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A poco más de una semana del establecimiento de precios máximos a algunos de los productos comercializados por los cuentapropistas habaneros, los capitalinos insisten en que la nueva medida “no resuelve ningún problema”.
Si bien la disposición aprobada por el gobierno de La Habana para las actividades de servicio gastronómico en cafeterías y de panadero-dulcero asegura estar incentivada por “las preocupaciones” de la población, en palabras de Jessica, estudiante de Derecho, “los nuevos precios solo propiciarán más corrupción. Regular no es la solución, es solo un paliativo. La crisis solo la acabará una mayor producción.
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“Necesitamos que el Estado deje de decir que es lo mismo tomarse una cerveza fría, con buen servicio y aire acondicionado, lo mismo a las dos de la tarde que a las 12 de la noche, que tomársela caliente parado en un timbiriche.
“Seguimos empeñados en hacer las cosas diferentes para luego reconocer que no funcionaron, que fueron un error. Es como ponerle una venda a una herida que lo que necesita es una cirugía. Se trata de una medida que legaliza precios que aún son inaccesibles para el trabajador promedio”, afirma.
Según expresa el informático Ernesto, “es una hipocresía del Estado topar precios mientras sigue manteniendo impuestos abusivos sobre todo lo que vende en las tiendas y cobrándole tributos millonarios al sector privado. Está claro que al gobierno es al primero que no le conviene que haya precios diferenciados para que los cuentapropistas se abastezcan.
“De todas formas, los precios siguen estando bastante por encima de lo que puede pagar la mayoría. Hay que estar en la calle para ver cuánta gente no tiene ni cómo entrar a una cafetería donde una malta cuesta debe costar ahora 22 pesos. Para que los precios realmente bajen tiene que bajarlos el Estado habilitando un mercado mayorista. El día que esta sociedad sea de verdad competitiva nos desarrollaremos eficientemente”, indica el ingeniero de 35 años.
Además, explica el médico Ismael, “lo que sí no disminuyen ni amarrados son los impuestos. Si no han quebrado más negocios particulares es porque sus dueños han encontrado la manera de burlar las regulaciones y siempre aparece quien les ‘resuelve’ las materias primas. De una manera u otra, lo que hemos estado haciendo es legalizar el contrabando y acabar con el progreso. Que la máxima autoridad de La Habana haya decidido topar los precios no cambia esa realidad.
“Lo más lógico es que los trabajadores por cuenta propia, tal como dice la ley, vendan lo que son capaces de elaborar. Sin embargo, en cualquier esquina te los encuentras vendiendo latas de pasta de tomate, cajas de leche, pomos de aceite, paquetes de café, etc. No producen nada de eso, sino que lo compran en la tienda y lo revenden casi en el doble de lo que les costó”, agrega.
De acuerdo con el cuentapropista Jorge, gerente principal de un restaurante habanero, “está muy bien lo de los precios topados si nos van a poner dónde comprar lo que necesitamos. Es ilógico que alguien piense que si nos va bien el negocio no vamos a almacenar los productos que tienen más salida porque sabemos que de un día para otro las cosas se desaparecen de las tiendas, no solo porque no hay suficiente producción nacional, sino porque la distribución de lo que se importa es nefasta.
“No es ningún delito tener un stock de mercancías que no nos pueden faltar. ¿Cómo funcionaríamos si compráramos una cajita de cerveza y al acabarse, no encontráramos más en la tienda o si lo hacíamos teníamos que servirla con hielo porque el Estado nos la vendió caliente? Con la nueva medida reducen nuestras ganancias, pero el pueblo sigue igual de jodido sigue sin poder comprar nada”, afirma el trabajador privado.
A tenor con lo que refiere Miriam, dependiente de un mercado en divisa, “los productos no estaban caros antes, sino que son pocos, la demanda es mucha y seguimos sin tener un salario que responda a nuestras necesidades básicas. El verdadero problema es que tenemos una economía 1.1., cuando el mundo tiene una 3.0.
“Lo que debemos hacer es abastecer las tiendas con todo tipo de recursos y venderles a los cuentapropistas al por mayor. Aquí la gente se ríe de las regulaciones de precios. De hecho, ahora mismo hay muchas cafeterías que no han bajado sus tarifas. Lo primero que tienen es que entender cómo siempre hay de todo en los particulares y no topar tantos precios.
“Por otro lado, las propias instalaciones gastronómicas estatales tienen precios más elevados que los particulares. Es inadmisible que siendo el Estado el único comprador y distribuidor de productos como la cerveza y el refresco, se dé el lujo de tener para un mismo artículo innumerables precios. ¿En qué país se ha visto un impuesto tan alto sobre el consumo o un gobierno que tope el precio de la cerveza, por ejemplo?”, dice la joven de 29 años.
La profesora universitaria de Contabilidad, Laritza, destaca que “esta medida desconoce leyes básicas de Economía y solo traerá más robo. El problema son los salarios, la baja productividad y los altísimos precios de los productos de primera necesidad que vende el Estado. Eso no hay quien lo controle. Han creado una nueva norma para que no se cumpla y eso afecta la percepción social de que es obligatorio cumplir con las regulaciones.
“Cuando topas precios provocas mayor desabastecimiento. Lo que estabiliza los precios es la producción de bienes y servicios, que haya más oferta que demanda. El Estado es el único responsable de autorizar el ejercicio de actividades privadas sin existir mercados mayoristas.
“Deberían pensarlo mejor antes de seguir pasándole por encima a los cuentapropistas, a aquellos que, ya que el Estado no pudo subsidiarles sus gastos, decidieron hacer una inversión propia, muchas veces endeudándose y pasando meses sin vacaciones. A esta decisión gubernamental le faltó análisis y eso da la idea de la incapacidad de nuestros dirigentes”, ratifica.
Uno de los foristas del sitio web de Cubadebate resalta que “era más correcto éticamente hablando y pensando en el pueblo que se vendieran todos esos productos a los privados a un precio inferior en tiendas mayoristas o en las de formato grande que ya existen y la regulación sería que esos productos se vendan en los establecimientos privados al mismo precio estatal. Encima de que tenemos que andar con dos monedas que tienen diferentes tasas de cambio ahora tenemos que memorizar todos esos precios. Nada, que no veo el beneficio del pueblo por ningún lugar”.
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