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Ridículo, pero cierto. A partir de este martes, automóviles de segunda mano comenzaron a venderse en Cuba a precios monstruosos, que deberán ser pagados en Moneda Libremente Convertible (MLC) mediante los mismos mecanismos y las monedas aprobadas para la compra en MLC, estimulada desde fines de 2019 por el gobierno de la isla para captar divisas.
Como macabro ejemplo de lo inalcanzables que son las tarifas establecidas para la mayoría de los cubanos, queda el hecho de que el salario medio mensual, que ronda los 45 dólares, le permitiría a un trabajador hacerse de un Geely CK, que es de los menos costosos, en 63 años; un Kia Picanto, en poco más de 70 años; y un Peugeot 4008, en unos 116.
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Aunque parezca un chiste de mal gusto, el más barato de los 30 modelos de vehículos usados que comercializará la sociedad mercantil Cimex, operada por el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias a través de una única tienda ubicada en Miramar, La Habana, será un MG 3 (34.000 dólares) y el más caro, un microbús Maxus G10 (90.000 dólares).
A tenor con lo que expone alguien que se hace llamar Santana en la web de Cubadebate, “‘OFENSA’ es decir que los autos después de ser usados se vendan a precios súper inflados, porque no es ni al doble de lo que le cuesta a Cuba. ‘OFENSA’ es decirle al cubano que ha apostado, trabajado por Cuba, que esos autos no son para el trabajador común sino para un sector de la población que no trabaja por un salario, que ni ahorrando toda su vida podrá aspirar al auto que menos cuesta.
“¿Quién es el que elabora esos precios? ¿Por qué sancionamos al que vende un plátano unos centavos más caros y no al que vende un auto a un precio que no existe en ningún lugar del mundo para una clase que hasta el momento negaban que existía? Llevamos años hablando de igualdad”, se burla el forista.
Algo de lo más preocupante, de acuerdo con el mecánico Raúl, es que la lista publicada por Cimex no dice el año de fabricación, la cantidad de kilómetros recorridos, ni la procedencia de los vehículos. De antemano, “sabemos que los que se venden normalmente quedan hechos pedazos después de haberles sacado el kilo en la renta al turismo y en empresas”.
Si bien, pese a la inconformidad generalizada, el trabajador estatal entiende que lo que se venda sea de segunda mano porque el país está casi en quiebra, nada justifica que sea tres, cuatro o cinco veces más costoso que cuando estaba nuevo.
Asimismo, se cuestiona con qué combustible mantendrán esos carros los pocos que puedan pagar esos exorbitantes precios y cómo aguantarán su circulación por las pésimas carreteras cubanas. “Ya veo a los cubanos inventando para repararlos y encontrarles los repuestos, los aceites y los neumáticos que necesitan”.
Por otro lado, afirma la peluquera Anita, de 46 años, “nadie se cree que el transporte público mejorará con esta medida. Una vez más nos choca ver que los poderosos, dígase jefes, funcionarios, apadrinados, se enriquezcan en nombre de un socialismo que es una farsa”.
“Nos queda muy mal sabor en la boca cuando nos damos cuenta de que estamos dirigidos por una banda de locos. ¿A quién se le ocurre poner en práctica algo así? Ni en sueños podré hacerme yo de un carrito de medio palo”, dice la cuentapropista.
Alberto Velázquez Del Rosario publica en la página digital del Granma la triste experiencia que vivió hace un tiempo para comprarse un auto usado en el referido concesionario de Miramar, “solo espero que a estos precios estos autos en oferta estén ‘impecables’. En la agencia de 20 y 1ra viví la mala experiencia de tener que ir en siete ocasiones a ver si aparecía un auto ‘decente’ que valiera la pena pagar, porque, por lo que ofertaban, aquello parecía un ‘rastro’.
“Los autos que ofertaban, sí, eran de 2da mano; pero 2das manos de hurto, raterismo, latrocinio… en fin, vandalismo: algunos autos estaban chocados o sin accesorios tan elementales como los limpia parabrisas, indicadores, espejos retrovisores o claxon; otros (la gran mayoría) con rines impropios y en MUY MAL ESTADO: maltratados, deformados, oxidados. Neumáticos también en MUY MAL ESTADO: de diferentes dimensiones, torcidos, con chichones, rajados o totalmente lisos, sin bandas de rodadura.
“El auto que yo escogí -y finalmente compré- procedía de una base de taxis de Villa Clara y yo dudo que quien lo haya conducido hasta allí lo hiciera en las condiciones que estaba, incluso, con el tanque de combustible SECO. Al salir de allí, el ponchero que trabajaba allí me ofrecía cuatro gomas y cuatro rines en buen estado, indicadores y algunas decoraciones que les faltaban a mi carro por ‘sólo 200 pesitos’”, denuncia el usuario.
En palabras del taxista privado Sergio, de 52 años, “es absurdo que vendan a precios de autos nuevos los mismos carros a los que el país lleva años sacándole dinero. ¿Qué más ganancia quieren? Están sacándole las bilis a uno. No sé a dónde irá a parar la apretadera”.
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