El escritor conocido por el seudónimo de Hermán G. Carrillo, quien murió en Estados Unidos a causa del coronavirus, fabricó para su carrera profesional una biografía donde aseguraba ser cubano y haber emigrado de Cuba a los 7 años, en 1967.
Profesor asistente de inglés en la Universidad George Washington en Washington, DC, su obra tenía de tema central la experiencia de los inmigrantes cubanos en Estados Unidos, identificándose él mismo como parte de ese grupo.
Fue esa la historia personal que exhibió públicamente y la que creyeron sus lectores hasta el momento de su muerte, tras la cual el diario estadounidense The Washington Post le dedicó un obituario a su figura, que luego tendría que corregir ante las revelaciones sobre la vida del presunto intelectual de origen cubano.
Los nuevos apuntes del diario estadounidense indican que Carrillo no tenía ningún antecedente hispano en su árbol genealógico y que, en realidad, se llamaba Herman Glenn Carroll y era hijo de nativos de Michigan. Por tanto, el dato de su nacimiento en La Habana se desmoronó igualmente.
Pero la ficción de su vida fue ramificándose, adquiriendo solidez con el paso de los años. Su propio esposo desde 2015, el entomólogo Dennis vanEngelsdorp, también vivió hasta el final creyéndose la historia de emigrante de Carroll.
“Fue una historia que me contó”, dijo vanEngelsdorp el sábado. “Quiero decir, él era un narrador”, agregó.
“Al principio, estás confundido por eso. Luego lo miras, lo miras y lo entiendes, quiero decir, Hache siempre fue un tipo difícil de conocer, y cuando lo asimilas todo, es un hermoso caos”, explicó.
H. G. Carrillo (o Hache) fue el seudónimo por el que se conoció el escritor hasta el día de su muerte a los 59 años. Presidía la Fundación literaria PEN / Faulkner.
Fueron familiares suyos, en particular, su hermana y una sobrina, quienes contactaron al periódico y al mismo vanEngelsdorp para corregir el registro que inicialmente se había expuesto en el obituario original.
Las líneas anteriores, basadas en la historia que el escritor mantuvo hasta el fin de su vida, señalaban que Carrillo (o Carroll) tenía 7 años cuando su padre, médico, y su madre, educadora, decidieron escapar de la isla controlada por la entonces incipiente dictadura del fallecido Fidel Castro, para establecerse en Michigan.
Su biografía apócrifa también lo exponía como un prodigio en la ejecución del piano clásico durante su primera infancia y sostenía que, ya de adolescente, actuaba en lugares de los Estados Unidos y el extranjero, antes de perder el interés por ello y detenerse en algún punto con el fin de encaminarse hacia la escritura.
Repetida tantas veces, esta historia llegó a afianzarse en la memoria de profesores y colegas académicos y otros escritores, quienes la daban por real. De hecho, su propia hermana de 58 años, Susan Carroll, dijo que “probablemente él mismo lo creyó”.
Su escritura, por demás, volvía convincente su versión. El periodista Gerard Wozek, de Windy City, afirmó que Hache imprimía una la atmósfera mítica a la arquitectura de La Habana, que devenía en una defensa de la identidad cubana y de sus inmigrantes.
La primera novela suya, Loosing My Espanish (Pantheon, 2004), se acerca a las complejidades de la inmigración latina en EE.UU., así como el choque cultural – desde la perspectiva de un inmigrante cubano – con la educación religiosa, la homosexualidad y las luchas de las clases bajas. Una reseña del The Washington Post la calificó como una obra “complejamente estructurada”.
En cuanto a su destreza frente al piano, de acuerdo con Susan, Hache fue autodidacta y no era un artista muy viajado. “Mi hermano tenía mucho talento”, dijo. “Podía ver algo, mirar algo, escuchar algo y hacerlo”, agregó. La hermana plantea que tal vez esta misma capacidad cognitiva le facilitó aprender a hablar el castellano con fluidez.
El esposo, vanEngelsdorp, que imparte clases en la Facultad de Agricultura y Recursos Naturales de la Universidad de Maryland, tuvo una relación de años con Carrillo antes de casarse ambos en 2015. Después de que el pasado de su pareja saliera a flote, en línea, supo que apenas conocía a la persona con la que había compartido en la intimidad todos esos años.
“Al principio, estaba tan deprimido”, declaró el sábado. “Solo conocí a su familia por mensaje de texto. Nunca entendí por qué él nunca me presentaría. Ahora lo hago”, aseguró.
“He estado en una larga caminata esta mañana, y he llegado a la paz con esto. Creo que, en cualquier otro siglo, hubo narradores, como bufones, y en la cultura africana y en las culturas de las Primeras Naciones, y cuando contaban historias, la gente nunca esperaba que la verdad fuera la realidad, ¿sabes? Había otra verdad allí. Y creo que eso le habla a Hache”, añadió.
Carrillo enseñó escritura creativa a tiempo completo en la Universidad George Washington durante casi una década, en los que hizo varias amistades. “Le amaba; todos lo amamos”, dijo Maria Frawley, la presidenta del departamento de inglés del centro.
En septiembre, los médicos detectaron un cáncer de próstata en el escritor, una afección que debilitaría su sistema inmunológico y que lo mantuvo “entrando y saliendo del hospital” todo el invierno y hasta la primavera, según vanEngelsdorp. En abril pasado, se identificaría como un caso positivo al nuevo coronavirus, que le provocó la muerte días más tarde, una semana antes de cumplir 60 años. Falleció en el jardín de su casa.
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