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El silencio de Vladimir Putin y Kim Jong-un ante la victoria del candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, resulta llamativo a medida que avanzan las horas y se suceden los mensajes de felicitaciones de los líderes mundiales.
En el caso del Kremlin, es de suponer que la victoria del candidato demócrata implique un replanteamiento del enfoque de las relaciones entre Rusia y la futura administración de Biden.
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Las acusaciones de interferencias rusas en las pasadas elecciones dejaron ver que las preferencias del Kremlin se inclinaban por Trump en vez de por la candidata demócrata, Hillary Clinton.
La sintonía entre Putin y Trump resultaba visible, aun cuando en determinados momentos ambos tuvieron que representar su papel de rivales en la geopolítica mundial, como en el caso de Ucrania o Venezuela.
La antipatía manifiesta de Putin hacia la anterior candidata demócrata, Hillary Clinton, tenía razones políticas y personales. Al mandatario ruso no le había gustado el trato recibido por la que fuera Secretaria de Estado de la administración Obama, ni las políticas implementadas en lo que Rusia considera su área de influencia.
Más allá de lo personal, la falta de sintonía entre Hillary y Putin se extiende a la relación del Kremlin con un partido demócrata que en los últimos tiempos había sido especialmente duro en sus críticas al régimen de Moscú.
En relación con este país, se espera que Biden adopte una postura más dura hacia el Kremlin en su historial de derechos humanos y políticas exteriores en comparación con Trump, según indica Radio Free Europe.
En sus declaraciones, Biden ha criticado repetidamente al presidente Putin por las "acciones malignas" de Rusia, incluida la invasión de sus vecinos y la intromisión en elecciones extranjeras. Durante la campaña para las elecciones, llamó a Moscú un "oponente".
El otro actor que permanece en silencio es el dictador norcoreano, Kim Jong-un, otro gran protagonista de la política exterior de la administración Trump, quien buscó infructuosamente desactivar el programa nuclear del país comunista.
A pesar de haber conseguido un diálogo al más alto nivel con el dictador, la relación no se encaminó a buen puerto y Corea del Norte siguió adelante con su programa de misiles balísticos asociado al desarrollo de la energía nuclear con fines militares.
Sobre el líder de este país asiático, al presidente electo Biden se le ha escuchado decir que es un "dictador" y un "matón". Entre sus críticas a Trump, Biden se valió de la supuesta sintonía que este exhibió en sus relaciones con el “amigo norcoreano”, con el que se reunió en tres ocasiones.
Pyongyang también ha criticado a Biden, al que ha calificado como un "individuo de bajo coeficiente intelectual" que está "dominado por la ambición de poder", según recoge The Straits Times. El secretismo habitual del régimen también hizo que en 2016 tardase 10 días hasta mencionar a Trump como ganador de las elecciones norteamericanas.
No obstante, Biden ha indicado que también estaba dispuesto a reunirse con Kim, con la condición de que trabaje para hacer de la península de Corea "una zona libre de armas nucleares".
La fama de negociador de Donald Trump tuvo en Corea del Norte y Rusia dos casos que arrojaron más sombra que luces sobre su capacidad de entender la historia, la dinámica y los tiempos de la política mundial, y demostraron el poco apego de su presidencia por los mecanismos diplomáticos tradicionales.
Mientras el silencio es la única señal que emiten los regímenes de Pyongyang y Moscú, el presidente electo Joe Biden recibe las felicitaciones países aliados y otros líderes mundiales como Boris Johnson, Angela Merkel, Emmanuel Macron o Pedro Sánchez.
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