Quien busque información sobre las habilidades de Yadier Fernández como actor, encontrará que sabe montar a caballo, nadar, manejar, bailar salsa, hacer acrobacias, hablar inglés o luchar en escena con armas blancas y de fuego. Pero en ninguna parte reza que es un tipo empático, de esos que caen bien aunque no los conozcas. Que es cordial todo el tiempo. Que disfruta haciendo reír a otro porque puede ponerse en el lugar de otro.
Aunque interrumpió los estudios de Medicina para convertirse en actor, le gustaba la bioquímica y todavía puede conversar “de manera básica, de algunas enfermedades moleculares”. Ya no se le ve constantemente en la televisión, medio en el que se hizo una de las figuras masculinas más populares de la actuación en la isla, toda vez que se ha propuesto insertarse en el mundillo del arte en España.
De acuerdo con lo que adelanta en exclusiva el protagonista de la seguida novela Oh, La Habana, la serie Coco Verde o películas como Casa Vieja, Nido de Mantis y Buscando a Casal, a fines de mayo estará en el Festival Grec de Barcelona con la obra Fuera del Juego, escrita y dirigida por Abel González Melo y producida por Dagoberto Rodríguez, quien se responsabilizó igualmente de la concepción artística, en la que tendrá el placer de actuar junto a Rey Montesinos y Ginette Gala.
Hasta que se normalice la situación epidemiológica, en Cuba quedó inconcluso el montaje de una obra de Lucía Carballal llamada La Resistencia, que guían Abel González Melo y Yailín Coppola, y en la que cuenta con “compañeras de lujo” como Maridelmis Marín y Claudia Álvarez, quien es además su esposa. Asimismo, formará parte de una serie producida por el ICAIC “de la cual no puedo hablar porque el director no lo permite”, y la película Todas de Marilyn Solaya.
Algo de lo que más apasiona a este actor de 43 años son los deportes y los juegos de mesa, pero nunca pudo ganarle a su padre jugando ajedrez y hasta ahora no ha logrado vencer a su esposa en el Scrabble. Además de leer y ver cine, en casa de sus suegros en San Cristóbal descubrió recientemente que le encanta la jardinería y que cada vez le gusta estar más con la familia.
¿Qué recuerdas con más cariño de tu infancia?
Yo soy del Cerro (La Habana), aunque parte de mi niñez la pasé en Bartolomé Masó en Granma, en la finca de mis abuelos maternos. Tuve una infancia feliz entre la ciudad y el campo. De una, recuerdo la libertad de jugar en la calle a la pelota y los paseos con mis padres a los parques y los cines, adonde me encantaba ir. Solo en el Cerro había alrededor de cinco cines, pero lamentablemente hoy ninguno de ellos funciona. Del otro, me acuerdo de cómo me divertía en el río con mis primos y amigos que aún conservo allá. Incluso tenía animales, entre los que estaba Muñeca, una potrica que me regaló mi abuelo Víctor.
Para ti que empezaste a actuar sin pasar por escuelas de arte, ¿la academia ha sido necesaria?
No tuve una formación académica propiamente dicha. Me hice en el movimiento de estudiantes aficionados de la Facultad de Medicina Salvador Allende, dirigido por Yeimisel Cruz, a quien le debo el haberme motivado para ser actor y en el grupo Aire Frío, que representaba al Instituto de Ciencias Médicas de La Habana, dirigido por César Montero, donde permanecí alrededor de cuatro años haciendo teatro y trabajando básicamente con la misma técnica que se imparte en la academia. Eso, junto a mis infinitas lecturas, ayudaron en mi formación. Hubiera querido y aún quiero ingresar en el Instituto Superior de Arte, ojalá me lo permitan. Muchos colegas me dicen que no lo necesito, pero a mí me encantaría, sobre todo porque me gusta la pedagogía y sin un título no tengo aval para ejercer como profesor. Contestando a tu pregunta, sí, es necesaria.
¿Qué te ha demostrado la práctica que no le puede faltar a un actor?
Constancia. Siempre hay algún aspecto técnico que mejorar y formas de superarnos intelectualmente. Hay que mantenerse entrenando, participando en talleres y viendo mucho teatro porque si no estás trabajando, las inseguridades te invaden e involucionas. Claro, ese es un criterio muy particular. Conozco actores que pasan meses sin hacer nada de eso y cuando los ves en una película sus actuaciones son brillantes. Pero esos ya entran en la categoría de bendecidos. (Ríe).
