A la ciudad de Santiago de Cuba regresa la medida de que en las entidades del Estado se deben apagar todos los equipos eléctricos en el horario de 11 de la mañana a una de la tarde, con el objetivo de disminuir el consumo de combustible en el sector estatal en la oriental provincia.
Los llamados jocosamente “apagoncitos” llegan a la realidad de la urbe en tiempos de extrema estrechez económica, que siempre se justifica con el “recrudecimiento del bloqueo” y con las “limitaciones con la entrada de combustible al país”.
Como suele suceder, cuando comienza a aplicarse dicha medida se suele acompañar de muchas amenazas, como las multas, sanciones y amonestaciones públicas, a quienes incumplan esa disposición.
“Llegó el energético e informó que otra vez, por la escasez de combustible y como apoyo al país y la revolución, que se debían apagar los equipos eléctricos de 11 de la mañana a una de la tarde. Que se pondrían multas a quienes incurrieran en la indisciplina del derroche energético”, asegura una santiaguera.
Literalmente la orientación es apagar todo, absolutamente todos los artefactos que consuman corriente eléctrica: ni ventiladores, ni equipos de climatización, ni computadoras, ni luces ni nada.
“La vez anterior que se tomó esa medida, hace ya algunos meses, a mi centro de trabajo le pegaron una multa por dejar 15 minutos una luz apagada, una luz LED que casi ni consumía. Los extremismos son brutales, el discurso de los cuadros es de amenaza. A diferencia de otras ocasiones, dicen que esta vez las multas serán personales, no institucionales, a quien le cojan un equipo encendido o una luz en su puesto laboral, a esa persona es a la que le ponen la multa. Dicen que dichas multan son de varios cientos de pesos, según amenazaron en mi trabajo, es de hasta 500 pesos, pero la verdad no sé si es cierto o no, pero como amenaza para meter miedo, funciona muy bien”, señala otro santiaguero.
Visitas sorpresas realizan en los centros de trabajo aquellos que tengan a su cargo velar por el consumo eléctrico de las diferentes entidades, en aras de verificar que se estén apagando los equipos.
Mientras, en el sector privado también se asegura usar la misma persuasión cansona de los medios de comunicación y con conversatorios e intervenciones comunitarias.
“En un CDR cercano a mi casa fueron especialistas a hablar del ahorro, explicaron las mismas medidas de siempre de que se no se debe abrir tantas veces el frío, hablaron sobre un artículo que salió en Granma donde se recomendaba congelar pomos de agua y sacarlos para tomar agua mientras se descongelan, que si los aires acondicionados se deben usar después de las 10 de la noche. Lo mismo de siempre, e igual de inefectivo de siempre las charlas, pues cuando uno sale de ahí, ahorra si tiene el bolsillo flaco”, dice una vecina de los 18 plantas de Garzón.
La misma señora aclara que “curioso fue que nos hicieran responsable de que de no ahorra, podrían hacerse interrupciones del servicio, casi diciéndonos que somos los responsables si llegaran a ocurrir. También se insistió en que el gobierno sería implacable contra los que roben corriente, y se habló de que se serían más incisivo con los cuentapropistas y con aquellos hogares altos consumidores, que se velaría por la transparencia”.
Al miedo por un rebrote de COVID-19 en Santiago de Cuba, también a los altos precios de los alimentos y el desabastecimiento casi crónico de las tiendas, ahora se le suman los “apagoncitos” en el sector estatal que ralentiza la vida en una de las urbes más importantes de Cuba.
No obstante, son bastante recurrentes pequeños apagones en el horario de la madrugada, con una duración que no sobrepasa la media hora en la mayoría de los casos, interrupciones “fantasmas” que afectan a muchos, como hace tan sólo unos pocos días cuando las personas reportaron falta del fluido eléctrico en varias barriadas de la urbe.
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