Pollo y picadillo de pavo son prácticamente la única oferta cárnica en Cuba. Ambos productos generan multitudinarias colas por todo el país, ante el desabastecimiento en los mercados.
Si se tienen en cuenta las interacciones sociales que se producen en estos escenarios, la situación epidemiológica por el coronavirus no parece que vaya a mejorar pronto, en especial en municipios como Centro Habana.
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Esta área de la capital cubana está en aislamiento por alto riesgo de coronavirus y se continúan reportando nuevos casos en el territorio, entre otras razones porque las aglomeraciones son el escenario ideal para propiciar focos de contagios.
Las autoridades sanitarias confirmaron un foco de contagio activo en La Época, una de las tiendas más concurridas en Centro Habana, para la compra de productos cárnicos. Once de sus trabajadores fueron diagnosticados positivos por coronavirus.
Sin embargo, aunque la población conoce los peligros a los que se expone en estas colas, no hay otra forma de adquirir los productos. Muchos no tienen más opción que sumarse a la multitud para conseguir una ración de comida que llevar a la mesa.
Las colas no son exclusivas de La Habana, se extienden por todas las provincias, aunque algunos territorios han conseguido una gestión comercial que favorece la venta sin acaparamiento y sin generar aglomeraciones.
El pollo es el producto cárnico con mayor demanda en todo el país, pues la carne de cerdo está desaparecida y utilizando el lenguaje popular “cuando das con ella no hay bolsillo que se la pueda permitir”.
Muchas personas aseguran que la crisis con la carne de cerdo se debe a que el Estado topó su precio a los productores y vendedores, lo que provocó como reacción que ahora no se encuentra un bistec “ni en los centros espirituales”.
A golpe de picadillo de pavo van las madres y padres cubanos resolviendo el mal rato culinario de cada noche. Las recetas son cada vez más simples porque no se le puede añadir ni una cebolla por los precios que alcanzan también los condimentos.
La comida cubana, vuelve a atravesar una compleja crisis de la que muchos aseguran que nunca ha salido, desde 1992, año en que comenzó el Período Especial. Los cubanos callan sus carencias, pero cuando hablamos con calma, te duele desde lejos una confesión: "la situación de la comida es cada vez más seria".
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