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Rafael León Rodríguez (La Habana, 1983) es un joven cubano marcado por su labor opositora al gobierno castrista desde el Proyecto Demócrata Cubano, fundado en 1996 por su padre de igual nombre, y por su trabajo como técnico informático por cuenta propia, labor en la que soporta el asedio permanente de las fuerzas represivas que lo interceptan en la calle y le decomisan herramientas y repuestos necesarios para el trabajo de reparación y mantenimiento de equipos de sus clientes, que valoran su profesionalidad y su valentía y tesón, recuperándose de cada expropiación forzosa.
CiberCuba aprovechó un reciente viaje de León Rodríguez a Madrid para intervenir en un foro sobre sociedad civil y futuro de Cuba para conversar sobre la Internet en Cuba, los planes gubernamentales en este ámbito, y las dificultades que afronta en el día a día de su trabajo como técnico informático.
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Recientemente, el presidente Díaz-Canel avanzó, en Mesa Redonda, que su gobierno apostará por el teletrabajo como fórmula paliativa ante lo que llamó crisis coyuntural de la economía. ¿Está la red cubana preparada para el plan presidencial?
Preparada no está realmente, aunque tienen una infraestructura parcial, como la usada en conexiones interprovinciales en casos de ciclones, pero hay que tener en cuenta la lentitud de la única red existente hasta ahora, la de ETECSA que –en período de máxima conexión– se ralentiza, y ello ha provocado que la empresa haya tenido que prorrogar el vencimiento del plazo de los paquetes de datos contratados, habitualmente de 30 días, y cuando los clientes que se han visto sin poder navegar con velocidad 3G.
A partir de ahí, ¿podríamos colegir que la anunciada Informatización de la sociedad es un eslogan más?
Podríamos, creo que el problema principal radica en que el gobierno pretende llevar la gente a las computadoras y no las computadoras a la gente, usando el sistema de Joven Club –una red estatal– y donde todo los accesos son controlados por el Estado cubano, la conexión en esos sitios cuesta dos pesos cubanos la hora, pero al tener una horario comercial, a las seis de la tarde cierran. No sé ahora si con las nuevas medidas anunciadas, el horario será más restringido. Pero en condiciones normales, digamos, la informatización acaba a la cinco de la tarde y hasta el día siguiente.
El otro problema es que la venta de computadoras por parte del Estado ha sido muy caras y desfasadas tecnológicamente.
¿Crees que la pretendida informatización de la sociedad obedece también a una táctica represiva o es solo un objetivo económico?
Las intenciones del gobierno nunca las sabemos del todo, pero en este caso concreto se aprecia un interés en tener controlado el acceso de las personas a la red y ver a qué sitios se conectan. Y si fuera un objetivo económico, podrían bajar las tarifas de conexión que en Cuba son de las más caras del mundo en relación con los salarios de la mayoría de los usuarios. O abaratar los costes de los repuestos de ordenadores y actualizar las computadoras que venden, que son muy antiguas.
Así que el primer obstáculo para una sociedad informatizada es que muchos cubanos no pueden pagar el coste de las computadoras, de sus repuestos y de las conexiones a Internet.
Recientemente, asistimos a lo que ha trascendido como el conflicto SNET, con protesta ante el Ministerio de Comunicación incluida. Por favor, explícanos en que consiste ese conflicto.
SNET nació como una red de jóvenes para jugar y entretenerse, principalmente. Pero en la medida en que fueron llegando avances tecnológicos, incluidas las conexiones Wifi, aumentó la capacidad de interconexión y creció el número de clientes. Ya no solo eran cuatro amigos de un barrio, sino cuatro barrios interconectados y así se extendió la SNET desde Jaimanitas hasta Campo Florido, por hablar de dos extremos de La Habana. Antes de la división de SNET en dos plataformas, por diferencias entre sus gestores iniciales, el gobierno llegó a reconocer que sus abonados alcanzaban la cifra de 20 mil cubanos.
Cuando el gobierno anuncia las nuevas regulaciones, con cambios en las frecuencias de transmisión, SNET –que hasta ese momento gozaba del estatus de tolerada– pasa a ser ilegal y la primera opción fue cerrar la red; las autoridades advirtieron a sus gestores que desmontaran los equipos o serían multados los responsables y decomisarían los equipos.