¿Qué te aportaron (además del desarrollo de la imaginación) el teatro y la radio?
Disciplina y respeto por la profesión y por mis compañeros en primer lugar. Luego, a profundizar en el entendimiento de un personaje y la obra, sobre todo en el teatro que es más generoso con los tiempos; y por supuesto, a conocer mis propias virtudes y limitaciones.
¿Por qué en los últimos años te hemos visto más en cine que en televisión?
Por estar residiendo en España, aunque no he perdido mi estatus en Cuba. Al contar siempre con más presupuesto, el cine me permite ir a Cuba, trabajar y regresar sin que me represente problema alguno. Con lo que paga la televisión, si bien me puede interesar el proyecto, me es imposible hacerlo por cuestiones prácticas, que se imponen. Ahora, si ese proyecto coincide con mi estancia en Cuba, lo hago perfectamente, no solo para la televisión, también para el teatro. Así hice Aire Frío, la última temporada en Argos Teatro con Carlos Celdrán y en noviembre pasado un telecuento con Elena Palacio.
¿Qué es lo mejor y lo peor que te ha dado la actuación?
Poder entregar alegría, entretenimiento y diversión usando mi voz, mi cuerpo y mis vivencias me ha hecho mejor ser humano, porque con cada entrega artística aprendo más de mí. Lo peor es que no puedo parar de hacerlo, no puedo prescindir de la actuación y eso se convierte en un problema cuando no hay trabajo, porque dependemos de todo un andamiaje de producción, entonces hay que reinventarse y convertirse en gestor de contenidos y aprovechar las redes. (Ríe otra vez). No es muy artístico, pero comunicando te mantienes con vida.
¿Por qué Elpidio Valdés es tu superhéroe favorito?
Me encanta que hayas averiguado eso. Elpidio es muy auténtico, muy cubano y con un excelente sentido del humor. Da igual la edad que tengas y cuántas veces lo hayas visto, siempre te divierte. Hay que tener mucha sensibilidad para divertir a niños y adultos usando como contexto la historia de las guerras de independencia de nuestro país. Juan Padrón es un grande.
¿Puede un actor “perderse” por ser demasiado egocéntrico o poco sociable?
Un actor no debe ser egocéntrico (digo no debe porque no tengo derecho a marcar una norma). Eso lo haría vanidoso y nuestra profesión va de entrega; la vanidad te ensimisma. El público no va a verte a ti a un espectáculo, eso es poco interesante, va a ver a un personaje que representas en una obra, siendo la obra lo más importante. Si eres poco sociable, no conectas con las personas; el actor es un estudioso del comportamiento humano, ser sociable es prácticamente algo inherente a su personalidad, aunque existen excepciones por supuesto. La comunicación no solo se limita a la escena. El actor transmite emociones y la mejor manera de hacerlo es generando empatía. Así desarrolla su capacidad para escuchar y observar.
Recientemente vi un corto que hicieron tu esposa y tú en contra de la violencia de género. ¿Qué tipo de ser humano, también como pareja y como padre, te has propuesto ser?
Soy inflexible con la falta de respeto, y sí, me he propuesto practicar el respeto en toda su dimensión, incluso con los que no estoy de acuerdo. Llegaré a superarme del todo cuando respete a los que falten el mío. Ojalá la vida me alcance para eso. En mis últimos años he aprendido a darle más importancia a la lealtad y me ha generado una comodidad tremenda, con mi familia, mis amigos, mis colegas de profesión y sobre todo con Claudia, mi pareja. Creo que la lealtad siendo más específica, deriva en confianza y protección. Estoy feliz después de cometer tantos errores de que las circunstancias y algunas decisiones me hayan traído a este punto. No me he propuesto ser el ser humano que soy, no de una manera consciente. A mis hijos pienso legarles la lealtad.
¿Cuánto crees que debe cambiar la mentalidad de los cubanos sobre ese tema?
