A mediados de este año supe, por una publicación del ahora colega en CiberCuba, Jose Nacher, que algo terrible estaba ocurriendo en el parquecito ubicado en el “cuchillo” que forman las calles Línea y 15 en su intersección con L, en El Vedado, mi barrio de siempre.
Al leer su nota, le pedí a mi hermano, que sigue viviendo donde nací y crecimos, que se diera una vuelta por allí y me contara. Lo hizo y, desconcertado por la ausencia de una explicación mínima acerca de lo que ocurría, me envió las fotos que acompañan este artículo.
Aquel parquecito honra, mediante una columna de granito negro, a los inmigrantes chinos que formaron filas en el Ejército Libertador en las guerras de independencia contra el dominio español, de 1868 a 1878 y entre 1895 y 1898. Con una altura de ocho metros, el monumento del escultor alemán Fritz Wegell, erigido en 1931 y sufragado por la colonia china de La Habana, muestra una placa de bronce con las palabras del patriota e historiador Gonzalo de Quesada que tanto orgullo han hecho sentir a los chinos aplatanados en Cuba y a cada uno de sus descendientes: "No hubo un desertor cubano-chino. No hubo un solo traidor cubano-chino".
Han pasado los meses y un reportaje de la agencia Xinhua aborda el asunto y explica lo acontecido. En él, Yoandry Alonso, asesor urbanístico, cuenta que se trata de un grupo de proyectos en desarrollo en la urbe para revitalizar los sitios vinculados a la cultura del gigante asiático.
A tres artistas criollos correspondió el rediseño del parque, para expresar más claramente las raíces chinas de su concepto. Los bancos lisos que bordeaban la pequeña plaza e invitaban al transeúnte a descansar, fueron sustituidos por otros que evocan a la Gran Muralla, con una silueta ondulada y pintados de rojo. El piso del parque fue removido y cubierto con placas en forma de escamas, que aluden a la conocida imagen del dragón de la mitología china.
Se impone ir en retrospectiva hasta el año 1847, cuando el bergantín Oquendo zarpó del puerto del Guangzhou con una carga de migrantes que se incorporaron como braceros a la producción de azúcar en la isla, a cambio de una paga miserable. Aunque unos pocos de aquellos hombres pudieron ahorrar algo de dinero y regresar a su tierra de origen, la mayoría optó por permanecer en Cuba e integrarse, aportando los elementos de sus tradiciones y cultura.
El censo realizado en 1872 registraba poco más de 34 mil nativos de China a lo largo y ancho del archipiélago, de los cuales casi seis decenas eran mujeres. De esa comunidad, unos quinientos hombres formaron parte de la infantería del Ejército Libertador, que, con un total cercano a los 1300 combatientes, derrotó a más de 3 mil efectivos coloniales en la célebre batalla de Las Guásimas, comandada por el Generalísimo Máximo Gómez. Y he aquí un detalle no muy divulgado: aquel dominicano venerado por los cubanos de antes y después, por su entrega desinteresada a la causa de nuestra independencia, tuvo como guardaespaldas personal al teniente coronel José Bu Tack, participante en ambas guerras y cuyos restos reposan en el Cementerio chino de la Avenida 26.
De esta manera nos enteramos de que, con motivo de los 500 años de La Habana, también se han acometido labores de restauración y puesta a punto de lugares donde nuestros entrañables chinos hicieron suya nuestra cubanía.
Alexis Rondón, otro de los supervisores del proyecto del parquecito de Línea y L, asegura que la obra debe estar lista antes del fin de año e incluirá la incorporación de vegetación en el entorno de la plaza.
Y no he podido evitar, con todo este asunto, acordarme de aquel chiste que escuché desde mi infancia, según el cual un chinito viejo que contemplaba con tristeza el deterioro y decadencia de su querido barrio, comentaba en voz alta con un vecino: “Los comunistas lo lompen to, lo desbalatan to…”. Su interlocutor le hizo un gesto de alerta y el hombre giró la cabeza y vio que se acercaba a ellos la responsable de Vigilancia del CDR, que había escuchado su comentario. El chinito repitió entonces lo dicho: “Los comunistas lo lompen to, lo desbalatan to… ¡pelo después lo ponen más bonito…!”.
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