Las autoridades cubanas investigan a un ciudadano de la Isla de la Juventud por presuntos delitos de “especulación y acaparamiento” luego de una denuncia anónima en su contra.
De acuerdo con el teniente coronel Yuliexis Domínguez Laborde, jefe de la Delegación Territorial de la Policía en el municipio, una llamada telefónica al 106 informó sobre un vehículo que cargaba materiales de la construcción en una casa particular.
Los agentes decidieron hacer un registro y le decomisaron 55 rollos de alambrón de cinco milímetros, 108 planchas de zinc galvanizado y otras 53 de acero de dos metros por 40 centímetros, materiales comúnmente empleados para la elaboración de puertas y ventanas de angulares.
Además se ocuparon 37 bolsas de cemento, 68 cajas de azulejos de colores verde y azul, 146 barras de acero corrugado de varias dimensiones, entre otros recursos como cubetas de pintura de vinil y aceite, un palé con piezas de mármol, básculas electrónicas.
Aunque el acusado tiene licencia como hojalatero, una actividad no estatal que le permite hacer puertas y ventanas únicamente de ese material, las autoridades igualmente decomisaron 63 puertas y 20 ventanas ya terminadas.
Para el oficial, lo ilegal de estas mercancías radica en su incongruencia con la actividad que el presunto infractor está autorizado a desempeñar, por lo cual se le considera “especulación y acaparamiento”.
Por estas fechas, las autoridades cubanas emprenden una especie de cruzada contra las “ilegalidades” de la que hacen gala los medios oficialistas casi todos los días, dibujando en general a los perpetradores como individuos carentes de escrúpulos que intentan sacar provecho de la crisis generada por la pandemia del coronavirus.
Al parecer, las investigaciones se concentran en personas corrientes de la población y trabajadores, no tanto en funcionarios o personas con responsabilidad administrativa. Recientemente, la policía cubana frustró un robo en la industria cárnica local de la Isla de la Juventud, cuyo costo económico sobrepasaría los ocho mil pesos cubanos.
Fue detenido un hombre ajeno a la empresa cuando trasladaba 48 kilogramos de carne de cerdo deshuesada en dos tanquetas plásticas de gran capacidad. Un trabajador del cárnico le suministraba la mercancía a través de la cerca que protege la parte trasera de la instalación, de acuerdo con el subteniente Leonardo Gordo Rosales, jefe de investigación de la PNR.
El producto sustraído presuntamente iba a manos de un receptador, que pagaba 100 pesos cubanos por cada traspaso. Este, junto a un custodio involucrado, fue puesto a disposición de las autoridades, tras encontrarse sobres de nylon con carne listos para la venta.
Así el gobierno cubano retoma una vieja estrategia de mejorar la imagen de sus aparatos represivos al revelar estas noticias con tono policíaco mientras el país se aqueja de una colosal escasez de alimentos y casi cualquier otro producto, incluyendo elementos de ferretería para el hogar.
En medio de la carestía, la policía decomisó en marzo pasado más de 70 libras de tomates y otras cantidades de alimentos a un vendedor en la provincia de Cienfuegos.
Los demás productos decomisados fueron 60 coles, 100 frutabombas, 20 libras de frijoles, 50 de arroz e igual cantidad de cebolla, 90 de boniato, 30 de ají cachucha, 25 de guayaba y más de 90 de pepino; 14 pomos de jugo de limón, un porrón de cinco litros de ron, más de 50 cajas plásticas, 100 jabas de nylon, 2 cuchillos y 2 pesas, una de ellas de las que destina el Ministerio de Salud Pública (Minsap) para pesar a los bebés.
Esta serie detectivesca del oficialismo muchas veces refleja delitos que pudieran ser considerados irrisorios en cualquier otro país del mundo, pero que en la nata de absurdos en que Cuba está sumergida, adquieren una connotación más o menos seria.
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