Un cubano que sufrió una condena de cuatro años de privación de libertad sin internamiento, contó a la prensa oficialista cómo lo discriminaron en los centros laborales en los que fue ubicado por haber sido procesado por la ley y por ser homosexual.
Yohandry Llamos Navarro había trabajado durante más de una década como mensajero, administrador y almacenero-dependiente en la Empresa Provincial de Farmacias y Ópticas en Guantánamo.
“Perdí mi trabajo por incumplir mi deber como dependiente… Vendí medicamentos controlados y no pude probar la identidad de los pacientes a los que hice el expendio… Anoté los datos que aparecían en el tarjetón y no verifiqué su autenticidad con el documento de identidad… Eran cinco vales…”, cuenta al periódico Trabajadores.
Luego de recibir la condena a Llamos lo ubicaron en varios centros. “Sucede que cuando eres sancionado penal y te ubican a laborar en un lugar determinado fuera de un centro penitenciario tienes que saber cómo comportarte en todo momento, porque eres el centro de atención", dice.
En una ocasión se le perdió algo del bolso a una de sus compañeras, y todos apuntaron a él. "Es muy difícil, pues aunque no se tienen pruebas contra ti, la gente da por hecho que lo hiciste”.
“Yo debía cada vez que llegaba un nuevo directivo presentarme ante él y explicarle mi situación… Tuve uno, mientras laboré en el restaurante Los Corales, que al conocer mi situación aumentó su desagrado… porque yo soy homosexual, y esa orientación marca el rechazo de algunas personas”, expuso.
“Por otra parte, muchos creen que por ser sancionado tienes que matarte trabajando, y lo que uno debe hacer es cumplir cabalmente y ser disciplinado en todo. También está el estigma ante la comunidad, donde he tenido que lidiar con personas que me han buscado problemas o no dejan de provocarme para agravar mi situación penal”, lamentó.
Una vez que Llamos decidió instruirse en el Código Penal para intentar revertir lo que estaba viviendo fue testigo de muchas “historias de discriminación” y “violaciones incluso al salario de los sancionados” en Cuba.
Lo primero que desconocía es que quienes cumplen condena sin internamiento tienen derecho a la ubicación laboral autogestionada, siempre que no lo impidan las características del delito por el que fue sancionado.
Una experiencia similar vivió el año pasado la exreclusa Yuveicys Macia Ferrera, residente en el municipio del Mariel (Artemisa), quien denunció que, desde su salida de prisión, a pesar de mantener una conducta social impecable, no podía tener un trabajo que se ajustara al perfil de lo que estudió.
Macia había cumplido estudios de arte culinario, gastronomía, turismo e higiene de los alimentos, pero ningún centro donde pudiera ejercer alguna de esas funciones le daba empleo.
“Aquí, en Mariel, en la Zona de Desarrollo, hay buenas ofertas de trabajo, pero no entiendo por qué razón o motivo no puedo laborar en ese lugar. Ya una vez más volví a entregar las planillas hace dos meses y no me han notificado. Parece que no soy idónea para ese lugar, tal vez por ser exreclusa o lesbiana”, escribió en una misiva al diario oficialista Juventud Rebelde.
La mujer dijo además que intentó trabajar como cocinera en la escuela “René Arcay”, donde estudian sus hijos, no obstante, aseveró que, en ese caso, la directora no la aceptó por su orientación sexual.
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