Inmersa ha estado la destacada actriz del teatro y la televisión cubanos Katia Caso en múltiples tareas por Madrid, España. De ella supimos por una noticia sobre recaudación de medicinas para Cuba y por un curso de verano que sobre teatro impartía junto a esa maravillosa actriz que es María Isabel Díaz Lago.
¿Cómo le va a la “rubia” de la tele cubana? ¿Cómo se materializa nuevamente el encuentro de ambas profesionales de la actuación?
Estoy enfrascada junto a María Isabel, la eterna novia para David, en impartir cursos de verano sobre actuación; el primero de ellos fue ofrecido los días 10 y 11 de julio, un curso intensivo de 8 horas cada día que repetiremos en septiembre, y a partir de ahí, al menos un fin de semana por mes, siempre con un carácter intensivo.
Sé que la vida de ustedes está enmarcada en una gran amistad que viene desde la juventud.
María Isabel y yo nos conocemos desde hace muchos años; estudiamos juntas en el Instituto Superior de Arte (ISA) desde el año 1982. Compartíamos la misma aula. Llegamos a ser más que amigas porque, entre otras razones, teníamos muchas cosas en común, por ejemplo, algo que nos signó: ambas habíamos perdido a nuestras madres y eso nos unió casi como hermanas.
Yo me quedaba en casa de Mari y viceversa. Cuando estábamos en tercer año intervine en el filme que ella protagonizó "Una novia para David" que marcó el inicio de nuestras carreras y, aunque mi personaje era pequeñito, nunca lo olvidaré, fue mi debut cinematográfico.
Para colmo, cuando nos graduamos en 1987 juntas enfrentamos el Servicio Social en el grupo Rita Montaner; o sea, seguimos compartiendo nuestras vidas junto a esas grandes de la actuación cubana que son la lamentablemente desaparecida Broselianda Hernández, Dianelis Brito y Larisa Vega, así como Pedro Sicard y José Luis Álvarez (el David de una Novia).
Incluso, te puedo decir que cuando nació mi primera hija, Camila, la que me cuidó en el hospital fue María Isabel. Con esto te digo que éramos una, hasta que ella fue a vivir para Madrid hace ya 25 años.
La distancia no nos separó porque cuando visitaba La Habana siempre nos veíamos aunque, por supuesto, al no existir por aquellos tiempos internet, la comunicación se nos hizo difícil, pero nunca dejamos de saber una de la otra.
¿Cuándo fue el reencuentro profesional?
En octubre de 2020 llego yo a Madrid y nos volvimos a unir como si el tiempo no hubiese pasado. Yo tengo bastante experiencia como profesora, sabes que trabajé muchos años ejerciendo esa función en Ecuador, en el ISA, en la ENA, en el Instituto del Teatro Lírico Nacional. Desde 2002 yo estoy impartiendo clases de actuación.
Mari, con su calidad histriónica más que probada, su quehacer diario en trabajos disímiles como actriz, su brillante carrera que abarca películas y series de alcance internacional, no se había dedicado a impartir clases como sí es mi caso.
Así, decidimos lanzarnos juntas a este proyecto. Yo le decía: “verás que te va a fascinar el mundo de la docencia”. Fue así que nos reunimos a preparar este curso y ¿qué decirte? Ha sido genial. Nos retroalimentamos muchísimo. Yo aportaba la metodología, los ejercicios, pero a la hora de orientaciones de interpretación, de técnica de la actuación, de dirigir al alumno, más de coach como le dicen, ella es excelente.
¿El resultado? Muy bueno, logramos una máxima compenetración. No es fácil dar clases con otra persona, cada maestro tiene su librito, pero en nuestro caso éramos únicas en nuestro empeño y te reitero fue maravilloso el resultado.
En el verano muchas personas emigran de Madrid a pasar el calor, además de que no podíamos contar con muchos alumnos por problemas de capacidad en el aula pero las que se inscribieron, todas mujeres, salieron más que satisfechas con nosotras dos. Ha sido una experiencia espectacular y eso nos motivó a continuar en septiembre, como ya te dije un intensivo de fin de semana al mes.
Tanto Mari como yo tenemos otros compromisos de teatro y por eso hemos limitado el curso a un fin de semana.
¿Exigen un nivel determinado o es libre la participación? A mí, por ejemplo, me encantaría escucharlas y jamás he actuado.
No exigimos condición alguna para asistir al curso, basta con que guste la actuación. Algunas de las muchachas han tenido experiencia; otras no, lo que provoca que se retroalimenten unas de otras junto a nosotras y todo transcurre a la perfección.
