Mientras escribo esto, ahora mismo, una encuesta de CiberCuba nos arroja el pensamiento de una porción importante de los cubanos en la diáspora sobre el intercambio cultural. Preguntados por si creían que el intercambio cultural entre Estados Unidos y Cuba debía desaparecer, una aplastante mayoría de 66% (hasta el momento en que esto se publica) dijo que sí. Habían votado más de 2,000 personas.
Los artistas se han convertido -y lo digo con amargura- en depositarios del hartazgo contra el sinsentido cubano. A veces con argumentos sólidos. A veces, también, de la forma más miserable posible. Por ahí anda uno con su minuto de gloria por escupir groserías contra un reguetonero en el aeropuerto de Miami.
Pienso en eso ahora que me toca preguntarle a Yotuel, el talentoso y carismático cantante de Orishas, si en el momento de festejar con Mariela Castro hace apenas un año, en mayo de 2018, ya se había dado cuenta de que las últimas seis décadas de La Habana habían sido un desastre monumental.
Las imágenes de Yotuel junto a la emperatriz de los Castro, la mujer que amasa más influencia y poder del que jamás tuviera incluso su difunta madre, nos llegan en este mismo momento de ánimos caldeados contra posturas hipócritas y oportunistas. Estar con Dios y con el Diablo es cómodo, pero indecoroso.
Las fotos fueron tomadas en Artedel Luxury Penthouse, una propiedad privada bastante frecuentada por el CENESEX para actividades de alto nivel, y donde también la cantante Pastora Soler degustara aquella célebre langosta junto a la misma Mariela Castro, al parecer una "amiga de la casa".
Un año después, el hombre más conocido de Orishas se explaya contra la destrucción de La Habana en un post vuelto viral por golpe y gracia del peso que tiene su autor. Que nadie olvide que ni Gente de Zona ni absolutamente ningún otro grupo cubano ha sido más internacional en los últimos veinte años que estos cubanos que desde París se convirtieron en estrellas mundiales. HBO les acaba de filmar un documental.
En julio de este año Yotuel dijo que le quitaba el sueño lo que ocurría en la isla. “Me quitan el sueño la pobreza y la escasez de Cuba”, dijo en referencia a su tema Insomnio. Su denuncia fue feroz. La aplaudimos.
El problema es que apenas trece meses antes, Yotuel estaba en la misma mesa que la hija y nieta de los causantes de ese insomnio que nos contaba. Y no se le ve compungido, la verdad. No se le ve la amargura que canta en "Insomnio", aquel tema con el que nos dijo que quiso expiar el dolor.
¿Será que lo recordaste hace un mes, Yotuel querido, cuando compartiste el video de los policías reprimiendo brutalmente a cubanos indefensos y nos dijiste que “Pueblo que se somete, perece”?
En ese momento fue estremecedor el aplauso de quienes abogan por que los artistas, los máximos embajadores de la cultura y la idiosincrasia cubanas en el mundo, sientan compromiso con lo que sufren los de abajo. Las críticas de Yotuel a los causantes de la tragedia cubana las sentimos muy adentro quienes adoramos parte de la carrera musical de este super grupo, y quienes creemos que callar ante la ignominia es una manera de perpetuarla.
Pero ver las imágenes agría un poco el rostro. Porque Yotuel sabía con quién cenaba, con quién posaba, a quién festejaba durante esa velada en Artedel Luxury Penthouse. Y si no, vale la pena resumírselo: con la nieta del causante de lo que te quita el sueño, Yotuel, con la hija del que ha mantenido a La Habana en un estado catatónico, como para que tú festejes sus 440 años, no los restantes 60.
El rechazo creciente de una mayoría exiliada hacia los artistas cubanos que intentan sortear enemigos a ambos lados del estrecho de Florida no nació de una locura colectiva repentina. No se inyectó de la nada. El proceso de hartazgo ha sido gradual, sostenido y aumentado año tras año.
Por eso el intercambio cultural (del que no forma parte Yotuel, dejémoslo claro en un sentido estricto aunque inevitablemente sí en el plano simbólico) se ha ganado la animadversión de quienes no aguantan más dictadura pero tampoco más oportunismo.
Por eso una manifestación contra una cantante -Haila- irrelevante a este punto se convirtió en Miami en un plebiscito contra el tejemaneje de hipocresías y dobles raseros. Porque no solo es asqueante que Fernando Echevarría venga a pasar algunas vacaciones en la misma ciudad del imperio contra la que carga en sus patéticos spots propagandísticos. También lo es que el mismo Yotuel a quien celebramos su franqueza actual, y a quien queremos creerle sus principios, no tenga reparos en posar y fiestar junto a la dama más poderosa y representativa de la dictadura a la que él dice detestar.
No seré yo quien le pida a Yotuel Romero explicaciones o pronunciamientos: él no tiene que ofrecérmelos. No me debe nada. Quizás es al revés: le debo yo el disfrute de aquel álbum “A lo cubano” que sigue pareciéndome inalcanzable, ¡y que me hizo hasta doblar a Orishas en las galas del preuniversitario de mi adolescencia!
Por eso no le exijo nada a Yotuel. Más bien le pido: canta, no escribas. Tu post se lo lleva el viento luego de tres días de publicación en cualquier medio de prensa. Canta, porque tu música sí es grande y sí trasciende y sí se escucha en millones de oídos de todo el mundo.
Si de verdad te duelen las últimas seis décadas de La Habana, ¿por qué no lo incluiste en “Cuba no se fue de mí”, el sencillo estrenado hace solo tres días? Era una oportunidad de oro. Ya nos ha quedado claro que extrañas las cañas, el arrollo y el palmar. Orishas, amigos queridos: no nos cabe duda de que ustedes añoran su tierra y sus raíces. Llevan veinte años diciéndonos lo mismo de diferentes formas. ¿No es hora de cantar, por ejemplo, a por qué se tuvieron que ir? ¿O eso no vende?
Si como dicen en ese último sencillo, “a la gente de mi tierra siempre le voy a cantar”, ¿dónde está el tema a la emigración cubana? ¿O es que solo vende cantarle a la emigración centroamericana junto a Calle 13, en aquel “Emigrante” que es un pedazo de canción virtuosa?
Sí hay hambre en Cuba, Yotuel. Sí es como para perder el sueño. Sí han destrozado a La Habana en 60 años hasta el punto de hacerla parecer la abuela de Europa. Sí es cierto que pueblo que se somete, perece. Estás claro, mulato. Claro como el sonido melódico que hace tu grupo, para dicha de la música. Lleva tu rabia y tu dolor a las letras, y deja tu risa de Calvin Klein fuera de la mesa de quienes han podrido al país que amas. O serás un poco cómplice, por más que no lo quieras.
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