Como pensaron que iba a nacer varón, habían decidido ponerle el Ciro Carlos que hoy lleva su hermano menor. Al ver que era hembra, su mamá le hizo caso a una prima y la llamó Maikel, acompañado por el Amelia de su abuela. De pequeña aquel nombre fue un problema, pero hace mucho que descubrió lo original y diferente que resulta. Por eso le encanta.
De ojos de gata -como diría Sabina- e infinita dulzura en la voz, Maikel Amelia ha seguido un desempeño versátil dentro de la radio, el teatro y el cine, pero el alcance que solo logra la televisión hizo que el papel de la Mayor Lucía del policíaco Tras la Huella (junto a otros roles en telenovelas) disparara su popularidad.
Se convirtió en actriz después de imaginarse de mil maneras más. Quiso ser monja para ayudar a otros. Soñó con convertirse en abogada para enjuiciar al mal. Se vio como médico curando, y también como “una bella, etérea, sublime y ligera bailarina”.
Resume lo más bonito de su infancia en los ratos en los que estudiaba piano acompañada por su padre, primer violín de la Original de Manzanillo, mientras su madre preparaba la mesa y su hermano daba vueltas alrededor de la casa. “Eso era la felicidad: estar juntos”, afirma. Todavía hoy la familia “es el motor que impulsa mi vida”.
Siempre dispuesta a escapar de su zona de confort, anuncia que próximamente se le podrá ver en un protagónico de la serie Promesas, en la que encarnará a una ludópata que se descompensa y pierde su profesión y su familia por obsesionarse con el juego de Los Sims. “Es una historia genial para estos tiempos porque mi personaje empieza a vivir una vida completamente irreal”.
A punto de estrenar también Travesura Musical, un programa para niños en el que interpreta a una musa que narra cuentos cantando, Maikel Amelia conversa en exclusiva para CiberCuba sobre lo más importante que le ha dado la actuación.
-¿Por qué del piano a las artes plásticas y de las artes plásticas a la actuación?
Por circunstancias de la vida. Desde el vientre de mi madre amé la música. Mi padre amaba despertarme cuando estaba en casa con el mágico sonido del violín. Cuando opté por estudiar piano, interpretamos muchas cosas juntos. Un día murió en un accidente y sentarme al piano fue como magnificar su ausencia. No tuve herramientas como niña para superar eso y me rehusé a seguir con la música. Recuerdo que muchas personas me insistieron para que no abandonara mis estudios musicales. Ojalá me hubieran convencido.
La pintura llegó porque mi madre (profesora de Historia del Arte que me vinculó siempre con la pintura, los períodos artísticos, etcétera) me llevó a hacer pruebas de aptitud a la Escuela de Artes Plásticas Carlos Enríquez. Aprobé y terminé el nivel elemental, pero tenía muchas inquietudes. Me gustaban muchas profesiones y mi madre me sentó y con su increíble inteligencia emocional me hizo entender que las actrices vivían varias vidas en una y que yo solo tenía una vida para vivir. Así elegí ser actriz. Como siempre, ella no se equivocó.
-¿Crees que un artista nace o se hace? ¿Cuál ha sido tu caso?
Antes de desarrollar cualquier profesión eres un ser humano con un campo inmenso de posibilidades y talentos. Muchos encuentran en sí el don del arte; algunos lo tienen y nunca lo descubren; y otros no nacen con un gran talento, pero su disciplina y esfuerzo los hace genios de las artes. Creo que hay muchos factores que influyen en la formación de un artista. Yo nací con talentos que luego formaron mis padres, mis maestros y las circunstancias.
-¿Qué es lo más difícil que te ha planteado la actuación?
Enfrentar el nuevo personaje, la propuesta desconocida. Eso me hace partir desde cero una y otra vez; es como si recomenzara mi proceso de aprendizaje como actriz.
-¿Qué crees tú que no le puede faltar a un buen actor?
A un actor nunca le puede faltar verdad, fe en lo que hace y convicción. Tampoco puede carecer de una profunda humildad de corazón.
-¿Cuáles son tus principales atributos como artista?
Es difícil hablar de uno mismo, pero creo que serían la honestidad de cada sentimiento, los oídos abiertos para escuchar y aprender, la humildad para poder recibir a otro ser en mi cuerpo y la capacidad para amar sin juzgar cada acto de ese ser a quien le estoy dando mi cuerpo, mi pensamiento y mi voz.
-¿Cuánto te ha preocupado que te encasillen en el personaje de la Mayor Lucía?
Lucía me ha hecho pasar por muchas experiencias. Primero me preocupé por concebirla porque llegó a mí con mucha premura. Luego me ocupé de entender ese personaje, construirlo y lograr hacerlo lo más cercano a lo humano. Creo que el encasillamiento no está en mí, sino en la capacidad que tienen los otros, ya sean espectadores o directores, de tener una mente abierta.
Ningún director que ha querido trabajar verdaderamente conmigo me ha encerrado en Lucía. Por tanto, no me preocupa. Lo que sí me ocupa es seguir creciendo como actriz, a pesar de cualquier circunstancia o pensamiento ajeno.
-¿Hasta qué punto crees que el público cubano ha sabido ver a Lucía como lo que es, un personaje de ficción?
La mayoría del público cubano sabe que lo es y no puedo estar más agradecida con las muestras de cariño y de respeto que a diario me dan, dentro y fuera de Cuba, los cubanos y extranjeros que siguen la serie.
-¿Qué es lo más diferente que tienen Lucía y Maikel Amelia?
Le presto a Lucía mi físico, mi pensamiento y mis emociones como a cada personaje que interpreto. Lo que más nos diferencia es que nunca he tenido que ver con la vida militar.
-¿Te mantendrías haciendo cine o teatro, aun sabiendo que no son medios tan masivos como la televisión?
Lo haría porque yo amo cada personaje. La actuación para mí es un medio de curación del alma del actor, de seres que forman parte de la sociedad y de los tiempos que le tocan vivir. Siento que los personajes te eligen en cualquier medio y tienes con cada uno de ellos una misión que cumplir, ya sea desde el teatro, el cine, la radio o la televisión. Cuando yo me curo a través del arte, también te puedes curar tú, él o ellos.
-¿Cuáles serían el mayor sueño alcanzado y el que te falta por lograr dentro de la actuación?
Mi mayor sueño alcanzado en la actuación: el camino recorrido hasta ahora. El que me queda por lograr como actriz: los personajes maravillosos que me falta por interpretar.
-Has declarado que antes de la pandemia no seguías mucho las redes sociales. ¿Qué te han enseñado?
Las redes me han permitido otra manera de comunicarme con las personas y me han enseñado que la información siempre hay que verificarla antes de asumirla como verdadera.
-¿Qué tres cosas no te pueden faltar para actuar?
¿Que no dependa de mí? Un buen guion, una historia que me conmueva y cambie en algo el mundo que me rodea, y un buen director que ame y crea en lo que hace.
-¿Sin qué tres cosas sería este un mundo más feliz?
Te voy a dar una respuesta llena de utopía, pero es que soy una soñadora: este mundo sería mejor sin guerras, sin política y sin ambiciones desmedidas que lleven al caos. El día que comprendamos que todos contenemos al universo y el universo nos contiene a todos, seremos mejores personas.
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