Con inusitada renuencia a aplicar reglas elementales de preservación ciudadana, el gobierno de Cuba se ha negado hasta ahora a cerrar las fronteras e imponer una cuarentena nacional que proteja a la población ante el avance del coronavirus en el país.
En momentos en que la comunidad internacional se apertrecha y aísla para hacer frente uno de los mayores retos de sobrevivencia de la era contemporánea, Cuba parece actuar como si fuera un país excepcional, atrincherado en la dudosa convicción de que no hay urgencia en tomar medidas drásticas como el cierre de escuelas y centros laborales, el distanciamiento social y la prohibición de la entrada de turistas, para enfrentar la pandemia del COVID-19.
Incluso, en un desembozado acto de arrogancia, altos funcionarios del Ministerio del Turismo lanzaron la invitación a potenciales visitantes a llegarse a Cuba y disfrutar de "un destino seguro" en tiempos de coronavirus, de espaldas a la realidad de que han sido justamente los viajeros los principales portadores del virus alrededor del mundo.
Pocas horas después, el propio ministerio anunciaba la suspensión de la Feria Internacional de Turismo y el Buró Político del Partido Comunista de Cuba modificaba el formato y calendario de actos conmemorativos, dejando en el aire las celebraciones del 1 de mayo y el 26 de julio.
El argumento de las autoridades del Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP) es que no es necesario cerrar fronteras y confinar a los ciudadanos, considerando que no existe un nivel de transmisión del virus en el país, sino que su introducción proviene de casos importados.
Hace apenas horas, el doctor José Raúl de Armas, jefe del Departamento de Enfermedades Transmisibles del MINSAP, reiteró que el actual "contexto epidemiológico" del país no requiere determinaciones extremas por ahora, aunque admitió que el cierre de fronteras "no es una medida descartada para la protección de nuestro país" y se tomará tan pronto haya que tomarse.
Sin embargo, la lógica indica que no hay tiempo que perder para frenar la escalada del coronavirus en la isla y mitigar los desastrosos efectos sobre la desprotegida población cubana. Debe recordarse al equipo técnico del MINSAP y al gobierno del presidente designado Miguel Díaz-Canel, que en países devastados hoy por el coronavirus en Europa, como Italia y España, los primeros casos fueron importados, y que la tardía reacción de las autoridades gubernamentales posibilitó la incubación de la enfermedad en miles de pacientes asintomáticos y ajenos a la catástrofe que se cernía sobre ellos.
Si Cuba realmente dice aceptar los protocolos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debería escuchar sin demora el reclamo hecho el pasado martes por la entidad a todos los países del orbe para entrar en cuarentena como medida extrema de precaución ante el rápido avance del coronavirus. No basta con paliativos de control en la frontera para chequear a viajeros provenientes de áreas de peligro,
"No asuman que su comunidad no se verá afectada. Prepárense como si lo fuera a estar", manifestó en su apelación mundial el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Ante la alarma creciente de numerosos sectores de la sociedad cubana y de su diáspora, incluyendo figuras prominentes de diferentes credos, ideologías y posicionamientos políticos, el desconcierto de profesionales de la salud que consideran inapropiada la conducta gubernamental y se sienten desprotegidos para cumplir con su juramento médico, y la incertidumbre de millones de compatriotas, hemos decidido hacer esta carta abierta al gobierno cubano con la solicitud de que implemente de inmediato las siguientes medidas:
- Cierre de fronteras.
- Cierre de escuelas, incluyendo vocacionales, becas e instituciones especiales.
- Suspensión del trabajo en empresas no vitales para la economía nacional.
- Desinfección regular de espacios públicos, transporte de pasajeros y otros lugares de servicio a la población.
- Prohibición de actividades públicas como conciertos, manifestaciones, eventos deportivos, actos políticos y reuniones de barrio donde coincidan más de 10 personas.
- Moratoria a los impuestos de cuentapropistas afectados por el descenso del turismo, bares, casas de alquiler y taxistas.
- Adquisición y/o producción de mascarillas o nasobucos para el uso de la mayoría de los ciudadanos.
- Realización masiva de pruebas de coronavirus, solicitando asistencia de China o Corea del Sur si fuera necesario.
- Suspensión de los envíos de misiones médicas especiales al exterior para combatir el coronavirus.
- Reducción al máximo de los costos de internet y los servicios telefónicos para todos los ciudadanos, con el propósito de permitir una información diversa y accesible sobre la enfermedad, y una comunicación más efectiva.
Han transcurrido solo nueve días desde que las autoridades cubanas anunciaron los primeros casos positivos. Hasta el momento el mapa del coronavirus en el país solo muestra 16 pacientes diagnosticados con la enfermedad, uno de ellos ya fallecido.
En el umbral de una batalla que apenas comienza, Cuba amerita decisiones pertinentes y rápidas. Pocas veces en la historia reciente, nuestro país se ha visto en un encrucijada tan crucial, en la que confluyen el desplome de la economía, la pérdida de recursos financieros y fuentes de ingreso, el desabastecimiento de productos básicos, el deterioro de la higiene, la depauperación de los servicios de salud y el descreimiento profundo de la población tras 60 años de promesas fallidas y sacrificios inútiles.
El gobierno encara un reto mayúsculo para proteger una población con un 20 % de personas de la tercera edad, considerado un grupo de alto riesgo ante los embates del COVID-19.
Si se pretende frenar los contagios, reducir el total de infectados y controlar la curva epidémica en beneficio del pueblo cubano, el momento de acorralar al coronavirus con medidas efectivas es ahora.
De lo contrario, aplazar las decisiones estratégicas y conducir de manera negligente la lucha contra la pandemia podría colapsar el funcionamiento del país, desatar el caos y arrastrar costos de dimensiones imprevisibles para el futuro nacional.
Los cubanos exigimos una respuesta urgente, digna y responsable en esta hora de peligro para todos.
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