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Hanna, el primer huracán de la actual temporada ciclónica en el Atlántico, tocó tierra esta tarde en el sur de Texas, tras ganar intensidad y alcanzar vientos máximos sostenidos de 150 kilómetros por hora, informó el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos.
De acuerdo con el último aviso del centro, Hanna tocó tierra sobre las 05:00 p.m. local en Isla del Padre, Texas, una barrera de islas en el Golfo de México entre las ciudades de Corpus Cristi y Brownsville.
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El ciclón, categoría 1 en la escala Saffir-Simpson, desató fuertes ráfagas de viento, lluvias torrenciales e inundaciones a lo largo de la costa.
Por su parte, el ojo del huracán Hanna tocó tierra en el condado de Kennedy, aún categoría 1 y con vientos sostenidos de 150 km/h.
Este fenómeno climatológico también ha afectado el vecino territorio mexicano, donde ha provocado fuertes lluvias y vientos en el noreste (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas).
Para el sur de Texas se pronostican inundaciones y ya se reportan apagones en varias zonas, por lo cual el gobernador del estado, Greg Abbott, emitió una declaración de desastre dirigida a 32 condados.
El Instituto de Meteorología de Cuba (INSMET) detalló en su boletín de esta tarde que el centro del huracán se estimaba a las 06:00 p.m., en los 26.8 grados de latitud Norte y los 97.3 grados de longitud Oeste, posición que lo situaba a unos 115 kilómetros al sur sudeste de Corpus Christi, suroeste de Estados Unidos.
Dijo, además, que su presión central continuó cayendo hasta los 973 hectoPascal, y se prevé que al internarse en tierra se debilitará rápidamente.
Actualmente el sistema se desplaza al suroeste a 8 millas por hora (13 kilómetros), detalló el NHC.
Los meteorólogos pronostican que la actual temporada ciclónica (del 1 de junio al 30 de noviembre) será activa y tendrá de 13 a 19 tormentas con nombre, de las cuales de seis a 10 podrían convertirse en huracanes por la combinación de una serie de factores ambientales.
Entre estos, patrones de circulación atmosférica como el desarrollo de La Niña en el Océano Pacífico tropical, que haría que el Atlántico adquiera condiciones ideales que faciliten la formación de tormentas.
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