Vídeos relacionados:
TOKIO, 8 ago (Reuters) - Japón apagará su llama olímpica de más de un año el domingo, cerrando unos Juegos de Tokio que se vieron trastornados por la pandemia y transformados por el drama de la política, el deporte deslumbrante y la agitación profundamente personal.
Para el país anfitrión, las Olimpiadas no llegaron a ser el triunfo mundial y el éxito financiero que una vez buscó. Sin embargo, los organizadores parecen haber evitado que los Juegos se convirtieran en un evento COVID-19 de gran envergadura, un logro notable dado que unas 50,000 personas se reunieron en medio de la pandemia.
Lo más leído hoy:
Si bien la burbuja -el conjunto de sedes y hoteles en los que los visitantes olímpicos estaban confinados en gran medida- parecía aguantar, en otros lugares las cosas se derrumbaron. Impulsadas por la variante Delta del virus, las infecciones diarias se dispararon a más de 5,000 por primera vez en Tokio, amenazando con saturar sus hospitales.
Tokio, que suele ser una de las ciudades más dinámicas del mundo, se encuentra en estado de emergencia, lo que la priva del bullicio de un anfitrión olímpico que se agolpa en la ciudad o de las fervientes multitudes de sus últimos Juegos Olímpicos en 1964.
Aunque los sondeos de opinión mostraron que la mayoría de los japoneses se opusieron a los Juegos, los espectadores salieron en masa, desafiando a las autoridades y al calor abrasador para asomarse desde los pasos elevados mientras intentaban echar un vistazo a las pruebas al aire libre como el triatlón o nuevos deportes como el como el skate.
Sus números parecían verse reforzados por el entusiasmo que suscitó el medallero de Japón.
China encabezaba el recuento con 38 oros a última hora del sábado, mientras que Estados Unidos tenía 36 y Japón 27. El domingo, antes de la ceremonia de clausura, hay 13 oros en juego, incluido el del maratón masculino que ganó el keniano Eliud Kipchoge.
Japón entregará el testigo olímpico a la próxima ciudad anfitriona, París, en una ceremonia que comenzará a las 1100 GMT.
Después de un año de retraso y, a menudo, con el telón de fondo de lugares cavernosos y casi vacíos, los Juegos en sí proporcionaron mucho drama.
GUERRA FRÍA Y "TWISTIES"
El dramatismo culminó con la deserción de la velocista bielorrusa Krystsina Tsimanouskaya que, en un momento que recuerda más a la Guerra Fría, se negó a abordar un vuelo de vuelta a casa después de que la llevaran al aeropuerto en contra de su voluntad.
Desde entonces ha solicitado el estatuto de refugiada en Polonia.
La gimnasta estadounidense Simone Biles conmocionó al mundo cuando se retiró de cinco de sus seis pruebas, incluido el abandono repentino de la final femenina por equipos después de intentar un solo salto, citando la preocupación por su salud mental y física.
La atleta de 24 años habló con franqueza sobre la lucha para lidiar con el peso de las expectativas puestas en ella e hizo que el mundo fuera consciente de los "twisties", un tipo de bloqueo mental que impide a las gimnastas realizar sus habilidades que desafían la gravedad.
Biles finalmente regresó para ganar el bronce en la barra de equilibrio en la última prueba del programa de gimnasia femenina, un momento de triunfo que cristalizó su transformación de campeona olímpica a defensora de la salud mental.
En atletismo, Italia dio un golpe de efecto diferente con su increíble racha. Sus victorias incluyeron un impresionante oro en los relevos masculinos de velocidad, lo que elevó a cinco el número de oros en atletismo.
En natación, Estados Unidos se quedó sin el 23 veces medallista de oro olímpico, Michael Phelps, por primera vez desde los Juegos de Atlanta en 1996, y aunque su número de oros se redujo, terminó en la cima del medallero con un total de 30.
Pero fueron empujados de cerca por el equipo australiano que logró la mejor cosecha de su historia con nueve oros y 21 medallas en total, ocho de las cuales fueron ganadas por el equipo femenino.
Al final de los Juegos, Japón tendrá que hacer cuentas. Se espera que la factura de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos sea un 22% más de lo que era antes de que se retrasaran en 2020, y el doble de lo que Tokio presentó en su candidatura.
La cuenta, que tendrá que pagarse en su totalidad después de que finalicen los Juegos, es muy probable que la paguen el gobierno de Tokio y el gobierno central.
(Editado en español por Carlos Calvo Pacheco)
Archivado en: