La respuesta es claramente, no. Dice Granma, en tono triunfal, que “Crece el interés por el trabajo” y lo justifica con el dato de que más de 56.000 personas en Cuba han acudido a las direcciones municipales de Trabajo para interesarse por las opciones laborales disponibles en las últimas semanas. Y con esto, dan por válido uno de los pilares fundamentales de la Tarea Ordenamiento.
En realidad, a falta de datos oficiales mensuales del ministerio del ramo sobre la evolución del mercado laboral en Cuba, como podrían ser los desempleados o las altas en la seguridad social, los contratos firmados, etc, los analistas se deben conformar con los datos que ofrecen las autoridades del régimen, de forma más o menos periódica. Este es un buen ejemplo de ello.
A la ministra, la señora Feitó, la que debería estar atenta a suministrar estadísticas oficiales mensuales, como ocurre en todos los países del mundo, se le ha ocurrido decir que más de 56.000 personas, sin señalar cuántas en concreto, se han presentado en las oficinas municipales de Trabajo para conocer las ofertas de empleo disponibles.
Y como corolario, no se le ocurre decir otra cosa que este comportamiento social se puede calificar como una demostración de la validez de uno de los pilares fundamentales de la Tarea Ordenamiento, a la que se supone capacidades para lograr que los cubanos muestren un interés por el trabajo de modo que este se convierta en la principal fuente de ingresos de las personas. Los dirigentes comunistas cubanos deberían tener claro que una cosa es la propaganda y otra, bien distinta, el análisis e interpretación de la realidad. Confundir estos extremos, no suele acabar bien.
De modo que, en este punto, surgen de inmediato las dudas que recaen sobre el modelo social comunista que lleva funcionando 62 años en Cuba. ¿Es que acaso los cubanos no han buscado tradicionalmente empleo de acuerdo con sus intereses y motivaciones? Ah claro que no. Durante largas décadas, los cubanos eran dirigidos por las autoridades del régimen desde tempranas edades en la escuela primaria hacia profesiones y ocupaciones decididas por los planificadores de la economía.
De modo que si alguien en la cúpula del régimen decía que había que crear médicos, la maquinaria se ponía en funcionamiento para producir médicos. Si por el contrario, el objetivo del dirigente era crear inseminadores artificiales de ganado, pues manos a la obra. Estas políticas estaban en el corazón duro de la llamada “revolución” que elimina por completo la libre elección, y de ese modo, los gobiernos, sin reparar en gastos y sin tener en cuenta los costes de oportunidad asociados a este tipo de decisiones sobre el capital humano, tomaban decisiones por otros.
Por desgracia, esto tampoco ha salido bien. Y así, Cuba cuenta actualmente con una población de alta titulación académica, pero de muy escasa cualificación. Cobrar un sueldo mensual de 40 o 50 dólares por un médico o un profesor universitario es lo normal, cuando se atiende a la escala de 32 niveles de la Tarea Ordenamiento. ¿Qué motivación pueden tener estos profesionales para trabajar?¿De dónde puede venir el interés? De ningún sitio. El sistema social comunista las elimina de raíz.
Por el contrario, en las dos últimas décadas muchos cubanos, con habilidades y cualificación emprendedora, que en su momento no fueron conducidos a la vida universitaria por los dirigentes, han conseguido impulsar proyectos de negocio en el trabajo por cuenta propia que les reportan salarios muy superiores a los que podrían obtener en puestos dentro del paquidérmico y decadente sector presupuestado. La pirámide no es que esté invertida, es que se encuentra rota por la base y en la cúpula cada vez hay menos gente.
Es por ello que, en el ámbito de las políticas laborales, el modelo ha sido un fracaso. Recuerdo hace unos años que una médica cubana que se exilió en España me comentaba que nunca en su vida profesional en Cuba había firmado un contrato, al comprobar que en España es la vía normal de acceso al empleo. No hay Tarea Ordenamiento que valga para recomponer un mercado laboral en el que conviven, de forma asombrosa, datos contradictorios y cuestionables, como la caída espectacular de la población ocupada en los últimos años (envejecimiento demográfico que ya está ahí), aumento de la población inactiva y tasas de paro de las más bajas del mundo que apuntan a una situación de subempleo en muchas empresas y organismos del sector presupuestado que reducen de forma sistemática los niveles de productividad de la economía.
