El discurso oficialista cubano sobre COVAX, el mecanismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la distribución de vacunas anti COVID, ha dado esta semana un giro de 180 grados. ¿Está Cuba valorando sumarse a esa posibilidad de adquirir vacunas líderes en el mercado mientras la vacunación con los candidatos vacunales propios no ha podido evitar el aumento de los contagios y las muertes?
El portal Cubadebate ahora ha aclarado que "Cuba no desestimó Covax, solo priorizó sus propias vacunas".
La sorprendente declaración fue hecha este miércoles en conferencia de prensa por el director de investigaciones biomédicas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), doctor Gerardo Guillén, al explicar las razones por las cuales la isla no forma parte de la iniciativa de la OMS para acceso equitativo a las vacunas anticoronavirus.
Apenas a finales de mayo, otro artículo publicado también en Cubadebate y titulado "COVAX: la trampa" desbarraba contra el mecanismo, criticaba sus "miserables resultados" y le reprochaba ser un aliado de las grandes compañías farmacéuticas y fomentar intencionalmente la escasez de vacunas.
"Además de que el camino fue diseñar proyectos propios con los recursos económicos disponibles y pese a recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos, Cuba tampoco pertenece a COVAX pues no figura entre las 92 economías de ingreso bajos y medianos que cumplen los requisitos para recibir el apoyo del compromiso anticipado de mercado", explica ahora Guillén.
De esta manera, el gobierno cubano parece haber sido víctima de su propia retórica propagandística, pues sin duda las actuales condiciones económicas del país y su actual colapso sanitario califican para que reciba las vacunas junto a países como Moldavia, Tailandia, Kenya o Venezuela, entre muchos otros.
El director del CIGB, sin embargo, se siente ahora en la necesidad de asegurar que "la nación antillana ya sobrepasó los niveles de vacunación propuestos por dicho mecanismo".
COVAX ha conseguido que siete meses de iniciada la vacunación el 15,7 de la población mundial tenga esquema completo de inmunización con vacunas probadas internacionalmente cuya efectividad contra todas las cepas del virus parece fuera de duda. Por su parte, Cuba ha anunciado tener inmunizados a más del 25 por ciento (dos millones 821 mil 478) de sus habitantes (11 millones 300 mil aproximadamente)... pero con los candidatos vacunales propios.
Una estadística reciente aseguró que el 72% de los vacunados en La Habana con candidatos vacunales propio había contraído el virus.
La propaganda cubana sigue hablando de "panorama turbio", diferencia entre países ricos y pobres pero la realidad es que hasta el pasado 13 de julio, COVAX había enviado más de 163 millones de vacunas contra la COVID-19 a 135 países participantes del acuerdo.
Impulsado por una organización sin fines de lucro financiada por la Fundación Gates, COVAX es una creación sin precedentes. Ha llevado las vacunas a los países más pobres más rápido de lo habitual y ha desarrollado un sistema para compensar a las personas por reacciones graves posteriores a la vacuna y proteger a los fabricantes de vacunas de la responsabilidad legal, ahorrando a esos países meses de negociaciones.
El programa ha luchado con retrasos y luchas internas. La organización reconoce que las barreras burocráticas impuestas por su liderazgo han retrasado el desembolso de 220 millones de dólares para ayudar a los distintos países a administrar vacunas.
Hace dos semanas, COVAX y el Banco Mundial declararon que acelerarían el suministro de vacunas para los países en desarrollo a través de un nuevo mecanismo de financiamiento que se basa en el acuerdo de costos compartidos. COVAX ahora podrá realizar compras anticipadas a los fabricantes de vacunas en función de la demanda agregada en todos los países, utilizando financiamiento del Banco Mundial y otros bancos multilaterales de desarrollo.
En abril, Cuba admitió que no importaba vacunas contra la COVID-19 porque no tenía dinero para hacerlo. Así lo reconoció el doctor Luis Herrera Martínez, ingeniero genetista y asesor científico y comercial del Grupo BioCubaFarma, en una entrevista concedida a Cubadebate. El también fundador del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, aseguró que si Cuba tuviera que inmunizar a su población con una de las vacunas existentes en el mercado necesitaría más de 30 millones de dosis. "Eso se multiplica por el precio de cada dosis en el mercado... Ese dinero, hoy, no está disponible", reconoció.
Enfrentado a una pandemia mortal y corto de fondos, el gobierno cubano apostó por juntar una solución biotecnológica propia con una oportunidad de negocio: sus vacunas serían no sólo las primeras en Latinoamérica sino también la demostración de una "superioridad" científica capaz de producir ingresos para la destartalada economía cubana. La "potencia médica" obtendría así, un doble logro.
Sin embargo, esta estrategia, que mantuvo a la isla al margen de la COVAX, ha terminado destronada por la realidad. Y el precio se está pagando en vidas humanas. Tal vez habría sido mejor rebajar el orgullo patrio y conseguir vacunas efectivas a bajo costo, como hizo, por ejemplo, Venezuela.
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