El gobierno de Cuba justifica el uso del Prevengho-vir (gotas sublinguales) para el tratamiento del coronavirus, alegando que posee evidencias científicas que respaldan el uso de la homeopatía en epidemias como dengue, cólera, leptospirosis, influenza, pero no existe una institución científica de prestigio mundial que opte por el uso de este recurso en la emergencia mundial provocada por el COVID-19.
El Prevengho-vir, compuesto por varios ingredientes, producido por laboratorios AICA e inscrito por la autoridad reguladora de medicamentos, equipos y dispositivos médicos CECMED, será usado en un proyecto que consta de cuatro fases:
La primera fase, será de aplicación a pacientes de hogares de ancianos, círculos de abuelos, centros psiquiátricos, psicopedagógicos, y personas que hayan tenido contactos con viajeros.
En la segunda etapa se suministrará al 100% del personal de salud, en la tercera, a toda la población y -en la cuarta- se venderá en la red de farmacias comunitarias.
Esta medida es discutible por el coste económico que supone el inadecuado uso de recursos en medio de una crisis aguda reconocida por el propio gobierno y por su aspecto científico-ético.
En el aspecto científico-ético de la aplicación de este medicamento, muchos pacientes no tienen acceso a información neutral con la que puedan valorar objetivamente su opción a consumir o no un producto que nadie sabe si funciona o no, si tiene efectos adversos o no.
Solo después de obtener los datos en la aplicación a la población cubana, se conocerá su eficacia real, siempre que no se suministre con otros medicamentos que contaminen la muestra de resultados.
Cuba justifica esta actuación alegando que poseen evidencia científica que respalda el uso de homeopatía en epidemias como dengue, cólera, leptospirosis, influenza, pero no existe una institución científica de prestigio mundial que avale, ni siquiera recomiende, el uso de este recurso en la crisis del coronavirus.
El recurso homeopático es cada día más usado en los tratamientos de infecciones virales pero en países como España y Estados Unidos existen instituciones reguladoras de esta práctica, que obligan a clasificarlas por su efectividad basadas en ensayos clínicos, poniendo especial atención en aquellos productos dirigidos a grupos vulnerables como ancianos, niños, embarazadas, pacientes inmunodeprimidos, debido a que los usuarios depositan en esta práctica su dinero y su confianza.
Los cubanos ni siquiera tienen la opción de influir en las decisiones sobre el uso de recursos económicos y humanos contra el coronavirus, pero ateniéndonos a la evidencia científica, los escasos recursos del gobierno cubano deberían ser destinados a la producción de desinfectante de manos, alcohol, mascarillas eficientes y no nasobuscos caseros inservibles ante el COVID-19 y de otros equipos de protección personal, siguiendo recomendaciones de expertos y de la propia Organización Mundial de la Salud (OMS).
Inglaterra, en el año 2019 prohibió el uso de la homeopatía, sosteniendo que eran recursos mal usados, debido a que no reportaban, en la práctica clínica, ningún beneficio.
El único ejemplo del uso de este medicamento lo tenemos en India, donde -a inicios de febrero- las autoridades sanitarias aconsejaron la aplicación de un compuesto con ingredientes similares a los del Prevengho -Vir cubano y, a finales de marzo, se vieron en la obligación de decretar el confinamiento de su población, con cuatro mil 375 infectados, admitiendo la escasa aplicación de test diagnósticos y una crisis humanitaria debido al cierre de actividades comerciales y al desplazamiento de miles de personas, al quedarse sin trabajo en las grandes ciudades.
Cuba -en medio de esta situación epidemiológica global- saca al mercado nacional un medicamento homeopático con la función de prevenir la infección por coronavirus, influenza, otras infecciones respiratorias y dengue.
La propaganda de este tratamiento homeopático va acompañada de alabanzas a la gran labor que realiza el gobierno y las instituciones oficiales para cuidar la salud del pueblo.
Como si no bastara, los laboratorios de BioCubaFarma, en Santiago de Cuba, afirman que se suman a la lucha en la isla contra el COVID-19, promocionando sus tabletas de Anamú (Petiveria alliacea), producto de origen natural que, en el año 2010, se anunció oficialmente su uso en pacientes con cáncer y SIDA.
Según el laboratorio santiaguero, dichas pastillas aumentan la producción de interleukinas, interferón, linfocitos y el índice fagocitico de granulocitos humanos .
Pero la patogénesis del coronavirus aún no está del todo clara, lo cual debería ser el objetivo uno de la ciencia médica para señalar tratamientos certeros, teniendo en cuenta que la esencia del sistema inmunitario está determinada por múltiples factores, desde los genes, infecciones sufridas en el pasado, hasta los ejercicios físicos, el sueño y la dieta, que -en el caso de Cuba- es precaria.
Y esta verdad científica la saben los médicos, expertos y gobernantes cubanos.
Como saben que la homeopatía es un sistema terapéutico que consiste en administrar sustancias en dosis infinitesimales, que en un sujeto sano produce los mismos síntomas que la enfermedad que vamos a tratar.
La homeopatía exige una individualización meticulosa, como parte de su integración en la medicina holística, y su supuesto método curativo exige una intervención plena de la psiquis del paciente tratado. ¿Qué opción tienen los pacientes psiquiátricos y psicológicos cubanos ante la campaña gubernamental de reparto masivo de gotas de Prevengho-vir?
La homeopatía carece de una teoría fisiopatológica, no aplica la tesis de la medicina clásica de definir primero los mecanismos fisiopatológicos para confirmar o crear un medicamento que contrarreste este proceso, obviando del todo la ley de causa y efectos. Es un ensayo, porque utiliza la experimentación humana en individuos sanos.
En cambio, la comunidad científica mundial, a consecuencia de la pandemia del Covid-19, dedica todos sus recursos a estudiar la nueva cepa de coronavirus, encontrar un tratamiento eficaz, una vacuna y crear protocolos eficientes para prevenir la infección, que hasta ahora se centran en medidas sociales higiénico sanitarias, protección del personal sanitario y detección de personas contagiadas para eliminar las cadenas de transmisión mediante el aislamiento social.
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