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El escritor cubano Carlos Manuel Álvarez presentó este jueves su segunda novela, Falsa guerra (Sexto Piso, 2021), un libro que mira el exilio bajo una nueva luz y se propone narrar “las esquirlas de un cuerpo que se desintegró”.
Durante la presentación online de este jueves, compartida con la editora argentina Paola Vázquez (Lata Peinada) y el escritor español Carlos Pardo, Álvarez dijo que sus personajes —en la estructura fragmentaria de la novela— no solo se marchan de un país dado —dígase, Cuba—, sino que también colisionan y entran en conflicto con ese país en el aire que termina siendo el exilio, ciertas comunidades nacionales en la diáspora.
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Así que estos, sostuvo su autor, también “se exilian de la categoría de exilio”: “una doble fuga”, dijo Álvarez, quien aseguró además que también se propone “dinamitar” la categoría de “autor cubano exiliado”, rastreable hasta los años sesenta, con Guillermo Cabrera Infante o Severo Sarduy.
El también periodista y director de la revista independiente cubana El Estornudo abogó, citando al alemán Walter Benjamin, por una literatura que se proponga “subvertir” el modo habitual en que se producen los textos; algo que, confesó, quizá le “queda grande”, pero que constituye un “horizonte” estético al que no renuncia.
Sin embargo, el autor de Los caídos (Sexto Piso, 2018) es consciente de que hay pocas cosas tan conservadoras o “domesticadas” a estas alturas que ciertas subversiones y cierto “malditismo” que el sistema global metaboliza y promociona.
“El ejercicio de transgredir, y [sobre todo] de estar convencido que estás transgrediendo, es lo más domesticado…”, afirmó: “Hay privilegios muy claros en cierta rebeldía”.
Como también: “Hay ciertas satisfacciones que te adormecen en términos estéticos”, comentó refiriéndose a los respectivos jet sets literarios estructurados en muchos países de Latinoamérica; una región literaria que ha percibido “bastante balcanizada” o por lo menos bastante más que hace 30 o 40 años: “nefastamente nacional”, dijo.
“No tengo país atrás”, recordó Álvarez, de 31 años, quien es un exiliado como los protagonistas [pero se trata de una novela más bien “coral”] de Falsa guerra, un título robado de los diarios de su admirado José Lezama Lima.
“No soy el escritor cubano que no se va a publicar en Cuba”, insistió, y eso, en su opinión: “Te da la posibilidad de moverte en una identidad abierta, que todavía puede ser construida”.
Álvarez dijo asumir una noción de “patria” —y, mutatis mutandis, de “exilio”— cercana a la de la filósofa María Zambrano: “es la porción de realidad que te ha sido dada”, citó de memoria.
S bien no cuenta con eso que arbitrariamente llaman “un mercado natural” —“un territorio detrás”— pues es una notable voz disidente en Cuba y ha echado los fundamentos de su carrera fuera de la isla, Álvarez se plantea esas circunstancias, acaso, como una ventaja literaria, convencido además de que: “Te fijas como contemporáneo si no perteneces a tu tiempo”.
Concebida en principio con otra estructura, la forma definitiva de Falsa guerra es obra de un “momento de epifanía” en Madrid, donde su autor comenzó a disgregar, remezclar y reelaborar los elementos: esos personajes en escenarios que parecen condenarlo a la fatalidad de la atomización: “a no poder nombrar las cosas…”
Unos personajes, enfatizó, a los que quiso dar, no obstante, un “tratamiento balsámico”: empático.
Carlos Manuel Álvarez también reivindicó este jueves ciertos libros y autores que considera fundamentales en su formación y, sobre todo, para la literatura latinoamericana: Zama, del argentino Antonio di Benedetto, o la obra de su compatriota Juan José Saer, Macunaíma, del brasileño Mario de Andrade, o los cuentos del uruguayo Felisberto Hernández, junto al cubano Lezama Lima y, por supuesto, a Jorge Luis Borges.
También reconoció su admiración por el trinitense V.S Naipaul, a quien consideró, quizá, el novelista más importante de las últimas décadas.
Por su parte, el español Carlos Pardo se deshizo en elogios hacia la escritura de Álvarez y reconoció en Falsa guerra “un libro ambicioso”, con un “héroe colectivo” y que busca “fragmentar el punto de vista”
Una estructura, apreció, “muy natural” para tratar “un concepto tan ambiguo como el exilio”.
“No hay esa visión total o totalitaria de la realidad”, opinó Pardo sobre la estética que opera en la más reciente novela de “uno de los escritores más potentes, más inteligentes” de estos días.
Falsa guerra, publicada por la editorial mexicana Sexto Piso, ya está a la venta online y en las librerías de España.
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