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Una familia cubana con tres hijos perdió su casa tras un incendio y ahora vive en un área de la Empresa de Comercio y Gastronomía de Micara, municipio Frank País, en la provincia de Holguín.
A través de la página de Facebook identificada como El guajiro de Sagua (de Tánamo), se dio a conocer la situación de esta familia que desde hace 7 días habitan un local sin paredes y techado con apenas un par de láminas de zinc.
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Según relatan Yúnior y su esposa, vivían provisionalmente en la vivienda que le prestó un amigo. Al día siguiente de que sucediera el trágico incendio se mudaron para su casa nueva, la que estaban construyendo mientras vivían en la vivienda prestada.
Cuando Yúnior envió un carretón de caballo con la primera parte de la mudanza, en enero, recibió la noticia de que su nueva vivienda había desaparecido producto de un incendio.
“Siempre he confiado en este país pero también en la justicia”, dice la esposa de Yúnior, quien asegura que ni la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), ni el gobierno municipal, ni el Partido les han ofrecido respuestas.
“Soy madre de tres hijos y solo pido ayuda. Me siento desamparada, miren mi situación, no tengo dinero, no he comprado comida, me siento en el aire, no me han dicho nada, no sé qué hacer”, explica la mujer con dos hijos menores de edad, uno de ellos de apenas dos años.
“No hay respuestas. Quiero que le llegue este mensaje a todos. Llevamos varios días en esas condiciones, y hace tres meses que nos quemaron la casa, lo sabe el gobierno, el partido, la policía. El gobierno vino y nos dijo que aquí no podíamos estar o nos multarían con 3 mil pesos”, indica sobre las escasas interacciones que han tenido con las autoridades.
Según describen los afectados, el amigo que les prestó una vivienda para que la habitaran mientras construían su propia casa, necesitó el domicilio y les pidió que se fueran de allí hace 7 días. De ahí que decidieran colocar sus pertenencias en el Círculo Social propiedad de la Empresa de Comercio y Gastronomía, muy cerca de la vivienda donde estaban.
A la delicada situación inmobiliaria que atraviesan se le suma la expulsión de Yúnior de la cooperativa donde trabajaba. Según declara la esposa, se trata de una injusticia donde terminó siendo su marido el chivo expiatorio.
“Botaron a mi marido del trabajo por vender unos frijoles que se estaban echando a perder. A él lo autorizó el gobierno a vender la mercancía. Al final todos se limpiaron las manos y lo botaron a él. Lo dejaron sin un peso. No nos sentimos culpables”.
Según sospecha la esposa, el motivo por el cual “incendiaron su nueva casa” se debe a ese incidente. Hasta el momento la policía no ha determinado las causas del incendio ni los posibles culpables, en caso de que fuera provocado deliberadamente, aseguran las víctimas.
“Yo solo quiero que se pongan en mis zapatos, que mis hijos están durmiendo a la intemperie, se me van a enfermar. Mi hija de 12 años me pregunta si en Cuba no hay desalojos por qué ella, que es una niña, duerme así”, concluye la mujer en un visible estado de desesperación.
La familia, además, perdió una pequeña plantación de plátanos que llevaban cultivando desde hacía muchos meses.
“Teníamos un platanal levantado y no nos dejaron nada”, refieren.
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