La muerte de la popular actriz cubana Broselianda Hernández mantiene en shock a sus personas más allegadas. En el reloj las horas se van con prisa, pero la pena por su pérdida late lenta, profunda, dolorosa. El lamento se extiende a cada uno de los que la conoció de verdad o la vio actuar una vez.
Según expresa “con el corazón roto” la actriz Luisa María Jiménez en exclusiva para CiberCuba, “creo que la actuación cubana queda en orfandad con la pérdida de Broselianda, tan grande, tan gigante, tan especial actriz. Un talento desbordado. Una mujer que en el fondo ocultaba su vulnerabilidad, que estaba llena de dolores.
“Se refugiaba en lo tremenda actriz que era, en ir a las fiestas o las reuniones con amigos y montar un personaje de momento, cantar, bailar. Improvisaba genialmente. Podía crear de momento cualquier cosa. Con esa voz de contralto maravillosa que tenía, con esos dones, esa desvergüenza. A veces me arrastraba a mí a eso y nos subíamos las dos en una mesa o una plataforma, lo que fuera, y nos poníamos a pasarla bien.
“Pero pienso que era muy frágil en el fondo y el dolor tiene un límite. Nunca lo sabremos bien. Llevaba su pena. Eligió morir y cuando uno elige morir es porque ya no puede más, nadie se muere en vano. Elegir quitarse la vida es algo bien, bien duro. Y escogió morir como Alfonsina, se lanzó al mar, se metió al agua y creo que, no sé si estará bien decirlo, pero hasta para morir fue una artista”, me dice antes de que las lágrimas le impidan seguir.
Asimismo comparte unas palabras tristísimas el actor Jazz Vilá, quien con la dicha de haberla podido tener como amiga y haberla podido dirigir intenta aún asimilar que Broselianda, de 56 años, “se fue así, de momento. Es la primera persona tan cercana a mí que se me va. Es ahora una de esas almas que me acompañan, un ángel de luz. Se fue, cerrando los ojos, como en un suspiro.
“Yo le decía ‘egregia’ por un cartel que había en el Teatro Terry de Matanzas que decía: La egregia actriz Margarita Xirgu se presenta en La Habana acompañada por un convoy… Y yo me refería a ella en las notas de prensa como ‘la egregia actriz Broselianda Hernández’ y ella me decía ‘mi egregio’. Hace como dos días justamente publiqué una foto de la obra Rascacielos y ella me escribió y me puso: Estuve, estuve y siempre voy a estar con mi corazón. Y eso siento yo, que ella siempre, siempre va a estar en mi corazón”.
A tenor con el joven director de teatro, es curioso, casi increíble, que la última vez que Broselianda actuó en Cuba en una obra de teatro fuera justamente en la versión de Rascacielos que se hizo en inglés en la Sala Adolfo Llauradó en noviembre de 2015. “Para que veas lo paradójica que es la vida, hay una foto de entonces en la que ella aparece junto al actor Omar Rolando diciéndole: Eso fue lo que viste en mí, algo raro, ahí, en el mar, a punto de ahogarse. Y yo ayer le escribí a Omarito para decirle que esta vez no la habíamos podido salvar a ella. No pudimos dejar que no se ahogara”, lamenta.
Jazz Vilá recuerda con especial cariño una foto que le regaló a Broselianda y que ella tenía en la sala de su casa en Cuba. “Allí se ve como era ella, saludando de esa manera especial, triunfante, con una sonrisa increíble, robándose la escena como ella sabía. Se fue como una gran diva, como esas actrices que ya no hay, como esos mitos. Broselianda era mítica en vida así que su despedida, su partida, su paso al otro mundo, no podía ser de otra forma que legendario. Ella no se iba a morir de viejita. Se fue como el torbellino que era su personalidad.
“No era una persona mayor, ni estaba enferma. Si la conocías, veías la magia tan especial que tenía. Por eso la voy a recordar siempre así, como le dije yo ayer en un momento mirando al cielo. Pienso que se fue a bailar a otro lugar, se fue primero, hasta que me llegue a mí la hora de juntarme con ella en ese otro escenario”, afirma convencido de que algún día volverán a verse.
La actriz Camila Arteche asegura que junto a Alina Rodríguez, Broselianda fue su paradigma de la actuación. “Era una de las personas más auténticas que yo he conocido. Una mujer que hablaba sin prejuicios, divertida, cubana, llena de vida. No se me van de la cabeza su risa y su voz. Era muy ocurrente y tenía una cultura grandísima. Leía mucho y escuchaba mucha música”, explica.
En palabras de Camila, quien compartió escena con Broselianda en la película El acompañante y en las obras de teatro Rascacielos y Eclipse, no ha podido llorar porque el dolor es profundo. “Aún no me lo creo. Tengo el llanto atravesado en la garganta. Brose se pasaba todo el tiempo cantando. Tú la veías y sabías que era artista. Aprendí mucho de ella, de su dominio del escenario. Nunca olvidaré los consejos de actuación que me dio".
“Tuvimos conversaciones muy simpáticas sobre novios, sexo, arte, teatro, cine, la vida. Era una mujer sin máscaras, pura, única. Recuerdo que decía que tenía unos tacones detrás de la puerta, porque ella vivía en altos en Cuba, y se los ponía para hacer ejercicios bajando y subiendo la escalera y para abrirle la puerta al que llegara.
“En una ocasión estábamos las dos como público en una función de teatro que se demoraba en empezar por problemas técnicos y Brose se paró en medio del escenario, sin estar en la obra, a cantar un tango y actuar. Fue la mejor cortina del mundo. Eso nadie se lo esperaba. La última vez que la vi estábamos también como público en una obra en Miami. Se fue del modo más romántico y pasional que una artista se va”, concluye.
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