La escritora cubana Delia Fiallo, famosa por sus guiones para telenovelas y sus novelas románticas, falleció este martes en Miami a los 96 años, según confirmaron fuentes familiares.
Considerada como la “Madre de la telenovela latinoamericana” por sus aportaciones al género del melodrama rosa en la segunda mitad del siglo XX, Fiallo vivió un tiempo en Venezuela antes de asentarse definitivamente en Miami, ciudad donde se exilió luego de abandonar Cuba junto a su familia, en 1966.
Sus obras televisivas se han producido principalmente en Venezuela pero también ha escrito historias para las televisiones de Argentina, Perú, Puerto Rico, Brasil, Estados Unidos, Colombia y México. Sus telenovelas han sido versionadas con los años en diversos países e idiomas, que han dado casi un total de más 80 versiones exitosas.
Sin dudas fue su estancia en Venezuela la que catapultó su carrera como guionista de telenovelas, realizando sus mayores producciones para Venevisión y luego Radio Caracas Televisión. Fue gracias a su compatriota Enrique Cuscó, que pudo contactar con los dueños de Venevisión, quienes la contrataron para producir Lucecita, su primera telenovela en el país.
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana, donde recibió un doctorado en 1948. Recién graduada, empezó a trabajar en la dirección de cultura del Ministerio de Educación, donde inició la publicación de un mensuario de arte y cultura con el recuento del acontecer literario de aquel momento.
Comenzó escribiendo radionovelas en La Habana en 1949, siendo su primera adaptación la telenovela Soraya, emitida en Cuba en 1957. Por aquel entonces también escribía poesía y cuentos cortos. En 1948 ganó el Premio Internacional de Cuentos Hernández Cata, un año después de haberlo ganado la escritora Dora Alonso y con mención del jurado para el entonces joven escritor Guillermo Cabrera Infante.
Fiallo reinventó e internacionalizó el género con una intensidad dramática única, un sello personal que distinguía sus historias, bien hilvanadas y con mayor complejidad en sus personajes, algo indiscutiblemente meritorio cuando la mayoría de ellas sobrepasaban los 200 capítulos.
Esmeralda (1970) fue sin dudas la gran revelación en el mundo latino y la primera en la que colaboró como guionista con su actriz fetiche, Lupita Ferrer. Según contó a El Mundo en septiembre pasado, para hacer una buena novela no hay truco, simplemente trabajo. “Indudablemente, hay que crear situaciones nuevas para mantener vivo el interés”
“La preferencia del gran público hacia alguna telenovela depende de que la historia les interese y les conmueva”, algo que guarda relación con la universalidad de esas historias –“no tiene mucho que ver con que tengan algún vínculo con unas raíces determinadas”, declaró.
“La telenovela es el arte de hacer llorar”, confesó en la entrevista. Una emoción que Fiallo dominaba a la perfección, como demuestran la maestría y el éxito alcanzados con sus historias, que sobrepasan la decena de telenovelas y radionovelas.
“Cuando yo trabajaba en los guiones, nunca tenía tiempo de escribir una versión literaria. Las telenovelas se rodaban cada día, el guion tenía que estar tres días antes, a veces con pocas horas de margen. Era una agonía tremenda, una lucha imposible contra el tiempo”, explicó la autora, un ícono de la cultura popular.
Retirada desde hace más de dos décadas de las producciones de televisión, Fiallo mantuvo su energía creadora dedicada a publicar versiones literarias de sus telenovelas más exitosas.
Aguda e incisiva hasta el final, se consideraba una crítica de las telenovelas actuales. “Yo siempre intenté comunicarme con la gente a través de sentimientos compartidos, haciéndoles reír, llorar y soñar, sobre todo soñar. Últimamente las historias se van hacia la violencia, el sexo descarnado, las drogas y el triunfalismo material, y se olvidan de los sentimientos. Da pudor, demostrar ternura causa vergüenza”, dijo la escritora apuntando hacia las grandes plataformas.
Partidaria de Trump en las últimas elecciones de Estados Unidos, firme en sus posiciones anticastristas, Fiallo mantuvo la chispa y el nervio suficiente para asomarse a un cambio de época que jamás hubiera imaginado durante sus años de oro en la televisión. Preguntada en una ocasión por la serie Juego de Tronos, contestó: “Ah, sí, me han hablado de ella”.
Creadora de unas 45 obras originales y unas 11 adaptaciones, las obras de Fiallo se ven en 182 países, en cuatro continentes y llegan aproximadamente a dos mil millones de personas en todas partes del mundo.
Entre ellas están Esmeralda, Leonela, y Kassandra, que ha pasado al libro Guinness World Records como la telenovela más vendida de todos los tiempos. Ha sido traducida a 22 idiomas y transmitida en 159 países, entre ellos China y Kazajistán.
“Mi futuro lo determina Dios, y es lógico que el final esté cercano, pero no pienso en eso. He vivido una vida muy bella, he amado mucho y he sido muy amada”, dijo una mujer que conoció el éxito ganado con mucho sacrificio.
Café negro, cigarrillos y 35 páginas diarias la llevaron al trono del género y al corazón de millones de personas en el mundo que lloraron con Cristal o Lucecita.
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