Con nuestra metodología, nuestros ejercicios, particularizamos a cada estudiante, los adecuamos a cada cual según su nivel. El trabajo es práctico y cada orientación, por muy sencilla que parezca, te mantiene creando, desarrollando tu imaginación, tu perspectiva, tu posibilidad de actuar, tu poder de improvisar. Esto lo necesitamos todos, artistas hechos o aficionados.
Por ejemplo, María Isabel había impartido un curso previo en Valencia y sus alumnos fueron artistas profesionales, que con la situación actual que vive el mundo con la pandemia están trabajando menos, estamos todos un tanto oxidados y es muy importante para cualquiera recibir este tipo de taller.
El próximo que estamos preparando contiene suficientes ejercicios que se ajustan a cualquier tipo de audiencia, desde el que nunca ha recibido una clase hasta el más avezado.
¿Hay diferencia en impartir un curso en España que en Cuba?
En España el término interpretación se maneja más que el de actuación. A Mari le gusta mucho la palabra juego, o sea, juego teatral o curso del juego del arte del teatro.
Ella dice que los niños son los que más fácilmente se entregan a creer que un palo es un caballo, no tienen prejuicios, son imaginativos y así Mari quiere que los que participen en el curso lleguen con la palabra juego para que no se predispongan, para enseñarles desde el principio que es algo que se puede hacer con placer, disfrutando, que es algo a lo que tenemos que llegar más entregados, más vírgenes, con menos vicios, como si volviésemos a ser niños: un verdadero juego de roles.
Las técnicas sí, pero también trabajar intuitivamente cada personaje, con la mayor naturalidad.
Un gran trabajo, sin dudas, como lo es la labor humanitaria que ambas están realizando.
No es secreto para nadie que la situación en Cuba está complicada, hay una escasez de medicamentos terrible y nosotras no podemos quedarnos de brazos cruzados si podemos hacer algo.
En mi caso, mi labor en este grupo de cubanos y españoles que nos hemos reunido para ayudar en lo que podamos, es acopiar lo que se pueda para enviar a Cuba. Aquí, en las farmacias nos entregan medicinas, cooperan de una forma u otra. No se recolecta ningún medicamento vencido.
Yo no puedo estar tranquila pensando que puedo hacer algo y no lo hago. No quiero hablar de nada que no sea de lo que se pueda hacer. Me han escrito muchas personas que no tienen ni aspirinas ni ibuprofeno ni medicinas para la presión.
A Mari y a mí nos han apoyado mucho, tanto en medicinas como dinero para comprarlas pues claro está, todos los medicamentos no son donados, hay algunos muy específicos.
Tengo una gran amiga española que enseguida se sumó a nuestro movimiento y aportó enormes bolsas de jeringuillas desechables que recolectó con el apoyo de 4 clínicas.
Teniendo en cuenta la restricción de los vuelos a la Isla y también del peso que han impuesto las aerolíneas ¿cómo hacen llegar esa ayuda?
Nombrar a una muchacha Massiel Rubio que tiene organizado el mecanismo de listas de necesidades, y el grupo de voluntarios que están apoyando, hacen los paqueticos y es donde las personas que viajan a Cuba llegan a brindarse para llevar. Allá en Cuba es distribuido directamente a las personas, un grupo de jóvenes lo llevan a sus casas y también se lo entregan a médicos personalmente en los hospitales.
Es cierto que es difícil pero siempre aparece una persona que nos puede llevar 5, 10 libras de medicamentos y así poco a poco, materializamos la ayuda. Quisiéramos hacer más pero te garantizo que hacemos cuanto podemos.
Las carencias son más grandes de lo que podemos hacer pero nos queda el aquello de que hacemos lo máximo y que nuestra ayuda es sincera, desinteresada, humanista.
Saber que estoy aportando a un solo ser humano a mí me hace feliz, me tranquiliza. Lo que no puedo hacer es quedarme con los brazos cruzados.
Sería muy largo hablar de las ocasiones en la que la actriz cubana ha apoyado causas humanitarias, como fue por ejemplo cuando el tornado asoló varios municipios habaneros.
No quiero mérito alguno, yo no lo hago para que me reconozcan nada. Es una cuestión humanitaria que comparto, afortunadamente, con muchas personas, cubanos o no. Quizás porque somos actrices, a Marisabel y a mí nos conocen más, pero desde el anonimato decenas de seres humanos colaboran y así quiero estar yo. Sólo quiero experimentar que estoy haciendo un bien.
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