En julio de 1987, Aliuska López Pedroso no había cumplido 18 abriles cuando devoró los 100 metros con vallas en 12.84 segundos durante las Universiadas de Zagreb. ¿Le dice poco eso? Pues lea bien lo que sigue: desde entonces, tan solo ¡cuatro! atletas menores de 20 años han podido rebasar aquella marca. Sencillamente impresionante.
A su récord mundial juvenil, la chiquilla oriunda de La Habana agregaría después una serie de conquistas atractivas en un pastel cuya guinda resultó el triunfo en la cita universal bajo techo de 1995. Finalista en dos de tres Olimpiadas, cuarta en la justa planetaria de 1993, tres veces dorada en Juegos Panamericanos, su dilatada carrera de dos décadas acabó coronándola como la mejor vallista corta cubana de todos los tiempos.
La llegada del siglo XXI la vio afincarse en suelo español, y por ese país compitió en sus temporadas postreras en las pistas. Cordial y diligente, justo desde allí accedió a sostener este intercambio con CiberCuba.
Impusiste dos récords mundiales juveniles en Zagreb, pero luego no pudiste acercarte a la marca de mayores. ¿Sientes que tu progresión se detuvo, o será que aquellos tiempos de las búlgaras Zagorcheva y Donkova eran sencillamente inalcanzables?
—No creo que mi progresión se detuviera. En esa época había corredoras de un gran nivel con mucho potencial, sobre todo físicamente. Eran otros tiempos, donde por desgracia no íbamos en igualdad de condiciones, porque eran los tiempos del ‘vale todo’. Pero estuve en finales mundiales y olímpicas y eso me hace considerar que tuve muy buenos resultados.
¿Continúas pensando que lo más grande de tu carrera fue la vuelta al Estadio Panamericano de La Habana en 1991, con toda tu familia aplaudiéndote?
—No fue lo más grande que hice en mi carrera deportiva, pero sí resultó uno de los mejores momentos que viví. Ese momento de ver un estadio repleto como nunca antes, la gente aplaudiendo, gritando tu nombre, y sobre todo ver el rostro de mi padre con una sonrisa y sus ojos con lágrimas de alegría... Yo crecí corriendo por esos terrenos, porque el estadio se construyó en lo que fue el patio de mi casa, donde mi primo Iván Pedroso y yo hacíamos competencias de atletismo desde niños.
¿Cómo pudo una atleta espigada como tú vencer en una final mundial de 60 metros con vallas?
—Esa pregunta ni yo misma sabría respondértela. Fue una carrera muy limpia técnicamente. Ese año llegué en magnífica forma deportiva al Mundial, habíamos realizado una buena preparación e hicimos varias competiciones que me ayudaron a ganar confianza. Nunca me he considerado buena arrancadora, pero tenía mis días y ese fue uno de ellos. Normalmente mi fuerte eran las últimas vallas, pero te diré que a veces corría mejor las primeras y en las demás me faltaba un poco de fuerza, como me pasó en las Olimpiadas de Sydney. La verdad, el 60 con vallas se me hacía muy corto.
¿Hasta dónde te duele no haber conseguido una medalla olímpica?
—El sueño de todo atleta es una medalla olímpica, así que si digo que no me duele, mentiría. Pero estoy muy satisfecha con mis logros deportivos, porque cada vez que salía a las pistas daba todo de mí. Creo que haber participado en tres olimpiadas y conseguir un quinto y un sexto lugares no es cosa fácil, pues para eso hay que mantener la forma a lo largo de tres ciclos olímpicos y hacer que las lesiones te respeten. Sinceramente, yo estoy más que satisfecha.
Una vez que decidiste emigrar a España, viviste la experiencia de competir bajo otra bandera. ¿Te sentiste extraña o asimilaste el cambio con facilidad?
—Ante todo, le estoy muy agradecida a España porque me abrió las puertas para seguir compitiendo y ver el atletismo desde otro punto de vista. Ahora bien, te diré que para mí no fue la misma sensación de cuando competía por Cuba. Era como que me faltaba algo. Un sentimiento diferente, a tal punto que nunca llegué a adaptarme a esa nueva condición. Sin embargo, te reitero que le estoy muy agradecida a este país.
¿Por qué, si emigraste de Cuba legalmente tras casarte con un ciudadano español, debieron pasar 16 años para que pudieras regresar a tu tierra? He leído que todo se debió a que saliste con pasaporte oficial, pero, ¿crees que eso ameritaba una condena tan larga?
—A día de hoy, todavía no tengo respuesta para esa pregunta. Jamás nadie me ha dicho el porqué de esos 16 interminables años de no poder entrar a Cuba y ver a mi familia. Fueron 16 años que me perdí de la vida de mi padre, con el cual apenas pude estar después 15 días porque él solo estaba esperándome para irse feliz. Es muy triste que todavía no haya tenido una respuesta.
En una entrevista dijiste que “Cuba te obliga a añorar”. ¿Alguna vez te pasó por la cabeza la idea de retornar definitivamente?
—Toda mi familia vive en Cuba, así que algún día espero volver definitivamente a mi país.
¿En qué ciudad resides y a que te dedicas actualmente?
—Vivo en Asturias y trabajo en el club Oviedo Atletismo con niños de 9 y 10 años. También doy clases de actividades dirigidas en un gimnasio.
¿Quién ha sido el mejor vallista cubano de todos los tiempos? ¿En qué orden ubicarías a los que vienen detrás?
—Todos los que hemos pasado por la escuela de vallas hemos tenido nuestro momento. Decirte un orden sería injusto, pero para mí por su fuerza, por su saber estar en las pistas y por su toque de locura, creo que el mejor ha sido Anier García. Esto, sin desmerecer a Dayron Robles, Emilio Valle, Alejandro Casañas y a las muchachas del 100 con vallas.
¿Habría sido igual de gloriosa la escuela cubana de vallas sin Santiago Antúnez?
—Cada entrenador tiene su librito, y hubo muchos muy buenos como Heriberto Fernández, uno de los mejores que ha tenido Cuba. Pero de lo que estoy segura es que para mí Santiago es el mejor, y que si volviera a empezar mi vida deportiva él seguiría siendo mi mago de las vallas.
A tu juicio, ¿qué sucede con el atletismo cubano de hoy?
—Llevo muchos años fuera de Cuba y del deporte de alto rendimiento, no sé lo que pasa en estos momentos en el atletismo y en general en el deporte cubanos, pero me imagino que se ha dejado de buscar en las canteras, en las EIDE, los municipios, las provincias, que eran parte fundamental de las captaciones. Lo poco que he visto al visitar Cuba es el deterioro de las instalaciones deportivas, la inexistencia de pistas para entrenar los niños y la falta de motivación. Los territorios no tienen las condiciones necesarias, y a los atletas no les veo esa unión que existía en mis tiempos, cuando todos éramos una gran familia.
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