En Cuba, donde marchar en favor de los animales o de los derechos LGBTIQ son actos reprimidos, es difícil imaginar que los trabajadores de un sector se organicen, expresen su disgusto de manera colectiva, o se vayan a una huelga.
No obstante, y aún cuando dista demasiado de lo que en otros lugares del mundo se reconoce como un paro, varios cuentapropistas paralizaron sus actividades durante este lunes en Villa Clara.
Muchos han decidido no trabajar en desafío al gobierno, otros porque temen o desconocen aún las nuevas reglas, mientras que una buena parte se toma un descanso hasta que las aguas vuelvan a tomar su nivel porque asumen que se trata de una campaña más que, como otras, en cuestión de días caerá en desuso.
Aún sin la convocatoria de un sindicato o asociación gremial, este paro silencioso, a la cubana, ha sido la manera más extendida de expresar el descontento individual con una medida gubernamental que les limita sus márgenes de ganancias a miles de trabajadores no estatales.
La emisora santaclareña CMHW se apuró a reconocer esta mañana la tensa situación que se manifestaba con la transportación no estatal, principalmente por medio de las motonetas, una de las más distintivas modalidades del transporte urbano en la cabecera provincial.
Ese medio de comunicación admitía que muchos choferes se habían negado a trabajar este lunes, y habían parqueado sus vehículos al margen de la carretera, una decisión que congestiona las paradas y limita de manera considerable la movilidad en ciertas zonas de la urbe.
A continuación, se instaba a la población a denunciar situaciones similares que se estuvieran replicando en otros municipios de Villa Clara, y para facilitar el proceso se ofreció una lista con todos los teléfonos habilitados en el territorio para recepcionar las delaciones. No obstante, coincidieron con varios oyentes al asegurar que el teléfono del puesto de mando provincial permaneció out durante varias horas.
Es quizás el propio cúmulo de denuncias lo que más complejizará el trabajo de las autoridades fiscalizadoras, sobre todo si se toma en cuenta que existen miles de cuentapropistas por cada inspector de la Dirección Integral de Supervisión (DIS) y, sobro todo, que muchos de esos supervisores no están dispuestos a enfrentarse a cada infractor, pues tendrían que asumir una querella en cada esquina de la provincia.
No pocos inspectores esperan que esta racha pase pronto, tal y como ha sucedido en otras ocasiones en las que se les ha movilizado. Para ellos se trata de una historia conocida.
“El problema de los precios en Cuba no resuelve con inspectores sino con mayores índices de producción, tanto de bienes como de servicios. Hay que generar riquezas, y el estado cubano ha demostrado desde hace mucho tiempo que no sabe cómo hacerlo. Esas riquezas solo puede asegurarlas el mismo sector económico que ahora, una vez más, demonizan e intentan mostrar como causante de todas las desgracias: el cuentapropismo”, explicó un antiguo profesor del pedagógico Félix Varela, de Villa Clara.
“Ciertamente los negocios particulares tienen precios estratosféricos, pues han intentado prosperar a partir de las propias limitaciones y deformaciones de la economía cubana. El gobierno, como principal productor y proveedor de mercancías no ha logrado producciones razonables que aseguren la permanencia de ciertos renglones en el mercado interno o que sustenten aquella promesa de un mercado mayorista.
“Esa incapacidad productiva, inevitablemente, genera acaparamiento, pugnas entre el pueblo y los cuentapropistas para alcanzar determinados artículos deficitarios, y por supuesto genera sobreprecios”, explicó el profesor, quien a la vez reconoció que la gran mayoría del pueblo se alegra del tope de precios: Porque se les ha hecho creer que esta medida es la panacea para todos los males, sin embargo, de profundizarse esa política de topes los resultados serán otros, igual de lamentables: menor incentivos entre los cuentapropistas, desabastecimiento, un mercado subterráneo con precios todavía mayores, y el resultante crecimiento de las ilegalidades”, concluyó.
A la par del boicot en el transporte no pocos vendedores de alimentos elaborados y productos agropecuarios mantienen cerrados sus negocios este lunes. Algunos han ocultado los precios en las cartillas o menús, o bien muestran solo una fachada con un costo más bajo que el real.
Y es que los topes de precios que hoy entraron en vigor en Villa Clara han puesto a prueba la inventiva del cubano, y generado no pocos ardides: Se crean combos de varios productos para ocultar el sobreprecio de un artículo determinado. Por ejemplo, en una “completa” de cerdo con congrí y vianda + cerveza + ensalada + tachinos + dulce + café, y cuyo costo final sea de 200 pesos… ¿Cuál es el precio de cada alimento? ¿Se vendió la cerveza a 30 pesos como dispone la nueva política de topes? ¿Quién puede determinarlo?
Por otro lado, si un carretillero antes vendía la guayaba por libras ahora la vende por jarros, o los frijoles, o la cebolla, o el ajo. Es común que los mismos aguacates que antes se ofertaban por unidades ahora se vendan por kilogramos.
Con respecto al transporte particular pasa otro tanto. Si antes un chofer cobraba 10 pesos por un trayecto completo y esa ruta fue topada a 8 pesos, ahora lo que hace el chofer es dividir el itinerario en dos partes y por cada una de ellas cobra 5 pesos.
Así lo ilustra una santaclareña: “Las motonetas que se mantienen trabajando ahora no van hasta el reparto José Martí, solo llegan hasta la Riviera, y te cobran 5 pesos, entonces tienes que bajarte y coger otra hasta el reparto si la encuentras. Todo está igualito, solo que hay menos transporte y pasas más trabajo”.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en: