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El ministro de Turismo de Cuba, Manuel Marrero Cruz, aseguró el sábado que la próxima semana alcanzarán en la Isla los 3 millones de turistas.
“El verano va bien, el turismo nacional crece un 15% en los hoteles y los campismos están llenos y a pesar del recrudecimiento de las sanciones que afectan al turismo externo, la próxima semana llegaremos a los 3 millones y vamos por más”, explicó Marrero en su cuenta oficial de Twitter.
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De acuerdo con un reporte de la Agencia de Noticias de Cuba (ACN), se pronostica cerrar el presente año con cuatro millones 300 mil visitantes internacionales, de los cinco millones 100 mil planificados en un primer momento por el régimen de la Isla. Supuestamente, el descenso de la cifra se debe a las nuevas medidas del Gobierno de Trump.
A inicios de junio Washington indicó, a través de un comunicado, que "Estados Unidos no permitirá las visitas a la Isla a través de embarcaciones de pasajeros y recreativas, incluidos cruceros y yates, así como aviones privados y corporativos". Igualmente, anunció el corte de las licencias para contactos pueblo-a-pueblo.
En una reciente sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Marrero hizo mención de un plan de contingencia para contrarrestar esta crisis. Entre las acciones nombradas se encuentra: la flexibilización de la política comercial y el estímulo de flujos de visitantes desde el extranjero, incluyendo los cubanos que residen fuera del territorio nacional.
Durante su intervención, el funcionario habló sobra la importancia de estimular el turismo nacional. Según un informe publicado por la estatal Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en 2018 se contabilizaron un total de 1.689.804 vacacionistas locales, es decir, un 23,4% más que en 2017.
Sin embargo, esta afirmación se torna contradictoria con la experiencia de varios cubanos, quienes han desembolsado grandes sumas para pasar unas vacaciones en centros turísticos de la Isla.
Tal fue el caso de Héctor Ramos Salgado y su familia, los cuales terminaron siendo víctimas de discriminación -y experimentaron escasez de comida- en un hotel cinco estrellas de Cayo Las Brujas.
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