Está claro que tiene que haber un cambio absoluto de mentalidad. El machismo cubano es superlativo, pero la pregunta sería cómo eliminar de la sociedad cubana una mentalidad machista tan arraigada. El machismo en Cuba es un elemento más de la pérdida de educación y valores, y lo ves en los niños que se van permeando de toda esa vulgaridad mientras crecen y será un ciclo infinito. ¿A quién le importa? ¿Qué se está haciendo para frenarlo? Por eso es comprensible que muchas mujeres jóvenes quieran parir o criar a sus hijos fuera del país. Es una realidad que se vuelve cada vez más cultural. Si requieres a un hombre o a un grupo de hombres, por ejemplo, por ser invasivos con una mujer, no entienden que están haciendo algo mal porque lo tienen incorporado desde niños como algo normal; al que ven fuera de lugar es a ti.
¿Cuán fácil o difícil ha sido para ti insertarte en el mercado español?
Tan difícil como que aún no he logrado insertarme. Solo he hecho un telefilme para TV Española, aunque me mantengo haciendo teatro. Es un mercado complicado, sobre todo por el tema del acento castellano que lo exigen la mayoría de las veces para personajes que tienen más participación. Hay que tener en cuenta que hay muchos actores buenos, lo que no quita que siga insistiendo hasta ver si lo logro o no.
¿Puede un actor en Cuba vivir solo de actuar?
No soy el más indicado para responder esa pregunta de una manera tan general porque voy y vengo, resido tanto en Cuba como en España. Personalmente, te puedo decir que cuando vivía en Cuba, hasta el año 2014 vivía solo de mi trabajo como actor, pero también es cierto que se producía más, sobre todo en la televisión. Conozco varios actores en La Habana que tienen otros ingresos trabajando en restaurantes o como asistentes o productores en realizaciones de videoclips, pero esa es una dinámica que tienen muchos actores en el resto del mundo. Es una profesión complicada: somos muchos y el trabajo que sale no da para todos, es muy competitivo. Ignoro la situación de los actores en el resto de las provincias, supongo que sea más complicada.
¿Qué es lo más te gusta de hacer reír a los demás?
Me encanta la gente y hacer reír a las personas se convierte en un efecto espejo para mí; me da felicidad. Cuando haces reír a alguien logras una conexión especial con esa persona y el disfrute está en la complicidad.
¿Qué es lo que más disfruta de la madurez un actor?
No he llegado todavía a la madurez (ríe) y no sé si llegue porque el aprendizaje no termina nunca. Pero puedo decirte que con los años de trabajo vas ganando en relajación física y mental, y eso permite que el disfrute del ‘aquí’ y el ‘ahora’ pese más que la responsabilidad de tener un buen resultado. Debe ser eso: como ya no estás preso de demostrar nada, entonces solo queda vivir el momento. Es muy sensorial, no creo que te pueda definir el sentimiento. Hay quien lo llama “estado de gracia”.
¿Hay algún personaje que has soñado hacer y no hayas hecho todavía?
Nunca he hecho y me encantaría hacer un unipersonal que me exija bastante actoralmente, con el que pueda aprender, probar, experimentar. No pienso en un personaje específicamente.
¿Por qué la relación actor-director debe ser íntima?
Porque la confianza es fundamental. Lo ideal es que el actor y el director una vez que estén de acuerdo con el diseño del personaje y el punto de vista de la obra logren una comunión tal que el actor pueda entregarse sin temores al juicio de ese director, que será capaz de darle las motivaciones necesarias para llegar a un resultado que los sorprenda a los dos.
¿Por qué crees que hay que perder el miedo al ridículo y abrirse más a lo que nos rodea?
El ridículo es muy relativo. Tenemos miedo a ser juzgados y eso nos limita. Lo que puede ser ridículo para alguien yo lo asumo como diversión y al final lo que cuenta es estar a gusto contigo sin dañar a otros, claro está. Hay que romper con eso justamente para explorar, expandirnos y mejorarnos. Sin duda, aporta mucha seguridad. Ojalá todos estuviéramos abiertos a romper moldes rígidos impuestos por el concepto de lo socialmente correcto, por temor a hacer el ridículo. Tendríamos más diversión y menos actitudes encorsetadas.
¿Por qué sigues regresando a actuar a Cuba?
En Cuba está mi público, está mi esencia, mi identidad, mi familia, los buenos amigos que aún no están dispersos por el mundo. Cuba me sigue regalando los personajes más interesantes, los que más me aportan como actor, los que me permiten expresarme como artista y lo hace hasta estando fuera, porque la obra de Abel, con la que nos han invitado a Barcelona, es sobre Heberto Padilla y estoy fascinado con Heberto. Ojalá algún día permitan estrenarla en Cuba. La censura no hace más que sembrar deudas.
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