fija no cubre todo el país como sí lo ha conseguido el Sistema Único de Vigilancia y Protección, un mecanismo represivo que cuenta con buena cobertura de telecomunicaciones.

Mientras se desbloquea la venta de tarjetas NAUTA en La Habana y se levanta el castigo a los protestones del twittazo y demás clientes, los consumidores capitalinos agradecerían a ETECSA que establezca más puntos de recargas y evitar así las largas colas de personas con el saldo agotado o a punto.

La extensión y revitalización de la red de recargas no sería gravosa para una compañía que solo en el primer mes de venta de paquetes 3G recaudó 12,5 millones de CUC, que equivale casi a un millón por habitante de la isla y casi idéntica cifra en dólares norteamericanos, además de que crearía nuevos puestos de trabajo sindicalizados y revolucionarios que –junto con la vigilancia- es otro objetivo de ETECSA.

El desatasco aliviaría también el trabajo de los compañeros de la Contra-Inteligencia, que, desde la Primavera Árabe, deben permanecer atentos a cualquier molotera que se forme espontáneamente, que cantaría Beatriz Márquez, o por necesidad de un trozo de pollo, un bombillo para una habitación o recargar el teléfono para estar comunicado racionalmente y, en algunos casos, “especular”, como han bautizado los cubanos a lo que siempre fue ostentación.

Facilitando las recargas, ETECSA imprimiría mayor dinamismo económico a su cuenta de explotación y, de paso, ayudaría a vender más a la comercializadora de carbón de Marabú que –como casi todo en Cuba- cumple dos o tres objetivos: medioambiental, librando tierras del arbusto espinoso, desarrollar mentalidad exportadora y recaudar dinero para la leche en polvo y para los fusiles de la MTTs, ahora que Trump se ha empeñado en arrebatarles los ¿sueños? a los milicianos del G-3; que no deben ser confundidos con el G-2, la única escuela que la revolución convirtió en cuartel.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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