Trabajadores del Puerto de La Habana no han tragado con el salario que el Gobierno cubano, que se erige en revolución de los humildes y para los humildes, considera que es justo y adecuado para compensar los esfuerzos y sobresfuerzos que hacen a diario, incluso, fines de semana y días festivos.
Este 24 de diciembre llegó al Puerto habanero un barco cargado de fertilizantes y los estibadores del turno de tarde renunciaron a descargarlo porque todavía, a estas alturas, no saben cómo les van a pagar.
Están indignados porque se han dado cuenta de que el Gobierno cubano ha premiado en la escala salarial pensada para la 'tarea ordenamiento' las categorías a las que pertenecen los cuadros del Partido Comunista. De esa forma, los empleados de las oficinas del Puerto, cobrarán casi el doble (4.000 pesos) de salario base que los estibadores (2.420). Los obreros lo consideran inadmisible.
En condiciones normales, el sindicato del Puerto habría peleado a brazo partido por llegar a un acuerdo con los directivos a sabiendas de que ninguna empresa quiere salir en el periódico por un conato de huelga de su plantilla. Eso da mala imagen, especialmente en una sociedad que se autodenomina socialista.
Pero la Central de Trabajadores de Cuba es una farsa. No se puede ser juez y parte. Eso ha llevado a la CTC a permanecer calladita a sabiendas de que en la Isla es imposible cubrir las necesidades básicas con el sueldo que paga el Estado.
¿Cómo es que en 62 años no hemos visto en los medios de comunicación del Estado una sola protesta convocada por la CTC contra el Gobierno? ¿Cómo es que la CTC no se ha pronunciado contra la humillación que representan las tiendas en dólares para los trabajadores cubanos?
¿Saben por qué no lo hacen? Porque se pasan el tiempo trabajando codo con codo con la Seguridad del Estado para fabricar delitos comunes a los trabajadores rebeldes. Es su manera de solucionar el problema: apartándolos de sus puestos porque su falta de lucidez les impide encontrar otra solución.
Llevan años apartando gente y ese ejército de apartados ha dicho basta. En medio de una crisis económica como la que está viviendo hoy el mundo hay que andarse con pies de plomo. Cuando no hay comida ni bienes que repartir, sólo queda repartir palos. ¿Aguantarán eso los cubanos?
La CTC no moverá un dedo para decirle al Estado lo que han repetido hasta la saciedad los estibadores: que ellos no son activistas políticos pagados por la CIA, sino obreros que exigen una remuneración justa.
El Gobierno cubano tiene ante sí un problema de difícil solución. ¿Cómo le van a explicar al pueblo que los cuadros del PCC tienen mejores sueldos que los que se parten el lomo en el Puerto?
Esos sueldos que ganan los dirigentes comunistas no están justificados. No los merecen. No se puede premiar a una banda de inútiles cuyo esfuerzo, que seguro lo hacen, no se traduce en bonanza económica sino en miseria.
Miren a su alrededor. El país está destruido y ahora nos vienen con el cuento de la tarea ordenamiento. ¿Quién desordenó todo lo que ahora hay que ordenar sino los mismos comunistas a los que vamos a pagar sus chapuzas a precio de oro?
Así no se incentiva el esfuerzo. Así no se construye un país. Hay que trabajar sí, pero también hay que ganar dinero para que no tengan que ser los familiares de afuera, 'la gusanera' humillada por el noticiero y el Parlamento cubano, quienes paguen 300 dólares por una cena de cuatro personas en la Plaza de la Catedral.
Dejen que la gente gane dinero y verán cómo habrá colas para pedir tierras en usufructo. No entiendo por qué aplauden en la televisión cubana los precios topados a los campesinos y pequeños productores y nadie se pregunta por qué el Estado no topa los precios en las tiendas en MLC.
¿Por qué el Gobierno puede especular vendiendo un queso manchego a 150 dólares (casi tres veces su precio en España) e impide que los emprendedores cubanos jueguen y compitan, según las reglas del mercado?
No quiere decir, ni mucho menos, que desprotejamos al consumidor. El Estado debe intervenir lo mínimo para evitar que haya acuerdos entre productores. Si hay mucha oferta, los precios bajan y el Estado, como intermediario, debe vigilar para que esto se cumpla.
El resto de intervenciones estatales deben centrarse en corregir, con políticas sociales, las desigualdades que inevitablemente deja la economía de mercado y en garantizar que con los impuestos de todos se financien servicios públicos de calidad para todos (educación y salud, sí o sí) con independencia de la filiación política.
De las tierras donde las compañías americanas sacaban miles y miles de dólares antes de 1959, los comunistas no han sacado más que miseria. Algo se ha hecho mal, digo yo. ¿O es que vamos a creer que vino una espiritista y maldijo nuestros campos?
Nuestra tierra no produce porque el Gobierno del Partido Comunista no quiere que produzca. Es fácil echar a andar la maquinaria. Déjense ya del cuento de los logros de la Revolución. Se puede alcanzar el Estado de Bienestar sin necesidad de pisotear los derechos y libertades civiles, políticos, culturales y sociales de la ciudadanía.
Ábranse al mundo y el mundo se abrirá a ustedes. Lejos de ser un país progresista, Cuba es hoy un país reaccionario, que intenta administrar la pobreza con mano de hierro. Nos va a costar muchísimo levantar el país. Ustedes, los comunistas, lo han hundido. Nuestra economía no está desordenada. Está acabada.
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