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El cubano que abrió fuego con un fusil AK-47 contra la embajada cubana en Washington tiene antecedentes de problemas mentales, según documentos de la corte obtenidos este sábado por CiberCuba.
Alexander Alazo, de 42 años, residente de Aubrey, Texas, fue detenido este jueves por la madrugada en el noroeste de la capital estadounidense tras disparar contra la sede diplomática casi tres docenas de balas.
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Su justificación: quería “echarles el guante antes de que le echaran el guante a él”. Según documentos de la corte y el testimonio de un pastor evangélico cercano a la familia, Alazo estaba bajo tratamiento psiquiátrico y creía que la Seguridad del Estado lo perseguía.
Los disparos alcanzaron la estatua de bronce del prócer cubano José Martí, así como las columnas y la fachada del edificio ubicado en una calle muy transitada del sector Adams-Morgan. Había también varios agujeros de bala en el cristal que rodea la puerta, que quedó astillado, además de vidrios rotos y trozos de madera de la puerta sobre el piso de mármol de la entrada.
El documento de la acusación delictiva, presentado ante un tribunal federal del Distrito de Columbia, señala que el cubano compró una pistola Glock 19 en Texas, pero hace aproximadamente un mes la canjeó por un AK-47 porque pensaba que el fusil le ayudaría a proteger mejor a su familia, según dijo a los investigadores. Condujo a Washington y, cuando llegó a la embajada alrededor de las 2 de la madrugada del jueves, comenzó a gritar e intentó prenderle fuego a una bandera cubana, pero no lo logró, detalla el expediente.
Entonces Alazo agarró una bandera estadounidense y seguía gritando que él “era un yanqui”, antes de tomar el AK-47 de su automóvil y comenzar a disparar hacia la embajada, señalan los documentos de la Corte. Los investigadores recuperaron 32 casquillos en la calle donde él estuvo disparando.
Cuando los agentes llegaron, Alazo sostenía una bandera cubana —la cual tenía palabras escritas y había sido rociada con lo que creen era un líquido inflamable— y gritaba "cosas sin sentido”, se afirma en el expediente.
Los agentes incautaron el fusil y las municiones, y después de que Alazo fuera trasladado a un cuartel de la policía, descubrieron un polvo blanco en una pequeña bolsa en la parte trasera del auto patrulla que resultó ser cocaína, según la acusación.
Alazo, quien dijo a los investigadores que nació en Cuba y sirvió en el ejército cubano, se mudó a México en 2003 y solicitó asilo político en Estados Unidos unos años después. Regresó a la isla en 2014 para predicar en una iglesia.
El cubano, que durante varios meses estuvo viviendo en su automóvil y trasladándose de estado a estado, condujo hasta Washington el miércoles para atacar la embajada cubana.
La policía cree que Alazo había estado durmiendo en paradas de descanso en las carreteras y en estacionamientos durante al menos nueve meses, porque dijo creer que personajes del crimen organizado cubano andaban tras él y quería proteger a su familia.
También informó a los investigadores que había recibido tratamiento en un hospital psiquiátrico y que su esposa, que es enfermera, le había recomendado que lo solicitara después de que empezó a oír voces. Los médicos le recetaron medicamentos en marzo, después de una visita a una instalación psiquiátrica, pero él no “se ha tomado sus medicinas como debiera”, afirma la acusación.
La agencia Associated Press tuvo acceso a la sede de la embajada el viernes y conversó sobre el incidente con el embajador José Ramón Cabañas.
En sus declaraciones, Cabañas aseguró que, en el momento del ataque, en la sede diplomática se encontraban siete personas, principalmente personal de seguridad. Nadie resultó herido.
Un pastor evangélico residente en el sur de la Florida y cercano a la familia de Alazo, quien prefirió no ser identificado, declaró al Diario Las Américas que el supuesto atacante “está obsesionado con la idea de que lo persiguen”.
El líder religioso señaló que quienes conocen a Alazo están molestos con las especulaciones sobre “terrorismo” hechas por las autoridades cubanas tras el ataque. “Alazo está diagnosticado con esquizofrenia hace muchos años y está obsesionado con la idea de que lo persiguen”, dijo.
“En su cabales, estoy seguro de que él nunca habría realizado un acto como este”, aseguró el pastor, quien indicó además que Alazo está casado y tiene cuatro hijos.
El cubano está acusado de atacar con violencia a un funcionario o instalaciones extranjeras, dañar intencionalmente propiedad de un gobierno extranjero y uso indebido de armas.
El gobierno cubano afirmó este jueves que el atentado contra su sede diplomática en Washington está asociado con el recrudecimiento de la política de Donald Trump, y responsabilizó a altos funcionarios de Estados Unidos, incluyendo al Secretario de Estado Mike Pompeo, por alentar una "retórica hostil" contra la isla.
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