Por eso, no deja de sorprender la ministra Feitó cuando muestra su satisfacción al señalar que de las 56 mil personas que acudieron en busca de un empleo, tan solo 28.173 personas aceptaron las ofertas de empleo ofrecidas, de las cuales, la amplia mayoría tienen su origen en el estado, bien sea las 5.292 del sector presupuestado y las 13.147 del sector empresarial. Sorprende la ministra porque apenas 9.734 ofertas fueron del sector no estatal, un 34% del total, más o menos la misma participación que tiene el sector privado en el empleo total. En todos los países del mundo, es el sector privado el que concentra la mayor creación de puestos de trabajo. No entiendo la satisfacción de la ministra.
Por otra parte, el sector cooperativo ha puesto a disposición de quienes buscan empleo, 4.868 plazas, de ellas, 3.044 en unidades básicas de producción cooperativa, 1.643 en cooperativas de producción agropecuaria y 181 en cooperativas de créditos y servicios. Todavía este sector no acaba de ofrecer buenas perspectivas para quienes buscan empleo, y apenas alcanza un 17% de las ofertas.
Los cubanos que han ido a buscar empleo lo han encontrado, pero de forma mayoritaria, en el sector estatal. La reforma salarial y las transformaciones de la Tarea Ordenamiento para conseguir que la población económicamente activa crezca, y que los empleos se generen en función del desarrollo local y de las necesidades de los territorios, no están siendo todo lo positivas que se esperaba, y se van a quedar cortas. De momento, solo el 50% de los que han visitado las oficinas municipales de Trabajo han logrado un empleo.
El otro 50% no. Hay pocos motivos de satisfacción, salvo que antes fuera menos. Para intentar aumentar ese porcentaje que es bajo, el ministerio ha desarrollado una aplicación de móvil para la gestión de ofertas de empleo. La aplicación, que ya entró en funcionamiento, fue desarrollada por el área de Informática del MTSS, y contiene las necesidades de empleo declaradas por las diferentes entidades estatales, cooperativas y trabajadores por cuenta propia de todas las provincias del país, incluyendo el municipio especial Isla de la Juventud. Le deseamos mucha suerte pero con los costes de ETECSA y por muy alta que sea la tasa de penetración de los móviles, queda mucho recorrido para que este dispositivo pueda servir para algo.
Pero como ya he señalado en otras ocasiones, un escenario devaluatorio del peso cubano tiene poco que ver con la creación de empleo y la motivación a los trabajadores. Sabido es que la devaluación permite a las empresas exportar más, al aumentar su competitividad internacional. Es por ello, que la demanda de empleados con cualificaciones relacionadas con el comercio exterior, marketing, logística, idiomas, disponibilidad para viajar, suele aumentar.
En Cuba este yacimiento de empleo se encuentra cortocircuitado por las entidades especializadas del estado que actúan como intermediarios de los emprendedores privados en sus operaciones de comercio exterior. Pero a resultas de la misma devaluación, los productores nacionales pueden encontrar una mayor demanda de empresas que recurrían a las importaciones que se encarecen por la pérdida de valor relativo de la moneda.
Para que esto se produzca esa demanda es necesario que en la economía nacional exista una oferta sustitutiva de las importaciones y con capacidad, y sobre todo, flexibilidad para crecer. Pongamos un ejemplo. Si los hoteles (ahora en una situación de crisis por culpa del COVID-19) incrementan sus compras de alimentos a los agricultores, estos tendrán que aumentar la producción y para lograr ese objetivo es posible que necesiten contratar más trabajadores.
Pero no solo van a generar empleo, porque para producir necesitan más tierra. Y aquí es donde viene el problema, porque el régimen comunista ha dejado claro que no quieren “latifundios” en la agricultura cubana y que la tierra seguirá siendo siempre propiedad del estado. Si esto se aplica a los sectores manufactureros, la construcción, los servicios exportables, etc, el resultado es el mismo. Una economía que no puede crecer porque el modelo social comunista lo impide. La Tarea Ordenamiento no crea interés para nada.
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