Y esa amenaza motivó la protesta de operadores y clientes frente al Ministerio de Comunicaciones, que hasta ahora solo ha servido para que un funcionario les reiterara la decisión de cierre y les anunciara que instalarían un mástil de cuatro metros de altura en el Palacio Central de Computación, con dos transmisores para que sus usuarios fueran con sus ordenadores portátiles y se conectaran allí al precio de dos pesos cubanos la hora. Es decir, una especie de Joven Club pero usando los equipos privados al aire libre, pero obligando a la gente a trasladarse desde sus casas y a tener un portátil.
Esto motivó más protestas y una oficial de la policía abofeteó a un joven que protestaba, agresión que fue filmada y subida a Internet con la consecuencia de que las autoridades entonces dijeron que querían dialogar para calmar a los 20 mil clientes, que es una cifra considerable de descontentos en los estándares cubanos y eso no gusta al gobierno.
Como resultado de esas conversaciones se ha producido una asociación entre SNET y los Joven Club, pero respetando las nuevas regulaciones que impiden –por ejemplo– tender un cable por encima de una calle principal, pero hasta ahora no tengo noticias de que haya habido problemas de conectividad ni velocidad; pero habrá que verlo en condiciones de máxima utilización porque clientes de SNET han retrasado o evitado darse de alta en el nuevo servicio porque obliga a darte de alta con un correo electrónico y una contraseña, que no pueden cambiarse. Por tanto, cada usuario tiene un identificador específico lo que facilita a las autoridades saber qué está haciendo en la red en cada momento de su conexión, con el agravante de que estas nuevas cuentas no se pueden crear en todos los Joven Club, sino que debe acudirse a algunos específicos en cada región.
SNET es un fenómeno exclusivo habanero, aunque en provincias hay otras redes, pero se convirtió en un problema al ser masiva y al margen de la Internet estatal.
¿Qué contenidos están bloqueados en la Internet por el gobierno cubano?
Realmente hay pocos sitios censurados. Principalmente sitios de noticias como CiberCuba, Diario de las Américas. Pero otros sitios como El Nuevo Herald, ABC, Veinte Minutos, etcétera no están bloqueados, aunque a veces reflejan aspectos negativos de Cuba.
Por ejemplo, una vez que dieron acceso general a la red 3G que era privativa, desbloquearon Revolico, el mayor sitio de compra ventas de en la red de Cuba que –hasta entonces– permanecía bloqueado y que es una iniciativa privada muy útil para cubanos y extranjeros.
¿Cuánto le cuesta a un cubano navegar por Internet?
Para navegar hay dos formas estatales, los parques Wifi, donde la hora de conexión cuesta el equivalente a un dólar norteamericano. Fíjate que la tarifa es por tiempo y no por consumo de datos, pero hay que ir al parque, lo que te obliga a disponer de soportes portátiles. Y la otra forma es a través de la red 3G que exige un equipo para esa tecnología y, en el caso de los teléfonos móviles, que operan en bandas específicas y, aún así, hay terminales que no consiguen conectarse, pese a tener terminales que cumplen con los requisitos anunciados. Lo sé porque lo he comprobado personalmente con algún cliente y no vale siquiera que uno argumente que el prospecto técnico dice que cumple con las especificaciones.
Eres un emprendedor en el ámbito de la Informática y las Telecomunicaciones, ¿cómo es tu día a día en Cuba?
Complicado. A unos nos ven como oposición, que es mi caso por ser hijo de un histórico de la disidencia cubana y miembro de Proyecto Demócrata Cubano, y a otros como activistas de la sociedad civil. Pero el gobierno sabe que no compartimos sus postulados políticos y así nos tratan.
Hemos aprendido a protegernos y –hasta ahora– la represión consiste en interceptarme camino a casa de algún cliente y decomisarme herramientas y memorias, que son imprescindibles para mi trabajo de mantenimiento de hardware o software. En el primer caso es un poco más fácil de paliar el despojo porque hay clientes que tienen algunas herramientas, pero necesito software específico para determinados trabajos y he tenido que aprender a escamotearlo de la vista de los represores.
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