La anemia constituye un grave problema de salud pública en Cuba, donde más del 40% de la población de 14 municipios de la región oriental la padece, sostiene el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que describe una fallida estrategia gubernamental.
El PMA invertirá $30.6 millones de dólares para paliar el déficit alimentario, informó la entidad.
En 14 municipios, que el PMA no identifica y solo se refiere a porcentajes de enfermos, la anemia afecta, además, a casi el 38% de embarazadas; mientras que más del 40% de los niños cubanos en edad preescolar y entre 5 y 8 años no consume o come muy pocas verduras, hortalizas y frutas, que causa déficit de vitaminas, según el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología.
La dieta del hogar cubano medio es pobre en micronutrientes y no es lo bastante saludable ni variada por la escasez de alimentos nutritivos, debido a factores socioeconómicos y a unos hábitos alimentarios inadecuados, subraya el PMA, que califica la pobreza alimentaria, por un lado, y la obesidad en el 25% de adultos cubanos, como doble carga de malnutrición.
Desde 1997, Cuba implementa, con el apoyo del PMA, una estrategia gubernamental contra la anemia, pero sigue habiendo problemas con el suministro de alimentos enriquecidos de producción local, constata la entidad de Naciones Unidas en su análisis, que reconoce esfuerzos oficiales en este ámbito, incluida una canasta básica a precio subsidiado.
El PMA invertirá 30,692,664 de dólares, entre 2021 y 2024, para paliar el déficit alimentario en Cuba, apoyando una estrategia gubernamental de Autoabastecimiento Municipal, programas de alimentación escolar, de atención de la salud materno-infantil y a las personas ancianas; un plan para la prevención y el control de la anemia, y la "Tarea vida”, que abarca dos planes estatales, uno para el enfrentamiento del Cambio Climático, y otro de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, además de proveer y mantener una reserva de comidas para situaciones de desastres naturales.
El PMA califica de positivas la entrega de tierras en usufructo a privados y una mayor autonomía de las cooperativas agropecuarias, pero señala que sigue habiendo una baja productividad, un escaso rendimiento agrícola y unas elevadas pérdidas posteriores a las cosechas, que provocan un desembolso de $1,700 millones anuales de dólares para importar alimentos.
La falta de suficientes alimentos disponibles obedece principalmente a problemas en los sistemas alimentarios locales, como son la falta de insumos y equipos agrícolas para las cadenas de valor agrícolas en Cuba -expuesta a fenómenos meteorológicos adversos y sanciones de Estados Unidos- pero donde solo el 7% de la superficie cultivable es de regadío; faltan servicios e incentivos adecuados; hay carencias tecnológicas, de conocimientos, innovación e inversiones, y la producción agropecuaria tiene un uso limitado de créditos y seguros, resalta el PMA.
Existen pocos incentivos para que los jóvenes trabajen en la agricultura y su tasa de empleo en el sector es de alrededor del 15%, lo que repercute de forma negativa en la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, afectados por problemas en la planificación, la gestión, la logística y los procesos contractuales, describe el PMA, que expresa su preocupación porque solo el 3,7% de la energía proviene de fuentes renovables.
Durante una visita de una misión del PMA a Cuba, la entidad de Naciones Unidas identificó los siguientes déficit en la producción agroalimentaria:
a) Producción nacional de alimentos insuficiente en cantidad, variedad, calidad, inocuidad y estabilidad para cumplir las normas nutricionales recomendadas para la población cubana.
b) Fuerte dependencia de las importaciones y acceso limitado a los alimentos y a los mercados internacionales para conseguir los insumos y equipos necesarios para respaldar al sector agroindustrial.
c) Degradación progresiva de los recursos naturales necesarios para la producción de alimentos -suelo, agua y bosques- y pérdida de biodiversidad.
d) Fuerte dependencia de los combustibles fósiles para la producción de alimentos, lo que aumenta la vulnerabilidad del sector de la agroindustria cubana.
e) Grandes pérdidas en la agricultura como consecuencia de fenómenos hidrometeorológicos extremos y del cambio climático.
f) Acceso limitado a alimentos variados, sanos y de buena calidad, con diferencias en función de los ingresos, los patrones culturales, la edad y el lugar de residencia.
g) Carencias de micronutrientes, que constituyen un problema de salud pública para niños embarazadas, madres que amamantan y especialmente en cubanos menores de 2 años.
h) Ausencia de un sistema de monitoreo multisectorial que articule todos los aspectos de la seguridad alimentaria y la nutrición y facilite la toma de decisiones en el momento oportuno.
i) Carencias en cuanto a eficiencia y aprovechamiento del potencial productivo local; planificación intersectorial, capacidad institucional y de gestión; marcos reglamentarios; inversión e innovación; infraestructuras y tecnología; cadena de suministro y capacidad logística (sobre todo, capacidad de almacenamiento y manipulación, envasado, transporte y sistemas de distribución); políticas en materia de precios, subsidios e ingresos; herramientas de focalización de beneficiarios para los programas de protección social.
En abril, una madre guantanamera acusó al gobierno de tener muertos de hambre a los cubanos y por no recibir ayuda para ella y sus hijos.
En 2020, una encuesta del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) reveló que el 74% de las familias cubanas consideró deficiente su alimentación.
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