Virulencia de Virulo

Más allá de las intenciones ideológicas de congraciarse con la dictadura más antigua de Occidente; la injusticia de Virulo para con humoristas reconocidos como Pánfilo, Bacán, Ulises Toirac, Alexis Valdés y Osvaldo Doimeadiós -entre otros- revela su amoralidad porque se atreve a criticar a artistas que sufren embestidas del totalitarismo, a quien el gracioso guataquea para mantener su innoble estatus de gusañero retornado.

Toirac, Antolín, y Pánfilo © Instagram / Ulises Toirac, Antolín y Luis Silva
Toirac, Antolín, y Pánfilo Foto © Instagram / Ulises Toirac, Antolín y Luis Silva

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Este artículo es de hace 3 años

El veterano Virulo; experto malabarista en jugar con la cadena, pero nunca con el mono, sublevó a los humoristas contemporáneos, al descalificar el trabajo de sus compañeros de profesión más jóvenes, tildándolo de mala calidad, ante la asombrada pupila de millones de cubanos que reconocen y agradecen el humor de ahora mismo.

Más allá de las intenciones ideológicas de congraciarse con la dictadura más antigua de Occidente; la injusticia de Virulo para con humoristas reconocidos como Pánfilo, Bacán, Ulises Toirac, Alexis Valdés y Osvaldo Doimeadiós -entre otros- revela su amoralidad porque se atreve a criticar a artistas que sufren embestidas del totalitarismo, a quien el gracioso guataquea para mantener su innoble estatus de gusañero retornado.


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Los verdaderos artistas están legitimados por su público y no por el dogma político, disfrazado de apreciación estética, que suelen emplear los criados del tardocastrismo para sentirse queridos por los verdugos; el humor cubano de ahora mismo es un auténtico milagro cultural y cobijo de la nación entristecida y empobrecida.

Virulo es libre de asistir o no a los shows de los humoristas cubanos, pero no tiene derecho alguno a atacarlos porque cree que sus propuestas no son de calidad; ¿acaso ha tenido la gallardía previa de criticarlos mirándole a los ojos? Si la respuesta es negativa, que al menos tenga ahora el pudor de callarse.

La arremetida de Virulo, además de injusta, es insensata porque bastante crispados están los ánimos en Cuba con los errores de sus amados dirigentes, que amargan y sabotean la prosperidad y el humor de la mayoría, para que aparezca un personaje público a calentar el reverbero humorístico nacional y menos aún quien nunca alcanzó la ironía de Les Luthiers ni la cubanía de Guillermo Álvarez Guedes o Antolín el pichón.

Virulo es buen humorista, mal cubano y mal compañero; con la cantidad de cosas criticables que padece Cuba y se pone a atacar a sus compañeros de profesión sin ton ni son; y lo más terrible es que no lo hace para comer, sino para sentirse parte de la subguara que mantiene congelada la sonrisa de Cuba.

Aún está tiempo de disculparse públicamente porque una mala noche la tiene cualquiera; agredir es práctica común del tardocastrismo, pero chirría en aquellas voces que -pretendiéndose cultas y populares- enfangan innecesariamente la virtud generosa, intrínseca al buen humor.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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