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Tarea Ordenamiento en Cuba: un ciclón para la agricultura

Los campesinos no son máquinas, son personas con variados gastos más allá de su negocio agropecuario, esos gastos crecerán exponencialmente según ha confirmado el gobierno en muchas ocasiones, por lo que no es consuelo seguir ganando lo mismo cuando todo lo que necesitan ellos y sus familias está subiendo.

Mercado Agropecuario arrendado (Imagen de referencia) © CiberCuba
Mercado Agropecuario arrendado (Imagen de referencia) Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

“Es verdad que los precios no van a subir al mismo ritmo que el crecimiento de los costos, los campesinos nos lo están diciendo, eso es verdad… le pedimos a la base productiva comprensión”, se refirió a los campesinos el ministro sin cartera y líder de la Tarea Ordenamiento Marino Murillo, encargado por la cúpula político militar que gobierna al país para liderar las transformaciones económicas que se espera rescaten al país de la ruina.

Pero cuando el guajiro esté en el surco aguantando bajo el sol los 35 grados del verano cubano, o se esté mojando con el helado rocío de la madrugada mientras alimenta los animales, no pensará en comprensiones, sino que hará lo que todo ser humano racional hace porque tiene derecho a hacerlo: intentar sacar el máximo beneficio a sus propios esfuerzos.

Y es que después que Murillo explicó públicamente cómo influirá la Tarea Ordenamiento en la agricultura, los trabajadores del campo -más de un millón de cubanos- se deben sentir verdaderamente alarmados.

El estado les va a pagar más por sus producciones, sí, pero les va a cobrar aún más por los insumos que les vende; los campesinos salen perdiendo con la Tarea Ordenamiento porque el gobierno ha subido más lo que les vende que lo que les compra.

Usando el arroz como ejemplo tipo, encontramos que si hoy producir una tonelada de Arroz Cáscara Húmedo cuesta 2124 pesos, tras enero costará 4085, el costo se duplica por el alza de los insumos; sin embargo, el estado que hoy compra esa tonelada a 3478, la comprará a 5439 pesos, el crecimiento aquí es de solo una vez y media, por lo tanto, la rentabilidad del cultivo cae de 0.64 a 0.33.

Y puede ser, como dijo Murillo haciendo otros cálculos, que tanto antes como después de enero el margen de beneficio neto de la tonelada de arroz siga siendo exactamente el mismo,1354 pesos, matemáticamente es posible que aun perdiéndose rentabilidad en el cultivo, el margen de beneficio neto se mantenga, pero, y es un pero enorme, los 1354 pesos de beneficio que obtendrá el productor después de enero, tienen mucho menos poder de compra que los 1354 pesos de beneficio que ha obtenido hasta hoy.

Los campesinos no son máquinas, son personas con variados gastos más allá de su negocio agropecuario, esos gastos crecerán exponencialmente según ha confirmado el gobierno en muchas ocasiones, por lo que no es consuelo seguir ganando lo mismo cuando todo lo que necesitan ellos y sus familias está subiendo.

La respuesta del campesinado ante este franco empeoramiento de sus condiciones de vida es muy previsible, ya lo hacían los siervos de la gleba cuando los señores feudales, dueños de la tierra y de la ley -muy parecido a lo que pasa hoy en Cuba- los querían explotar, los siervos, o producían menos, o escondían la producción para comercializarla ilegalmente.

La tonelada de Arroz Consumo que el estado pagará a 10 878 pesos, en la calle al detalle se vende ya por 55 mil, está a 25 pesos la libra de arroz; la tonelada de frijol negro que el estado pagará a 26 146 pesos, vendida a los actuales 35 pesos la libra llegaría a 77 mil pesos en el circuito clandestino.

La tonelada de carne de res el estado la adquiere de los ganaderos a 12 500 pesos por tonelada, pero si en vez de eso, el ganadero se arriesga, sacrifica y vende él mismo la carne, puede obtener más de 200 mil pesos en el mercado negro porque esta proteína se está pagando hasta a 100 pesos la libra en algunos lugares.

El margen de intermediación entre lo que paga el estado y lo que está dispuesto a pagar la gente a causa del desabastecimiento es enorme, lo que da espacio para que el campesino pueda vender su producción a intermediarios ilegales que le paguen mucho mejor el fruto de sus sacrificios, y al contado, pues el estado muchas veces tarda meses y hasta años en pagar.

Como están las cosas, los más viejos guajiros recordarán aquella melodía del gran Félix B. Caignet “la cosa está que mete miedo y horripila de verdad”.

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